Y así transcurrió el resto del mes de abril, con los unionistas trabajando arduamente para emplazar su ingente artillería trabajos que duraron hasta el 5 de Mayo. Mientras tanto John E. Johnston había llegado junto a Magruder y ahora los confederados ya sumaban 57.000 hombres. Pero el confederado General Joseph Eggleston Johnston no tenía ninguna intención de hacerle frente pues, al contrario que McClellan, nunca había creído en la capacidad defensiva de aquella posición. Así y advertido el día 2 de Mayo de que, con la colocación de la última batería pesada en el sector de Yorktown, los preparativos unionistas parecían haber acabado, dio órdenes de retirada que se realizaron el día 3. Y la primera orden de Johnston fue enviar a sus carros de suministros que iniciasen el camino de vuelta hacia Richmond esa misma mañana, pues tenía claro que no se podría mantener la posición en cuanto comenzase el bombardeo.

McClellan que estimaba la fuerza confederada en 120.000 hombres, recibió noticias obtenidas por esclavos fugitivos que cruzaban las líneas hacia los unionistas de que los confederados se estaban retirando. Pero no creyó esta información pues estaba convencido de que Johnston pelearía con el “inmenso” ejército confederado.

Al menos, para los días 2 ó 3 de Mayo, la línea enemiga estaba a punto de ser asaltada. Frente a 94 cañones de calibres superiores montadas en ella por los confederados, la Unión había emplazado casi 250 y de superior calidad, acumulando en el pequeño sector de Yorktown, por el que se pensaba expugnarla, 111 piezas en 15 baterías. El ataque parecía inminente.

Esa misma tarde del 3 de Mayo, la artillería confederada disparó algunas andanadas y después el silencio. A la mañana siguiente el Brig. Gen. Heintzelman se decidió a “probar” uno de esos nuevos globos de observación y su sorpresa fue mayúscula. ¡Los confederados habían desaparecido!

La noticia corrió como la pólvora por el campamento unionista y McClellan sólo reaccionó ordenando a su caballería bajo las órdenes del Brig. Gen. George Stoneman que fuese en su búsqueda. Mientras la División de William B. Franklin debía embarcar en los transportes fluviales y remontar el río para intentar detener la retirada confederada. Aunque esta maniobra llevaría dos días para embarcar la tropa y sus equipos, lo cual invalidaba a toda una división.

Un mes y medio había transcurrido y el enorme Ejército del Potomac sólo había avanzado unas pocas millas en la que debía ser una fulgurante marcha hasta Richmond.

La cautela de McClellan y lo restrictivo de sus instrucciones en cuanto a patrullas y tanteos, hicieron que el movimiento no fuese confirmado hasta bien avanzado el día 4 de Mayo, que fue cuando se impartieron las primeras órdenes para iniciar la persecución. Pero por desgracia para Johnston, el mismo día 3 había vuelto a llover además a cántaros. Y como llevando consigo el grueso de los elementos empleados en sus posiciones defensivas, su ejército arrastraba un pesado y enorme tren de bagajes, éste acabó empantanado a la altura de la localidad de Williamsburg, dando una oportunidad dorada al enemigo.

Los unionistas empeoraron sus oportunidades, en parte por lanzarse sobre el botín dejado atrás por los confederados, (en general escuálido, pero que incluía 56 cañones pesados obsoletos, de los que sólo 3 habían sido saboteados), y en parte por la extraña actitud de su comandante en jefe.

En efecto McClellan sólo dio una orden de persecución muy genérica, pasando después a Yorktown, muy congestionado, donde se puso a ordenar el tráfico de las columnas y arreglar detalles administrativos para la salida de una expedición, mandada por Fitz John Porter, que remontaría el Clyde de York en barcos para apoderarse de West Point, en la desembocadura del Pamunkey y tratar de cortar la retirada de Johnston.

Pero realizando estas funciones más propias del personal del Estado Mayor que del Comandante en Jefe, no estaba disponible para marcar itinerarios de avance y solucionar conflictos de mandos. Así Samuel Peter Heintzelman, Comandante del III Cuerpo, que había iniciado la persecución con energía, chocó con Erwin Vose Sumner del II, que aunque no tenía aún sus tropas en línea reclamaba la dirección de la persecución como Jefe de Cuerpo más antiguo. Y mientras dirimían su disputa, las divisiones perseguidoras no tuvieron ni informes ni órdenes.

Mientras, el confederado Johnston trabajaba para sacar su tren de bagajes del barro y para ampliar su margen, envió la División de James Longstreet, apoyada por la de Daniel Harvey Hill, a cubrir el cruce donde, al Este de Williamsburg, confluían los caminos de la Península al interior de Virginia. Magruder había erigido allí un fuerte, (naturalmente Fort Magruder), y una línea de obras defensivas en las que, aun inacabadas, se podía apoyar.

Ante ellas llegó en la tarde del 4 de Mayo la vanguardia de la División unionista de Caballería, que constaba de las brigadas de los coroneles George Stoneman, George A.H Blacke y William H. Emory, con un total de 8 regimientos y un escuadrón, y 4 baterías montadas. Su vanguardia era la fuerza de Stoneman, con el 2º US Cavalry (antiguo 2º Dragoons), del Mayor Alfred Pleasonton, los regimientos de voluntarios 3º y 4º de Pennsylvania de los coroneles John B. McIntosh y S.B.M Young y una batería montada (4 piezas de 6 libras).

Pero los caballos, y en especial los de los voluntarios, aún poco duchos en su cuidado, habían sufrido aún más que los hombres ante Yorktown, y es difícil que Stoneman alineara más de 700 sables aquel día. Esta pequeña fuerza fue recibida desde posiciones estables por un infernal fuego de artillería y fusiles, contraatacada por sólidos cuerpos de tropa y perseguida por la caballería confederada que realizaba el reconocimiento para Longstreet. Los unionistas sufrieron más de 100 bajas y si no fue totalmente arrollada se debió a la cobertura que dieron a su retirada los regulares de Pleasonton.

Este Alfred Pleasonton era al inicio de la guerra un Capitán de Caballería más cualificado que Stoneman, con mucha experiencia en estados mayores y precisamente oficial ayudante del ahora difunto Albert S. Johnston en Nevada y Utah. Pero, mientra Stoneman hacía méritos en Texas y West Virginia, él tardó demasiado en aparecer por Washington solicitando un mando.

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Alfred Pleasonton, USA

¿Era acaso un unionista tibio? ¡No! Sólo estaba chiflado por un caballo adquirido hacía poco, (un enorme y espectacular semental bayo de crines y calcetines negros), del que no quería separarse. Por llevárselo consigo y no perderlo de vista, su viaje devino en una interminable odisea, haciéndole llegar con un retraso que quizá le costó dos grados en el escalafón. Pero Pleasonton montaría aquel caballo durante toda la contienda y llegaría a ser quizá el más brillante Jefe de Caballería de la Unión.

La 2ª División de Joseph Hooker, del III Cuerpo, había sido asignada a apoyar a la caballería, pero no empezó a avanzar hasta mediodía, y sufrió un retraso adicional cuando, por falta de itinerarios claros, sus columnas se enredaron con las de la División de William F. Smith, del IV Cuerpo. Así que no apareció ante Fort Magruder hasta la mañana del día 5 de Mayo.

Los jinetes de John B. Hood, demasiado encelados en molestar la retirada de Stoneman, habían descuidado en tanto su misión de vigilancia, y Hooker obtuvo con su llegada cierta sorpresa táctica, encontrando a la División de Longstreet aún mal concentrada. Y Hooker, que cultivaba una imagen agresiva (pronto llegó a ser apodado “Fighting Joe”), decidió aprovecharlo lanzándose rápidamente al ataque.

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Por desgracia no se molestó en examinar el terreno y ocupar puntos dominantes, creyendo poder resolverlo todo con un fuerte empujón frontal contra Fort Magruder. Pero aunque logró alcanzar pronto sus defensas exteriores, Longstreet era un hábil oficial manejando su tropa, y logró concentrar la suficiente en aquella obra para no permitirle pasar.

El combate se prolongó durante horas, con Hooker fuertemente asido a sus primeras conquistas, clamando por refuerzos y convencido de que tenía la llave para hacer saltar la posición confederada. Esperaba la llegada de la 2ª División de “Baldy” Smith del IV Cuerpo que avanzaba al norte de su posición por el camino de Yorktown que al oír el ruido de los combates se disponía a acudir. Pero su superior Sumner le había ordenado detenerse a una milla de distancia preocupado por un posible ataque confederado en el camino de Yorktown.

Longstreet, un hombre corpulento y barbudo de aspecto a veces somnoliento, y una cabeza fría y aguda, no trataba de desalojarle, aprovechando en cambio su empecinamiento para desgastarle por el fuego mientras se redesplegaba para el contraataque. Pero ignorando totalmente a Smith o Sumner, el objetivo eran los hombres de Hooker. Finalmente éste se produjo como un latigazo con la Brigada de Cadmus M. Wilcox, y rompió casi en el acto la línea de Hooker, obligándole a retroceder dejando atrás más de 1.000 bajas.

El unionista logró de momento evitar la desbandada mientras las bandas de música tocaban “Yankee Doodle”, pero Longstreet le apretaba duro, y hubiese seguramente sufrido un desastre de no aparecer en su refuerzo la 3ª División de Philip Kearny, que pertenecía a su III Cuerpo. Si Hooker cultivaba su imagen de duro a la antigua con su cara delgada y afeitada, Kearny lucía unos bigotes y perilla a lo mosquetero exageradamente largos, al estilo del Quijote dibujado por Gustavo Doré. Hijo de una rica familia mercantil neoyorquina, había ido a West Point pese a la oposición de sus padres que, para escándalo de la “buena sociedad” tradicional, lo preferían en Yale.

Obtuvo sin embargo en la anteguerra el mando del 1º de Dragones, y lo convirtió en el favorito de los desfiles, gastando de su propia herencia para dotarlo enteramente de caballos tordos. Era el primer regimiento montado estadounidense con todos los caballos del mismo color, cosa que se haría más común a finales de la década de 1870, al estabilizarse y multiplicarse la raza de alazanes “Morgan”, en la que el Ejército ya trabajaba desde antes de la guerra. Como residuo de esos días, Kearny mandaba a veces su división montando “Moscow”, un gran semental blanco, que es el color de los caballos tordos maduros.

Para sacar a Hooker del aprieto, Kearny hizo cargar a su división en orden de marcha, sin detenerse a desplegar sus fuerzas. Eran aproximadamente las 2:30 de la tarde cuando Kearny a lomos de su caballo y con el sable en su único brazo (perdió el brazo izquierdo durante la guerra con México), obligando a los confederados a retirarse del camino de Lee’s Mill hacia los árboles y sus posiciones defensivas. Longstreet hubo de soltar su presa y replegarse ante esta rápida maniobra, pero lo hizo sin perder muchas plumas, e hizo acudir a la División de Daniel H. Hill, aprovechando el intervalo que ambas unidades unionistas, (la de Kearny desorganizada por su improvisada carga, y la de Hooker por el vapuleo sufrido), necesitaban para redesplegarse contra él.

D.H Hill acudió enseguida, restableciendo la paridad en el campo de batalla, pero lo mismo hicieron a su vez las dos primeras brigadas de la División de William F. Smith, del IV Cuerpo, que actuaron como unidades independientes al haber quedado el mando divisionario muy atrás. Las mandaban los brigadieres John J. Peck y Winfield S. Hancock y mientras Peck se enzarzaba en combate, Hancock penetró más profundamente, ocupando unas obras defensivas situadas en una altura.

La Brigada de Hancock que había avanzado unas millas por el flanco derecho unionista cruzando Cub’s Creek hasta una pequeña presa conocida como Jone’s Mill desde donde dominaba todo el flanco confederado comenzó a bombardear el flanco izquierdo confederado. Longstreet que se había dado cuenta de su posible importancia, pero no había tenido primero suficientes hombres, y luego suficiente tiempo, para guarnicionar unas posiciones defensivas que había en la zona envió a la Brigada de Jubal A. Early que pertenecía a la División de D.H Hill a una posición llamada College of William and Mary guiados por el ruido de la artillería unionista. Hooker y Kearny al parecer no lo habían notado y al pedirles Hancock refuerzos para atacar desde allí, le respondieron con la orden de retirarse de aquella posición.

Pero Early pecó de entusiasmo y envió a dos regimientos (24º y 38º de Virginia) de los cuatro que tenía a través de los bosques sin adelantar piquetes. Cuando salieron de los árboles no estaban en el flanco de Hancock sino justamente en frente de sus cañones.

Hancock que seguía siendo llamado por Sumner para que se retirase hacia Cub Creek utilizó el ataque confederado como la excusa que le impedía cumplir la orden mientras Longstreet y Hill organizaban rápidamente una fuerza de ataque de 6 regimientos, de la División de Hill, para subir a desalojarlo a toda costa.

El asalto se produjo por el 24º de Virginia pero fue en vano e incluso Early fue herido en el hombro. Al mismo tiempo D.H Hill salía de los bosques acompañado por el 5º de Carolina del Norte sumándose al asalto sin calibrar la fuerza unionista. La cual estaba compuesta por 3.400 hombres acompañados de 8 cañones, excesivo bocado para los 1.200 confederados y sin apoyo artillero.

Estas tropas forcejearon un rato ladera arriba hasta que, viendo que la fuerza de Hancock desaparecía de la cima, corrieron a ocuparla gritando, agitando sombreros y banderas, y haciendo disparos al aire para celebrar su victoria. Pero Hancock que sólo había retirado su brigada 30 pasos ladera abajo, lo justo para que la línea de máxima cota la ocultara, la tenía desplegada allí en línea de combate, armas listas y bayonetas caladas. En el momento en que la masa confederada alcanzó la cima en desorden, y quedó allí clavada ante la sorpresa de encontrarse con la visión de la línea azul frente a ella, acto seguido se dio orden de fuego.

Hancock estaba junto a Amasa Cobb, Coronel del 5º de Wisconsin, el regimiento más a vanguardia con el 6º de Maine, y pudo apreciar el brutal efecto de la descarga a bocajarro, lanzando a continuación a sus hombres a la bayoneta, de manera que el acero frío acabó lo que iniciara el caliente fuego. En apenas diez minutos la fuerza sureña había sido desmenuzada y diezmada. Sufriendo cientos de bajas por una treintena de la Unión.

Los norcarolinos dejaron 302 bajas junto a las 508 de los virginianos, el recuento total de los unionistas sumaban unas 100 al final del día. Cuando este combate llegó a oídos de la prensa nordista y McClellan lo calificó como un magnífico ataque a la bayoneta, el sobrenombre estaba asegurado, “Hancock el Magnífico”.

Mientras esto ocurría la Brigada de John J. Peck que pertenecía a la 1ª División de Darius N. Couch del IV Cuerpo se situaba a la derecha de la línea de Hooker que para las 3 de la tarde había sido rechazado frente a Fort Magruder, manteniéndose a unos 900 metros de las defensas confederadas. Las tropas unionistas no estaban para más combates, muy bajas de moral especialmente tras la pérdida de dos baterías, aunque la recuperación de una de ellas por los hombres de Peck evitó que los unionistas se retiraran en desbandada.

La presencia de Hancock, ya muy difícil de desalojar en aquella altura, estropeaba la posible ventaja de posición de los confederados. Y puesto que el tren de bagajes de Johnston hacía tiempo que había salido del atasco, Longstreet se retiró aquella noche a través de Williamsburg, donde dejó para que fueran rescatados unos 800 prisioneros que estaban heridos, (y que así no entorpecían su fuga, y sí cualquier persecución), dándose fin a la que se llamó “Batalla de Williamsburg”.

La Unión había perdido una batería montada de la caballería y 4 piezas de una batería de Hooker, sufriendo 2.283 bajas, con 460 muertos, 1.400 heridos y 423 prisioneros ilesos. (Casi 1.600 de tales bajas las habría sufrido Hooker). Las bajas confederadas no llegaban a 2.000 y sin la acción de Hancock ni siquiera hubieran alcanzado las 1.000 bajas.

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Entre los brigadieres confederados distinguidos en la batalla estaba el ya comandante de brigada en Bull Run Jubal A. Early, que resultó seriamente herido, así como George E. Pickett y James L. Kemper en la División de Longstreet; y Roswell S. Ripley, Robert E. Rodes y Samuel Garland en la de D.H Hill.

De los unionistas se distinguió el arrojo un poco ciego de otro exjefe de brigada en Bull Run, Oliver O. Howard, de la fuerza de Hooker, la acción de Hancock y la carga de Kearny que, como dos de sus brigadieres, David B. Birney y Hiram G. Berry, no llegarían a ser testigos del final de la guerra.

Hablando de veteranos de Bull Run, el Gobernador de Rhode Island William Sprague, que asistió como civil a aquella acción tras rechazar un mando de brigadier, lo había aceptado ahora y como tal dirigió la artillería unionista en las últimas fases de Williamsburg. A los pocos días se cansaría del juego, colgando el uniforme para lograr un escaño en el Senado, como seguidor del Secretario del Tesoro Salmon Chase.

Así mientras se sucedían los combates en torno a Williamsburg y medio Ejército del Potomac estaba implicado en la persecución de los confederados, la División de William B. Franklin había logrado al fin embarcarse y remontar el río York hasta la desembocadura del Pamunkey donde se encuentra West Point (no confundir con la academia militar, esa se encuentra en el Estado de New York), acompañado por las cañoneras “USS Sebago”, “USS Wachusett” y “USS Maratanza”. Su objetivo era internarse en dirección al río Chickahominy para detener la retirada confederada.

McClellan confiaba en esta maniobra tanto que siguiendo a Franklin fueron embarcadas las divisiones de Fitz John Porter, John Sedgwick e Israel B. Richardson. Su punto de desembarco sería unas 5 millas al sur de la localidad de Barhamsville, donde se encontraba un importante cruce de caminos por donde se retiraban los confederados. Era ya el día 6 de Mayo cuando los unionistas llegaban y debieron emplear sus barcazas de río para construir un embarcadero en el que poder llevar su artillería y bagajes a tierra. El trabajo se prolongó hasta bien entrada la noche mientras algunos piquetes confederados les hostigaban.

Ante la maniobra unionista Johnston ordenó al Mayor General G.W. Smith que protegiese el camino hacia Barhamsville mientras se completaba la retirada. Y para este cometido se envió a la División del Brig. Gen. William H.C Whiting junto con la Hampton’s Legion del Coronel Wade Hampton.

El 7 de Mayo de 1862 Franklin comenzó a desplegar sus fuerzas, ordenando a la Brigada de John Newton que se desplegase en los bosques a ambos lados del camino. Tras el estarían las brigadas de Henry W. Slocum y Philip Kearny. Cuando los unionistas comenzaron a avanzar los piquetes desplegados por Newton se toparon con la Brigada de Texas del Brig. Gen. John B. Hood que se dirigía a su encuentro con la Hampton’s Legion a su derecha.

Hood ordenó a su brigada que se internase en el bosque, pero temiendo que en la confusión sus propias unidades se tiroteasen mandó avanzar con los fusiles descargados. Lo curioso es que según avanzaba, el propio Hood se vio sorprendido por un piquete unionista a menos de 15 pasos de distancia. La suerte se puso de su lado cuando el soldado John Deal del 4º de Texas abatió al unionista cuando éste estaba a punto de disparar sobre Hood. (Bendita desobediencia la del soldado pensaría Hood). Cuando una segunda brigada confederada apoyó a los texanos a su izquierda, los unionistas se retiraron de los bosques hasta las proximidades del río buscando la protección de las cañoneras que les habían acompañado al remontar el río.

Los confederados intercambiaron unos cuantos cañonazos al final de la mañana, pero para las 2 de la tarde desaparecieron totalmente de la zona. Los unionistas volvieron a desplegar sus piquetes en los bosques, pero no avanzaron ni una milla.

Esta escaramuza, aunque llamada “Batalla de Eltham’s Landing” no tuvo más importancia que la de un “pudo haber sido pero no lo fue”. Franklin informaba a McClellan que se encontraba muy satisfecho por haber mantenido la posición, pero lo cierto es que no había hecho nada por entorpecer la retirada confederada y se había dejado 194 bajas frente a las 48 confederadas. Quien sí podía estar contento era por el contrario Joseph E. Johnston, que había comprobado como sus hombres habían realizado a la perfección su trabajo de con un “ligero toque” mantener a los unionistas agazapados sin implicarse en un combate. Incluso Johnston preguntó a Hood ¿que hubiese pasado si le hubiese pedido atacar con contundencia a los unionistas? Y Hood respondió: “Supongo General que los hubiese empujado hasta el río, y nadando tratar de capturar las cañoneras”

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Tras Williamsburg, una batalla reñida bajo fuertes lluvias, Ejército y Opinión Pública esperaban una rápida persecución hacia Richmond. Pero McClellan optó de nuevo por la solución más gradual, empezando por aguardar al desembarco de Fitz John Porter en West Point. Éste se realizó el 7 de Mayo, pero tras la escaramuza y el consiguiente barullo típico de todo desembarco todo se ralentizó.

Entretanto el Presidente Lincoln, dejando a Seward al frente del Gobierno, se había presentado el 5 de Mayo en las Hampton Roads, visitando el nuevo buque insignia de Goldsborough, el “USS Minnesota”, y al Mayor General Wool en Fort Monroe. Le acompañaban los Secretarios de Guerra y del Tesoro, Stanton y Chase, y habían llegado descendiendo la Chesapeake Bay en la goleta “USS Miami”, (perteneciente al Tesoro en la anteguerra).

Buscaban reunir información de primera mano y también asistir a un intento del escuadrón de la zona de obligar al “ram” enemigo “CSS Virginia” a aceptar el combate. El buque blindado confederado había hecho acto de presencia realizando tres salidas desde los combates de Marzo, obteniendo resultados sólo el 10 de Abril, en que apoyado por la flotilla del Comodoro Tucker, pudo hundir tres transportes.

El 6 de Mayo, una fuerza de Goldsborough bombardeó las baterías sureñas de Sewell’s Point para hacer acudir al “CSS Virginia”. Pero aunque el “ram” hizo acto de presencia, se retiró sin aceptar el combate. El frustrado Presidente oyó entonces que las fuerzas confederadas dejadas por Huger en la zona de Norfolk se replegaban, acudiendo a la defensa de Richmond. Y de inmediato propuso la posibilidad de tomar Norfolk, con el Gosport Navy Yard y el “CSS Virginia”, con las tropas de Wool.

Un plan de acción fue rápidamente preparado por Goldsborough, Wool, Lincoln, Chase y el Brigadier Egbert Viele, que regresado de South Carolina por motivos de salud, había acompañado a los políticos en el “USS Miami”. Incluso Lincoln, Chase, Wool y Viele, se embarcaron en un bote del “USS Minnesota” para reconocer una playa que parecía adecuada para el desembarco, era Willoughby Point. Allí les recibió alegremente un grupo de esclavas negras, (que no reconocieron a Lincoln, pero sabían lo que significaban los uniformes de los dos generales). Esa misma noche las tropas de Wool se embarcaban en los transportes mientras el propio Lincoln ordenaba al “USS Monitor” se presentase ante la batería confederada de Sewell’s Point para comprobar si estaban activas, comprobando que sólo las ocupaba el más absoluto silencio.

El 10 de Mayo de 1862 Norfolk Navy Yard fue invadida por las llamas, los confederados estaban abandonando la ciudad y los astilleros. Esa misma tarde los unionistas llegaban y el Mayor William Lamb tuvo el “honor” de rendir la ciudad de Norfolk al Brig. Gen. Wool junto con los astilleros. Esta acción le valdría a Wool el ascenso a Mayor General del USArmy.

Destacable es con que facilidad los confederados dejaron en manos de la Unión, acción decidida unilateralmente por el Mayor General Benjamin Huger. Pero aunque ya se había decidido por parte de la Confederación que Norfolk estaba condenada en cuanto los unionistas decidieran su conquista, cierto era que debían realizarse importantes trabajos en el río James para que el “CSS Virginia” pudiese remontarlo. Así ante la aparición de la flota unionista en el horizonte el destino del acorazado estaba marcado. Su calado de 5,5 metros le imposibilitaba para navegar río arriba y puesto que no se podía permitir que cayese en manos del enemigo, fue llevado hasta la isla Craney donde su tripulación procedió incendiarlo.

Sin apreciar las consecuencias de esta acción los confederados habían abierto para la USNavy todas las aguas que rodeaban la Península de Virginia. Que aunque realmente ya sucedía, sólo la posible aparición del “CSS Virginia” era suficiente para ralentizar mucho los movimientos navales en la zona.

Con el río James abierto para la Unión llegaba el momento de tantear las defensas de la propia Richmond. La principal defensa confederada en el río James era Fort Darling situada en Drewry’s Bluff que se encontraba en una pronunciada curva del río a tan sólo 11 Km. De Richmond. Allí estaba desplegada una fuerza conjunta de la CSNavy, mandada por el Comandante Naval Ebenezer Farrand, y del CSArmy, mandada por el Capitán Augustus H. Drewry, propietario de los terrenos donde se encontraba la fortaleza.

Fort Darling contaba con 8 cañones a los que se sumarían 5 cañones navales recuperados del “CSS Virginia” y uno de 200 mm. del “CSS Patrick Henry”. Además se habían dispuesto pozos para tiradores en las orillas del río. Las defensas las completaba una serie de vapores hundidos, escollos de ruinas, barcos unidos por cadenas,… Unos obstáculos que unidos a la estrechez del cauce hacían muy difícil cualquier maniobra.

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“Batería Dantzler en Fort Darling”

Pero el 15 de Mayo un destacamento naval a las órdenes del Comandante John Rodgers salió de Fort Monroe con la orden de tantear las defensas confederadas en el río James. El destacamento estaba integrado por el acorazado “USS Monitor”, la cañonera acorazada “USS Galena”, el cañonero “USS Aroostook”, el vapor “USS Port Royal” y el acorazado experimental “USRC Naugatuck”

A las 7:45 de la mañana el destacamento se presentaba ante Fort Darling con el “USS Galena” al frente. A una distancia de 500 mts. Rodgers ordenó anclar el barco y acto seguido la fortaleza abrió fuego. Dos impactos perforaron el ligero blindaje del buque, este era el inicio de tres horas de cañoneo durante el cual sumaron 45 impactos. Otros como el “USS Monitor” también fue objetivo de los confederados, pero su blindaje hacía totalmente inútil cualquier impacto. Jeffers, del “USS Monitor”, quiso adelantarse más pero encontró que a menor distancia sus cañones no tenían suficiente elevación para batir la fortaleza, pues al estar elevada 34 mts sobre el río los unionistas no podían lograr la elevación necesaria. Y el “USRC Naugatuck” hubo de retirarse en medio del combate cuando su Parrott de 100 libras explotó.

El “Monitor” sólo recibió tres impactos, que rebotaron en su blindaje, pero sus dos cañones ofrecían una potencia de fuego insuficiente a la distancia en que se produjo el combate. Y el “Galena”, que hacía mejor blanco, sufrió mucho más. Trece impactos perforaron sus delgados blindajes y el buque quedó muy castigado.

Hacia el medio día los unionistas se retiraban con 14 muertos y 11 heridos por los 7 muertos y 8 heridos de los confederados. Lo más destacable de este combate fue la actuación del Cabo Marine John F. Mackie quien a bordo del “USS Galena” mostró su valor manteniendo un fuego sostenido de fusilería y cuando los artilleros navales de un cañón cayeron heridos reunió un grupo de marines para seguir manteniendo el fuego. Esto le convirtió en ser el primer marine que recibía la Medalla de Honor el 10 de Julio de 1863.

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Cabo Marine John F. Mackie quien a bordo del “USS Galena”

Esta acción no tendría mayor importancia, ni siquiera dentro de las acciones acontecidas durante la Campaña de la Península sino fuera porque Rodgers informó a McClellan de la posibilidad real de que la USNavy podía desplegar sin ningún impedimento tropas a tan sólo 16 Km. de Richmond. Pero esta probabilidad nunca fue contemplada por nuestro “Pequeño Napoleón”.

La prensa unionista, frustrada por la falta de victorias tras la esperada caída de Yorktown, se cebó contra el mando del Flag Officer Goldsborough, indignado por lo injusto de sus críticas insistió en que se retractaran, (ignorando que la Prensa jamás admite sus errores), y acabó dimitiendo pasándose a la reserva. Como su antigua zona naval estaba ya muy controlada, su escuadrón sería disuelto. Un par de flotillas, en las Hampton Roads y los Sounds, se encargarían de cualquier aparición confederada que saliera de sus ríos, y la pequeña zona del Sur de North Carolina fue agregada a la del Escuadrón Sur Atlántico de S.F Dupont.

Mientras McClellan, que había permanecido en Williamsburg hasta el 8 de Mayo, avanzó lentamente haciendo contacto con Fitz John Porter en West Point el día 13. Luego envió entre el 15 y el 16 de Mayo a la caballería de Stoneman a White House, un minúsculo lugarejo sobre el Pamunkey, casi todo propiedad de la esposa de Robert E. Lee, que había heredado de George Washington la “casa blanca” que le daba el nombre, y un estupendo puerto fluvial donde McClellan planeaba instalar su base logística.

Al fin el unionista había conseguido que se le enviaran las divisiones de Sykes y McCall, y luchaba por obtener también la fuerza de McDowell. Además creó dos mandos más de Cuerpo de las divisiones de Porter y Franklin, reduciendo los efectivos de los cuerpos a dos divisiones, reorganizando el Ejército del Potomac de la siguiente forma:

II Cuerpo. Edwin V. Sumner
División Israel B. Richardson
División John Sedgwick
III Cuerpo. Samuel Peter Heintzelman
División Philip Kearny
División Joseph Hooker
IV Cuerpo. Erasmus D. Keyes
División Silas Casey
División Darius N. Couch
V Cuerpo. Fitz John Porter
División George Sykes
División George W. Morrell
VI Cuerpo. William Buell Franklin
División William F. Smith
División Henry W. Slocum

División de Caballería Philip St. G. Cooke
División de Reserva de Pennsylvania George A. McCall

En cuanto a la antigua División de Porter, había sido canibalizada, yendo a parar una de sus brigadas a la de Sykes, que sólo tenía dos de regulares, y el resto a completar otras formaciones y cubrir bajas varias.

Respecto al esfuerzo de McClellan por obtener las divisiones de McDowell, el Presidente se negaba a enviarlas por mar, afirmando que el camino directo a Washington nunca debía quedar descubierto, y sólo aceptaba que se le unieran cruzando el Rappahannock bajo expresa condición de que su posición en el despliegue nunca las obligara a dejar de cubrirlo.

Sólo que para torpedear un acuerdo de este tipo Robert E. Lee, como consejero militar próximo al Presidente Davis, había logrado que se otorgara a “Stonewall” Jackson sustanciosos efectivos y manos libres para actuar en el Shenandoah, con el encargo expreso de fingir una amenaza que descendiendo el valle contra el Harper’s Ferry, insinuase la posibilidad de una conversión de frente al Este contra Washington.

 


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