Beato de Urgel, de hacia el año 950. Toma de Jerusalén por Nabucodonosor. Los defensores  están equipados con adargas circulares. La parte exterior de los escudos (con la decoración radial y cuatro o más remaches) y la parte interior.  Las armas ofensivas son una gran espada, un arco ¿compuesto? y lanzas con cruceta
 
Imagen del Beato de Urgel, de hacia el año 950. Representa la toma de Jerusalén por Nabucodonosor. Los defensores de la ciudad están equipados con adargas circulares. Resulta interesante porque se puede observar la parte exterior de los escudos (con la decoración radial y cuatro o más remaches) y la parte interior. Parece que no se llevaban embrazados sino asidos. Las armas ofensivas son una gran espada, un arco ¿compuesto? y lanzas con cruceta (por cierto que la punta de la flecha del arquero también tiene cruceta).
 
FASE 1 (Siglo X y primera mitad del XI). LA PANOPLIA LIGERA.
 
LA INFANTERIA
 
Lo que más llama la atención de este periodo es la homogeneidad del armamento. La misma panoplia es usada por los andalusíes y por los cristianos, al menos en lo que hace al núcleo castellano-leonés. Como esta fase coincide con la hegemonía de Córdoba habría que concluir que el armamento utilizado tendría básicamente un origen andalusí y se iría expandiendo hacia el norte acompañando a los triunfantes ejércitos omeyas. Más al este, en los núcleos pirenaicos, la influencia transmontana se dejará notar y el armamento será bastante diferente.
 
El elemento más característico del guerrero hispano durante esta fase es un escudo redondo de pequeñas dimensiones que se suele denominar adarga o rodela. La adarga estaba confeccionada con cuero o pieles dobladas y perpunteadas y carecía de tablero. Suele presentar cuatro remaches que interiormente sujetan las correas con que se embrazaba. Esas mismas correas permitirían cargarlo al hombro durante las marchas y colgarlo de los borrenes o arzones de la silla de montar. En muchas ocasiones la superficie de la adarga presenta unas líneas radiales que podrían responder al modo en que se unían las piezas de cuero o ser méramente decorativas. Como el motivo recuerda a los discos solares celtas se ha pretendido ver un origen prerromano para las adargas, pero dado que en otras partes del Mediterráneo se representan soldados musulmanes portando escudos idénticos habría que dar poca credibilidad a la propuesta. La adarga se considera en esta fase como un escudo “universal” ya que es usado tanto por los andalusíes como por los cristianos del norte y tanto por la infantería como por la caballería.
 
Si nos limitáramos a la iconografía de la época se podría concluir que la adarga era el único elemento defensivo empleado durante esta fase puesto que tanto los cascos como las lorigas brillan por su ausencia. Se ha tratado de explicar esto por la supuesta costumbre de llevar los elementos defensivos bajo las vestimentas e incluso se han interpretado que las picudas capuchas de unos jinetes pintados en uno de los “beatos” podrían estar ocultando unos cascos cónicos. Lo cierto es que no hay ni una sola representación de loriga o cota anterior al año 1050 (con las excepciones catalanas que luego mencionaremos) y solo parece existir la representación de un casco cónico (un Spangen-helm de tradición germánica) en la Biblia de San Isidoro del año 960. Según “Los anales palatinos de Al-Hakam II” unas pocas unidades de élite cordobesas se caracterizaban por el uso de lorigas y cascos. Al-Razi menciona también que algunos contingentes armados a la manera cristiana llevaban cascos semiesféricos de un modelo que denomina “bayda”. El uso de cascos se complementaría con el del almofar o capucha de malla. Que esos elementos sean propios de unidades de élite indicaría que el resto de las tropas carecía de ellos. En los textos castellano-leoneses la primera mención de defensas personales no la encontramos hasta el año 1034 en un documento de compra-venta en que se valoran “duos elmos laborados in LX solidos, una loriga de LX solidos”, aunque podrían haberse empleado corazas de cuero antes de esa fecha.
 
Dentro de las armas ofensivas destacan la espada, la lanza, el arco y la honda.
 
Se distinguen tres tipos de espadas: la espada franca de doble filo y canal central, que tendría un origen otónida o vikingo (hay también espadas de origen vikingo con pomo trilobulado), espadas “indias” con pomo trilobulado, y espadas de tipo “universal” con pomo esférico y arriaces rectos. En todos los casos se trata de espadas de hoja recta.
 
Las lanzas serían de dos tipos por su función: lanzas arrojadizas y lanzas empuñables. Las lanzas empuñables permitirían a la infantería formar una barrera defensiva contra la caballería aunque el pequeño tamaño de las adargas sería más apropiado para una infantería “ligera” que emplease formaciones abiertas antes que para una infantería de línea capaz de sostenerse frente a la caballería. A nivel teórico se pueden calificar como lanzas empuñables las que llevan una cruceta que evitaría que la punta se clavase demasiado y no pudiera recuperarse. Siempre a nivel teórico con las lanzas arrojadizas se buscaría el efecto contrario: que resultaran difíciles de desclavar para que el enemigo no pudiera devolverlas. Las fuentes escritas mencionan las lanzas francas, que se caracterizarían por sus anchas hojas. Un historiador moderno ha querido reconocer en uno de los beatos un zupin dailami: una lanza (o javalina) con una segunda punta en el lugar de la contera que es característica de las tribus montañesas del este de Irán, pero la identificación resulta un tanto aventurada.
 
Respecto a los arcos habrían dos tipos básicos: el arco simple y el arco compuesto (denominado en las fuentes arco árabe o arco turco). Las fuentes mencionan también los arcos francos, que probablemente eran ballestas. La ballesta, aunque conocida, debía ser un arma de uso muy restringido durante este periodo. La primera representación artística de una ballesta en la península está datada en el año 1086.
 
También serían usadas con profusión las hondas, ya sea la honda sencilla o la honda con proyector (también llamada honda de fuste o fustíbalo). El uso del proyector permitía lanzar proyectiles de mayor tamaño a mayor distancia y su uso era especialmente apreciado en los asedios, tanto por los defensores como por los atacantes. También aparecen frecuentemente representados en los beatos guerreros cuyo único armamento ofensivo son piedras. Eso si, estos “lanzadores de piedras” aparecen equipados con la ubicua adarga circular.
 
 
 
 
 
 
El mismo tema pero esta vez del Beato de San Miguel de la Escalada o Beato Thompson (año 960 aprox.). El armamento es muy similar. Como novedad la presencia de un lanzador de piedras que se protege con una adarga. Otras adargas cuelgan de las almenas a modo de decoración.
 
Resultado de imagen de Beato de Fernando I y Doña Sancha jerusalen
 
De nuevo el mismo tema pero con una fecha bastante posterior: del Beato de Fernando I y Doña Sancha, del año 1047. No hay ninguna evolución en el armamento de los defensores de la ciudad.
 
Resultado de imagen de Beato de Gerona
 
Este angel del Beato de Gerona (año 975) está representado con el armamento estandar del infante de este periodo: lanza empuñable con cruceta y adarga circular.
 
Resultado de imagen de relieve de la “Arqueta de Leyre”
 

 

Como evidencia de que los combatientes andalusíes compartían las mismas armas que sus enemigos cristianos tenemos este relieve de la “Arqueta de Leyre”, fabricada en Córdoba en el año 1004. El guerrero va armado de lanza con cruceta y se protege con una adarga con decoración epigráfíca.