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Evolución del reino vándalo.

Los vándalos se habían enseñoreado de las provincias del África romana fundando un reino en la primera mitad del S. V. Habían logrado mantener su independencia pese a los sucesivos intentos romanas de recuperar su dominio, y tras la debacle del 468 el arruinado Imperio había tenido que aceptar los hechos consumados, así el emperador de Oriente, Zenon, había accedido a firmar con Genserico un tratado por el que reconocía su gobierno sobre el África romana, las islas Baleares, Córcega, Cerdeña y Sicilia.

Posteriormente los vándalos cedieron la estratégica isla de Sicilia al reino de Italia de Odoacro a cambio del pago de una cantidad anual, algo lógico porque les era difícil controlar su extenso imperio con la exigua población vándala con que contaban, así que aceptaron renunciar a Sicilia. Pero ello suponía un problema estratégico de primer orden pues la isla estaba muy cerca de África y su control era vital para operar contra está o en dirección contraria como se había visto en las Guerras Púnicas.

 

En África la minoría vándala arriana gobernaba sobre una gran mayoría población romana católica, eso generaría tensiones, a ello se unía el hecho de que su instalación había supuesto graves alteraciones en el dominio de las tierras, pues los vándalos confiscaron las tierras de los propietarios romanos y se las repartieron, quedando además éstas libres de impuestos.

El gobierno vándalo aplicó desde el principio una política muy dura respecto a los africanos-romanos católicos (incluso mayor que otros pueblos germanos), llegando a haber eliminaciones físicas durante los primeros estadios, lo que generó la emigración y destierro de las élites (grandes propietarios, altos burócratas, jerarquía eclesiástica,...). También se prohibió que los romanos llevaran armas y se demolió las murallas urbanas salvo la capital, Cartago, para evitar el peligro de que se rebelaran.

Mientras, la situación en África iba empeorando debido a la presión ejercida por las tribus moras procedentes del sur, que se encontraba desguarnecido desde la invasión vándala, realizando saqueos y destruyendo las infraestructuras, privando a la indefensa población romana, sin armas ni murallas, de sus medios de vida obligándola a emigrar a las zonas costeras. Aunque hubo algunas acometidas repelidas por los vándalos en el S. V, se apoderaron de la cordillera del Aurés y a finales de la década del 520 sus incursiones eran cada vez más agresivas con ataques de los laguatan en la Tripolitana, los frexas,...

La amenaza también se extendía a los propios vándalos que cada vez se encontraban en peor situación para contener sus razzias, así bajo el rey Trasamundo el jefe moro Cabaón había infligido una derrota grave a los vándalos, cuando éstos lanzaron una ofensiva en la Tipolitania, oponiéndoles un circulo de camellos desde el que lanzaban jabalinas (durante esa campaña los moros se esforzaron en ganarse a la población romana). Y años después el jefe Antalas les había infligido otra importante derrota.

Ante esa situación la población romana y los exiliados acudieron al Imperio Romano de Oriente donde presionaron en la Corte para lograr que interviniera.

 

 Situación anterior a la reconquista.

El Imperio Romano de Oriente (y único Imperio Romano existente) se había ido recuperando de la ruina económica causada por las depredaciones de los hunos y el gasto en las intervenciones militares en África e Italia. Los emperadores Zenon, Anastasio y Justino habían llevado a cabo, ayudados por la estructura urbana, comercial y más desarrollada del Imperio oriental (frente al de Occidente), una acertada política económica que había traído la paz social y el superávit presupuestario, logrando que en la tesorería se acumulasen al morir Justino 23 millones de sólidos. Así Justiniano disponía de una buena provisión de fondos para sus operaciones militares.A principios de la década del 530 el reino vándalo se encontraba muy debilitado por los reveses ante los moros y la tensión con la población romana que lógicamente estaría enfadada por la intransigencia religiosa de los vándalos y su incapacidad de garantizar la seguridad en el territorio.Además la situación diplomática internacional les era desfavorable pues al subir al trono el rey Hilderico había metido en un convento a la reina viuda Amalafrida (que había aportado como dote el estratégico promontorio de Lilibeo en Sicilia (una base naval muy importante, y punto clave en las Guerras Púnicas)), hermana de Teodorico, rey ostrogodo de Italia y vinculado al reino visigodo de Hispania (tras Vouillé 507, ejercía la tutela sobre ese reino), lo que había generado gran tensión y ruptura de relaciones. Con lo que el reino vándalo había quedado rodeado por estado hostiles él.

 

 

Hilderico había intentado realizar una política filocatólica, pero era bastante tarde para ganarse a la población, y además eso lo enfrentaba la nobleza vándala arriana; lo que sumado a la derrota ante Antalas llevó a ésta a dar un golpe de estado en 530 para entronizar a alguien que consideraban más adecuado y ese fue Gelimer, primo segundo de Hilderico, y que había tenido cierto éxito contra los moros. Esto debió suponer una perturbación entre los vándalos pues es lógico aceptar que Hilderico también tendría sus partidarios, incluso entre los nobles. Por lo que el reino estaría políticamente fracturado en un momento en que la amenaza exterior crecía.


 El Imperio vuelve al ataque.

En esa situación Justiniano consideró que tenía un buen motivo para intervenir, escribiendo a Gelimer para que restaurase en el trono a Hilderico. Justiniano en su proyecto de restaurar el Imperio Romano, veía en África un buen comienzo una vez firmado un tratado de paz con los persas, instigado posiblemente por los exiliados, e incluso valorando las posibilidades lo con una visión excesivamente optimista (se necesitaría mucho esfuerzo para restaurar la antigua prosperidad de África), cosa no compartida por todos los miembros de su Corte, como el prefecto del pretorio Juan de Capadocia que alegó que supondría un gran gasto y riesgo por ser una expedición tan lejana, quizás por motivos espurios, ya que supondría revisar las cuentas de la Tesorería; aunque intervino un obispo (posiblemente uno de los exiliados) diciendo que Dios se lo había encomendado.Mientras el reino vándalo se desmoronaba por sí solo. La Tripolitania se sublevaba dirigida por Prudencio, y las fuerzas bizantinas (posiblemente unas pocas tropas limitanei de Libia Superior) enviadas por Justiniano, mandadas por Tatimut, la ocupaban sin lucha.También en Cerdeña estallaba la rebelión dirigida por el gobernador Godas, que al darse de cuenta de la posible guerra, decidió actuar por su cuenta proclamando la independencia como rey de la isla, y pidiendo ayuda a Justiniano que preparó un contingente de 400 hombres dirigidos por Cirilo.Ambas operaciones eran maniobras de diversión pero parecían seguir el plan de la ofensiva del 468, es decir dos acciones de fijación contra la periferia del reino vándalo (Tripolitania y Cerdeña de nuevo) seguida del golpe final contra su corazón.

 Campaña.

Para la ofensiva Justiniano puso al mando de la expedición principal a Belisario y  fue reunido en Constantinopla un importante contingente y barcos.Se reunieron 500 transportes tripulados por 30.000 marinos (cilicios, egipcios y jónicos) y una escolta de 92 dromones con 2.000 tripulantes (a la vez soldados) bajo el mando de Calónico de Alejandría.El ejército estaba formado por:-Bizantinos (procedentes lógicamente de los ejércitos praesentalis) y foederati (estos mandados por Doroteo y Salomón):10.000 infantes bajo el mando supremo de Juan de Epidamno, tenía como comandantes a Teodoro Ctéano, Terencio, Zaido, Maricano y Sarapis y5.000 jinetes mandados por Rufino, Aigán, Barbato y Papo.-400 hérulos dirigidos por Faras.-600 hunos maságetas bajo el mando de Sinión y Balas.-Las fuerzas personales de Belisario (bucelarios), más de un millar.La flota zarpó en junio del 533, cruzando el Helesponto y dirigiéndose a doblar Grecia por el sur. En Abido Belisario hizo empalar a dos hunos por asesinar a un compañero mientras estaban borrachos, imponiendo a todo el ejército la misma disciplina y la sobriedad en la campaña. En Metone (en el sur del Peloponeso), se declaro una epidemia debido, según Procopio, al mal estado del pan que por la corrupción de Juan de Capadocia en vez de haber sido cocido adecuadamente convirtiéndolo en una especie de galleta, fue menos cocido para ahorrar leña, salario de los trabajadores y harina; eso supuso unos 500 muertos.El viaje fue retrasado por calmas y vientos adversos, incluso se les habían estropeado las reservas de agua potable, pero al final alcanzaron Sicilia, anclando en Caucana (Porto Lombardo). Allí Belisario se informó de la situación de los vándalos y pudo comprar víveres, gracias al gobierno ostrogodo de la reina regente Amalasunta, hija de Teodorico, deseosa de congraciarse con Justiniano para reforzar su poder en el reino, y posiblemente aún enemistada con los vándalos por el incidente de su tía.Mientras Gelimer había picado en las acciones de diversión, y aunque no se había atrevido a intervenir en la Tripolitania, si había enviado a su hermano Tzazón (un competente militar como se verá) con 120 barcos y 5.000 hombres a Cerdeña donde tomó Caranalis (Cagliari) y mató a Godas. Al mismo tiempo envió una delegación a reunirse con el rey visigodo Teudis para lograr su ayuda, teniendo en cuenta que el reino ya no estaba bajo tutela ostrogoda.Tras pasar por Malta la flota bizantina arribó a Caput Vada (Ras Kaboudiah o Ra´s Kabüdiyah), allí se hubo una reunión de oficiales para determinar el plan estratégico. Unos defendían bordear la costa en los barcos hasta Cartago alegando que era un riesgo separarse de ésta, que carecía de un buen puerto por lo que una posible tormenta podía dañarla e impedir que apoyara al cuerpo expedicionario y que se carecía de agua en tierra y de una ciudad fortificada donde guarecerse. Belisario alegó que se corría mayor riesgo con las tormentas si las tropas estaban embarcadas, que podían obtener los víveres gracias a la población, que los soldados temían un combate naval contra los vándalos (lo que demuestra el poder naval vándalo) y que se construirían trincheras para tener una protección.Al final se impuso el plan de Belisario, en el que probablemente pesaría el recuerdo de los sucesos del 468, donde no se había desembarcado al ejército, lo que había sido un desastre, al atacar los vándalos con brulotes en llamas en medio de la noche. Por tanto se actuó con rapidez, el ejército desembarcó (serían los últimos días de agosto) y se estableció una cabeza de playa defendida por trincheras con una empalizada al mejor estilo romano.El avance fue bastante lento, unos 14,5 Km por día, pasando la noche en ciudades o en campamentos fortificados a la usanza romana, atravesando Silecto, Leptis Minor, Adrumeto (hoy Susa), Grase (a 63 Km de Cartago); mientras la flota bordeaba el Cabo Bonn pero sin penetrar en Cartago hasta que se le diera aviso. El ejército logró abastecerse de la población local que los recibió de buen grado, incluso recibió los caballos del correo, sobre todo porque Belisario había impuesto la disciplina entre sus hombres prohibiéndoles actuar contra la población local y hacer saqueos.

Mientras Gelimer que se encontraba con una importante fuerza en Hermíone (posiblemente a 140 Km de Cartago, en la región de Makthar, en la cordillera del Atlas, puede que estuviese operando en ese momento contra las tribus moras), al enterarse de la noticia se pone en marcha agrupando todas las fuerzas móviles que tiene en dirección a Cartago para interceptar a Belisario a la vez que ordena a su hermano Amatas, en Cartago, reunir todas las tropas disponibles y salir hacia el sur para reunirse con él y llevar a cabo la ejecución de Hilderico y sus partidarios.

 

 Batalla de Ab Decimum.

Belisario durante su avance había adoptado un despliegue que diera cobertura al núcleo de su ejército desde 3 lados (el mar cubría el flanco derecho), así:-Juan de Armenia en descubierta con 300 bucelarios iba en vanguardia a como mínimo 200 m del ejército.-En su ala izquierda marchaban también a cierta distancia los 600 hunos de Sinión y Balas.-En retaguardia iba Belisario con sus bucelarios por temor a que Gelimer atacase por ahí.

Gelimer por el contrario había trazado un plan muy inteligente, consciente de que se encontraba en inferioridad numérica; pues si los vándalos contaban con 20 ó 25.000 hombres (teniendo en cuenta que es difícil pensar en que haya aumentado mucho su población desde su llegada a África ya que se dio un descenso general de población en la zona a causa de la presión mora y la ruina, además de las recientes derrotas ante los moros), de ellos habría que restar los 5.000 enviados con Tzazón, las fuerzas de guarnición en Córcega, las Baleares y en regiones lejanas de su reino (Mauritania, Septem,...) que no podrían llegar a tiempo, y los hombres que debió dejar para cubrir su repliegue desde la Cordillera del Atlas y para proteger otros sectores; es posible que Gelimer tuviera unos 9.000 hombres montados (pues era preciso moverse rápido por lo que la infantería quedaría atrás) y Amatas puede que reuniera más de 2.000, de los que debería dejar algunos para guarnecer Cartago.

Así Gelimer ordenó a su hermano Amatas alcanzar Décimo (a 10 millas de Cartago, unos 13 Km) para hacerse con el estratégico desfiladero (donde un pequeño contingente podría bloquear en ese cuello de botella a las superiores fuerzas bizantinas, obligándolas a dar un rodeo por el oeste y así perder tiempo) y a su sobrino Gibamundo con 2.000 hombres debería adelantarse para caer desde la izquierda sobre los bizantinos y posiblemente para que sirviera también de contingente de enlace con Amatas. Según este plan se trataba de una maniobra por líneas exteriores para converger sobre las fuerzas de Belisario que serían sorprendidas desde varios lados si intentaban combatir a una de las columnas vándalas. Pero toda división de las tropas es peligrosa porque da la posibilidad al enemigo de vencerlas por separado.

El día 13 de septiembre Juan de Armenia se acercaba a Décimo, Juan se había adelantado demasiado respecto al grueso del ejército pues mientras Belisario se preparaba para acampar a 6,5 Km de allí. A mediodía Amatas llegaba a Décimo, pero sólo con un puñado de hombres pues había ordenado que el resto le fuera siguiendo, lo que indica que la reunión de sus fuerzas en Cartago era incompleta, no todos estarían preparados para salir, eso puede deberse a que pasó un tiempo hasta que Gelimer supo de la invasión bizantina y más hasta que sus mensajeros llegarán a Cartago por lo que Amatas no tuvo tiempo para reunir a todas las fuerzas (posiblemente las más sedentarias y de guarnición pues Tzazón y Gelimer tendrían las fuerzas más móviles y mejores).

Por tanto, intentó alcanzar el desfiladero a toda prisa para defenderlo, y escogió Décimo como punto de agrupación de sus fuerzas, y de reunión con las otras tropas, pero se trataba de una posición demasiado expuesta, hubiera sido mejor haberse concentrado en el propio desfiladero, además Amatas no envió exploradores, pero lo mismo hicieron el resto de jefes militares de ambos bandos durante esta confusa batalla.

Juan de Armenia al llegar a Décimo se encontró al pequeño pelotón vándalo y lo atacó muriendo en el combate Amatas, Juan se dejó llevar (con bastante imprudencia) y en vez de asegurar el desfiladero embistió hacia delante a los destacamentos vándalos que iban llegando pero que se encontraban en una inferioridad numérica (pues al no haberse producido una concentración inicial, los combatientes iban llegando por decenas o varias decenas), táctica (pues carecían de mando) y cualitativa (bucelarios de Belisario contra tropas de reserva, de segunda línea vándalas). De ese modo los arrollaron hasta las puertas de Cartago.

Paralelamente a unos 7 Km de Décimo (quizás en el lago de Túnez) los 600 hunos chocaron de bruces contra Gibamundo y sus 2.000 soldados que se sorprendieron mucho al toparse con individuos de un pueblo tan lejano, eso junto a la excelente habilidad de los hunos como jinetes les proporcionó una rápida victoria, pues los vándalos rompieron filas a la primera embestida, Gibamundo murió junto a la gran mayoría de sus hombres.

 

 

 

Mientras Belisario había perdido contacto con el enemigo y con el resto de sus fuerzas (no sabía que pasaba con los contingentes de vanguardia y de flanco, con lo que los había perdido para la batalla que se avecinaba), así que tras fortificar el campamento donde se quedó la infantería (por tanto en la batalla los bizantinos opusieron realmente 7.000 hombres a los 11.000 vándalos), ordenó a su caballería foederati avanzar para informarse de que sucedía, éstos alcanzaron el desfiladero, descubrieron lo ocurrido y pidieron refuerzos.


Pero sin saber nada de los que estaba pasando, Gelimer llegó al desfiladero sin ver el campamento debido a los pliegues del terreno, allí atacó y arrojó a los foederati y a sus primeros refuerzos de la colina dominante y los hizo huir, éstos tropezaron con Uliaris que mandaba 800 bucelarios, a 1,25 Km, y el pánico provocó una desbandada que sólo logró frenar Belisario.

La situación era grave, Gelimer era dueño del desfiladero y tenía una posición dominante con 9.000 hombres bastante frescos; mientras aunque las fuerzas de Belisario estaban poco dañadas, su infantería estaba lejos y su caballería (incluso sus fuerzas personales de élite) estaba parcialmente desmoralizada por la huida anterior, además Juan de Armenia y sus agotados bucelarios habían quedado aislados y los hunos tampoco podrían reunirse con él en un breve plazo.

Pero Belisario tomo una audaz decisión sabiendo que no podía esperar y lanzó a sus tropas (inferiores en número) al ataque; contaría con un factor clave: Gelimer quedó desconsolado al conocer la muerte de sus parientes y de tantos hombres, estas muertes también provocarían la confusión y miedo entre sus fuerzas.

De esa manera los desorganizados y sorprendidos vándalos no pudieron resistir la embestida y huyeron desperdigándose hacia el este, a Numidia.

 

 

Al anochecer el Juan y los hunos volvieron y al día siguiente llegó la infantería.

 

 Efectos de la batalla.

La batalla no había sido costosa para Belisario, posiblemente apenas varias decenas de bajas, como mucho un centenar o dos. Y se encontraba con las puertas de Cartago abiertas. Así acampó ante ella al día siguiente a la batalla, por si había una trampa y para evitar un saqueo nocturno, y entró el 15 de septiembre (los vándalos que no huyeron se refugiaron en las iglesias, luego Belisario les garantizaría su vida), llamando a la flota para que viniese (Calónimo y algunas naves ya habían saqueado el puerto de Mandracio, al que los habitantes habían quitados las cadenas).

Mientras para los vándalos la derrota les había supuesto entre 1.500 y 4.000 bajas (las tropas de Gibamundo habían sido destrozas (aunque dudo que murieran todas) y habría que saber cuantos hombres de Amatas tomaron realmente parte en la batalla; pero los hombres de Gelimer estaban prácticamente intactos); y un grave choque psicológico y desmoralizador para su ejército. Además habían perdido la capital, la única ciudad fortificada y sede, lógicamente, del tesoro real y principal arsenal naval del reino; con lo que Belisario disponía de una vital base de operaciones.

Pero los vándalos aún no estaban derrotados completamente, y la guerra continuaría.

 

Recuperación vándala.

Tras la derrota de Ab Decimum y la caída de Cartago los vándalos habían huido hacia el este. Gelimer consiguió fijar como punto de concentración la llanura de Bula (a 144 Km de Cartago). Allí acudieron los restos de los ejércitos vándalos y todas las fuerzas disponibles, vaciando el resto de guarniciones del reino.

También pidió auxilio a los moros aliados, acudiendo sólo unos cuantos. Y envió mensajeros a su hermano Tzazón que estaba en Cerdeña con 5.000 soldados expertos y que acababa de vencer a Godas y recuperar Cerdeña.

Si bien sus enviados a Hispania fracasaron debido a su tardanza en comunicarse con el rey Teudis, pues para cuando llegaron ante él, ya sabía lo sucedido en Décimo por tanto optó por una prudente neutralidad en el conflicto.

Al mismo tiempo llevó a cabo una campaña para ganarse a la población romana mediante sobornos y ofreció dinero a los campesinos por cada soldado bizantino que mataran (si bien éstos atacaban a los sirvientes y esclavos pues era menos peligroso que enfrentarse a un guerrero armado) con el fin de desgastar a Belisario mediante una guerra de guerrillas; y se realizaron varias escaramuzas.

Mientras Belisario fortificaba la ciudad de Cartago y recomponía sus fuerzas (no hay que olvidar que entre las de la batalla y las causadas por enfermedad en el viaje había perdido más de 500 soldados); afortunadamente recibiría el refuerzo de Cirilo y sus 400 hombres destinados a Cerdeña que al enterarse de la situación en la isla (el fin de la rebelión) y en África se desviaron hacia Cartago.Asimismo Belisario recibió a los enviados de las tribus moras, que entendiendo quién podía ser el nuevo poder en África, reconocieron la soberanía bizantina a cambio de mantener el estado de cosas, a lo que Belisario, ante la necesidad de evitar más enemigos, acepta y les entrega distintivos de poder.

Los vándalos de Tzazón reembarcaron disimuladamente, para evitar la reactivación de las revueltas, en Cerdeña y navegaron dos días hasta desembarcar en Oued el Kebir, desde allí por tierra se reunieron en Bula con Gelimer.

Éste tras reunir todas las fuerzas (posiblemente en octubre o noviembre) se dirigió a Cartago, hostigando a los bizantinos, haciéndose con las vías de comunicación y destruyendo el acueducto que era el principal suministro de agua de la ciudad, aunque no se emplearon a fondo en realizar una táctica de tierra quemada pues esperaban recuperar su control. Posteriormente retrocederían para instalarse en una posición menos expuesta a 25 Km de Cartago en Tricamarum (quizás en Oued Chaffroun).

También trató de corromper a los soldados de Belisario y a la población para que se pasaran a su bando, sobre todo con los germanos y hunos (estos últimos se encontraban disgustados pues deseaban volver a sus tierras y pensaban que iban a ser destinados a África como guarnición).

Si bien Belisario consiguió neutralizar algunas conjuras y tras tratarlos con consideración y honores prometió a los hunos maságetas que retornarían a su país tras la guerra.

 Belisario retoma la ofensiva.

Y así el 13 de diciembre, considerando sólidas las defensas, Belisario arengó a sus tropas e hizo salir a Juan de Armenia con el grueso de la caballería para localizar la posición del enemigo y realizar algunos choques menores, mientras él salía a la mañana siguiente con la infantería y 500 jinetes.

Lógicamente Belisario dejaría una guarnición para proteger Cartago, pero como disponía de las fuerzas de la flota podía confiarles a ellos la defensa (a los soldados de los dromones), aún así sería natural que dejase algunos soldados del ejército de tierra para reforzarles. Por tanto teniendo en cuenta las bajas sufridas, los refuerzos recibidos,... se podría estimar que Belisario partió con un máximo de 16.500 hombres, probablemente menos.

Aunque el contingente huno sería dudoso pues no deseaban intervenir de forma activa y estaban dispuestos a unirse al bando vencedor en la esperada batalla.

Belisario llegó cerca de Tricamarum, posiblemente al atardecer del 14 de diciembre y allí acampó. Cerca estaba el ejército vándalo, que teniendo en cuenta las bajas en la anterior batalla, los refuerzos recibidos (moros y vándalos de otros puntos) y que es razonable pensar que al menos quedarían minúsculas guarniciones (a parte de los no movilizables) en sus posesiones; posiblemente sumaran unos 20.000 ó quizás unos pocos miles más.

 

 Batalla de Tricamarum.

En la mañana del 15 de diciembre tras animar a sus tropas Gelimer y Tzazón las hacen salir del campamento donde se quedan las mujeres, niños y riquezas, algo muy a la usanza germana de llevar a las familias en sus campañas militares, quizás en este caso se trata de un arcaísmo de su anterior vida nómada (pero es un hecho que confirma que cuando llegaron a África debieron traer sus familias durante la expedición militar) o que simplemente era un lugar más seguro para ellos teniendo en cuenta que el resto del reino quedó sin casi guarniciones y con una población romana y mora hostil.

Se desplegaron a la hora del desayuno al otro lado de un pequeño arroyo:

-En las alas los jinetes vándalos mandados por sus quiliarcas.

-En el centro Tzazón con más tropas vándalas.

-En retaguardia los aliados moros y posiblemente la infantería vándala.

-Gelimer actuaría como mando móvil muy probablemente a la cabeza de los miembros de su guardia personal.

Los bizantinos se dispusieron al otro lado: -En la izquierda la caballería foederati.

-En el ala derecha la caballería romana (Aigán, Papo, Barbato,...).

-En el centro los bucelarios mandados por Juan de Armenia y Belisario y sus 500 jinetes.

-En segunda línea la infantería.

-Los hunos estarían en una posición separada, en espera de acontecimientos.

Parece que los imperiales habían montado dos campamentos, uno más lejos del campo de batalla (el de la infantería, que había que tenido que recorrer los 25 Km en un día), pues Belisario y sus fuerzas llegan para unirse al despliegue ya establecido por la caballería. Y el campamento de los vándalos también se encontraba a cierta distancia del lugar del combate, parece que fueron éstos los que se acercaron al campamento de la caballería de Belisario para luchar.

Los ejércitos permanecieron inmóviles varias horas, sin que ninguno se decidiese a atacar.

Al final Juan de Armenia, por orden de Belisario, con algunos bucelarios cruzó el riachuelo para tantear a las tropas vándalas del centro e intentar atraerlas, si bien estos rechazaron el ataque realizaron una excelente persecución sin dejarse llevar, y sin cruzar el cauce de agua, mientras Juan se replegaba hacia su campamento (que no debía estar cerca).

 

 

 

 

En Marrón los campamentos. En Azul los vándalos. Con asterisco el rey vándalo y su guardia. En Rojo los imperiales. En Verde los hunos, habían adoptado una posición separa posiblemente en un ala, puede ser la derecha o la izquierda.

Juan repitió su actuación con más hombres con idéntico resultado lo que dice bastante de la disciplina del ejército vándalo, que Tzazón imponía a su centro.


La tercera embestida arrastró a todo el centro bizantino con todos sus bucelarios, puede que aparte de intentar atraerlos, les quisieran dar una falsa confianza con amagos de ataques (el pastor y el lobo). En esta ocasión el combate fue duro, los vándalos (que sólo usaban espadas por orden de sus jefes para buscar un combate próximo) resistieron bien; pero fue abatido Tzazón, y todas las fuerzas de caballería de Belisario atacaron.

La muerte de Tzazón provocó el derrumbe del centro vándalo, lo que indica su gran importancia y eficacia como jefe militar, ante esto el resto del ejército vándalo huyó hacia su campamento, a la persecución se unieron los hunos que vieron claramente el bando vencedor al que adherirse.

 

 

 

 

 

Los vándalos lograron refugiarse en su campamento, que la caballería bizantina no osó atacar, y aunque no habían tenido muchas bajas (unos 800 muertos) su moral estaba destrozada. Por segunda vez Gelimer perdió el control de la situación, y al ver que Belisario se acercaba con la infantería (al atardecer, lo que prueba que el campamento estaba lejos del lugar de la batalla) en vez de organizar la defensa, huyó a caballo, seguido por sus parientes. Cuando el resto de su ejército se dio cuenta se produjo una desbandada general, abandonando a sus familias.

Mientras los bizantinos entraron en el campamento sin resistencia, pues no quedaba un guerrero en él, y se lanzaron a la persecución y el saqueo del campamento, un saqueo nocturno para apoderarse de las riquezas, bebida y mujeres que habían quedado ahí, y que puso en gran peligro a todo el ejército pues un pequeño contraataque de unos pocos cientos de vándalos podría haber aniquilado a todo el cuerpo expedicionario, desordenado y emborrachado.

 

Conclusión.

La batalla había terminado y al amanecer del 16 de diciembre Belisario se puso sobre una colina y llamó a sus tropas al orden, y estas se fueron reagrupando y ordenando. También envió a Juan de Armenia con 200 hombres en pos de Gelimer. Además ordenó desarmar a los vándalos que se rindieran y darles protección, escoltándolos a Cartago.

El ejército vándalo había dejado de existir, aunque sus bajas en la batalla y en la persecución nocturna (atemperada por el deseo de los soldados bizantinos de obtener botín) no habían sido muy elevadas, no creó que hubiera más de 1.000-1.500 muertos, el resto estaba tan desmoralizado que muchos se refugiaron en iglesias en espera de misericordia del vencedor o se rindieron al día siguiente, una vez enfriados los ánimos; otros fueron a sus hogares, si no estaban en el territorio ocupado por Belisario; los moros posiblemente retornaron a sus tierras desdiciéndose de su alianza con los vándalos; y unos cuantos siguieron a su rey Gelimer.

Frente a ellos Belisario reagrupó a sus hombres, que no tuvieron más de 100 muertos, y tras haber destacado una escolta con el botín persiguió a Gelimer.

Éste había logrado zafarse de la persecución, gracias a que Juan de Armenia el día 20 (un día antes de enfrentarse a Gelimer y los restos de sus fuerzas) fue mortalmente herido por el oficial Uliaris, que estaba borracho, y que asustado se refugió en una iglesia (Belisario le perdonaría). Así Gelimer se refugió en una zona montañosa protegido por los moros y el terreno (monte Papúa). Belisario dispuso un contingente de vigilancia mandado por Faras y retornó a Cartago capturando en Hippo Reggio el tesoro real que no había logrado salir del puerto por el tiempo.

Desde Cartago Belisario enviaría pequeños destacamentos para apoderarse del resto del reino vándalo: Cerdeña, Córcega, Mauritania, Setem, las Baleares. Tras varios meses de sitió y varios fracasos costosos en asaltar su posición; al final Gelimer se rindió en marzo del 534; la guerra contra los vándalos había terminado.

Tras la victoria sobre los vándalos, Belisario apenas pudo permanecer en África para estabilizar la situación, debiendo retornar pronto a Constantinopla (a mediados del 534) con el botín y los prisioneros debido a que se empezaba a sospechar en la corte y se hacían acusaciones calumniosas contra él; allí realizaría un desfile triunfal y sería cónsul.

Se hizo cargó del gobierno Solomón, quién había intervenido en la primera parte de la campaña al mando de los foederati, y que había sido remitido a la capital tras la toma de Cartago con los informes y los prisioneros.

Su labor sería muy complicada, debía reconstruir las fuerzas defensivas y las fortificaciones de la recuperada diócesis, y contener a las tribus moras. Probablemente dispondría de un máximo de 15.000 hombres (según Diehl tenía casi 18.000), incluidos limitanei de nueva formación y tropas reclutadas en esas provincias, pues parte de las fuerzas expedicionarias habían embarcado de vuelta a la capital o distribuidos por las islas que antes habían sido vándalas.

Los problemas pronto surgirían.

 

 Bibliografía:-

http://en.wikipedia.org/wiki/Geiseric-http://en.wikipedia.org/wiki/Vandals-http://www.roman-emperors.org/anthemiu.htm-http://www.roman-emperors.org/basilis.htm-http://www.roman-emperors.org/major.htm-http://www.roman-emperors.org/valenIII.htm-http://www.roman-emperors.org/leo1.htm-http://www.roman-empire.net/articles/article-016.html-http://www.roman-empire.net/articles/article-009.html-www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/02130181/articulos/GERI0000120509A.PDF-http://www.imperiobizantino.com/Africa%20final.pdf-“Notitia Dignitatum” http://www.pvv.ntnu.no/~halsteis/notitia.htm-“Historia del Imperio Romano” Tardío John Bagnall Bury http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/secondary/BURLAT/home.html-“La Caída del Imperio Romano. Las Causas Militares” Arthur Ferril. Editorial Edaf.-“Gala Placidia” Pablo Fuentes Hinojo. Editorial Nerea. -“La Caída del Imperio Romano” Edward Gibbon Editorial Alba.-“La Caída del Imperio Romano” Peter Heather Editorial Crítica.

-“Historia de las Guerras. Libros III-IV. Guerra vándala”  Procopio de Cesarea. Editorial Gredos.


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