Nacido en 1527 fue duque de Milán desde 1550, rey de Nápoles desde 1553 y de Inglaterra desde 1554. Tras la abdicación de su padre en 1555 fue proclamado Soberano de los Países Bajos y Duque de Borgoña y al año siguiente de la Corona de los Reinos Hispánicos, Sicilia y las Indias. 

Después de sus numerosos viajes se estableció definitivamente en la Península, designando a Madrid como capital en 1561. Desde esta y posteriormente desde el Real Sitio de El Escorial gobernaría un extenso imperio casi sin desplazarse, gracias al desarrollo de una importante burocracia. 

Los años de reinado de Felipe II consolidaron la hegemonía hispánica en Europa. Además fue uno de los máximos impulsores de la Contrarreforma católica. Su reinado, pese a coincidir con un momento de máxima afluencia de metales preciosos de América, presentó graves problemas financieros, en 1557 se producía la primera bancarrota de la Hacienda. Esto fue debido a los enormes gastos militares a los que tuvo que hacer frente. 

La política mediterránea

En esta área se encontró con un conflicto no resuelto con el Imperio otomano, especialmente con el corso magrebí. Tras la pérdida de Trípoli en 1551 y la derrota y pérdida de la isla de Djerba en 1560 los turcos se dispusieron al asalto de Malta en 1565. Asalto que fue rechazado gracias a la ayuda enviada desde Sicilia. 

En 1570 nuevamente el Imperio otomano se lanzaba al ataque, en esta ocasión contra la isla veneciana de Chipe. Esto hizo que la República veneciana buscase el apoyo de otros Estados para frenar el avance turco. En 1571 se creaba la Liga Santa de la que además formaban parte los Estados Pontificios, la Monarquía Hispánica y Génova, entre otros. Ese año la armada de la Liga al mando de Don Juan de Austria, realmente de Álvaro de Bazán, derrotaba a los turcos en la batalla de Lepanto. Sin embargo no se explotó el éxito, en 1573 se ocupaba durante tan sólo un año Túnez. Finalmente ambos Imperios firmarían una serie de treguas que trajo una relativa calma al Mediterráneo a partir de 1580. 

La revuelta de los Países Bajos

La sublevación de los Países Bajos tuvo unas motivaciones políticas, fiscales y fundamentalmente religiosas. El calvinismo se había propagado por diversas regiones de Flandes y su incorporación a la Monarquía hispánica les hacía sentirse como extranjeros, con un rey que no residía en su territorio. 

Estaban gobernados desde 1559 por Margarita de Parma, hermana de Felipe II. Al conocer la decisión de aplicar los acuerdos del Concilio de Trento y la implantación de la Inquisición la baja nobleza se concentró en Bruselas el 5 de abril de 1566 en el palacio de la gobernadora (mendigos) solicitando más libertades.

 El Príncipe de Orange, el Conde de Egmont y el Conde de Horn volvieron a pedir a Margarita de Parma más libertad. El 14 de agosto un grupo de calvinistas asaltó la principal iglesia de Saint-Omer. Le siguió una rebelión generalizada en Ypres, Courtrai, Valenciennes, Tournai y Amberes. 

Felipe II optó por la fuerza. Se acordó mandar al Duque de Alba a sofocar las rebeliones. El 28 de agosto llegaba a Bruselas y efectuó una durísima represión (Tribunal de Tumultos) ajusticiando a los nobles rebeldes, Egmont y Horn fueron ejecutados en 1568. 

Felipe II buscó soluciones más diplomáticas con los nombramientos de Luis de Requesens, Juan de Austria (Saqueo de Amberes y Furia española de 1576) y Alejandro Farnesio, que consiguió el sometimiento de las provincias católicas del sur en la Unión de Arras. Ante esto los protestantes formaron la Unión de Utrecht. Además en 1581, bajo el mando del príncipe Guillermo I de Orange, las provincias de Brabante, Güeldres, Zutphen, Holanda, Zelanda, Frisia, Malinas y Utrech proclamaron su independencia. 

Antes de su muerte Felipe II cedió el territorio de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia y su yerno el archiduque Alberto de Austria en 1598. 

Francia

A su llegada al trono el rey se encontró en guerra con Francia por el control de Italia, Guerra Habsburgo-Valois (1547 - 1559). Los franceses sufrieron dos severas derrotas en San Quintín en 1557 y Gravelinas en 1558, esto hizo que tuviesen que firmar la paz de Cateau-Cambresis donde además de acuerdos territoriales se acordó el matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois, hermana de Enrique IV de Francia. 

Esta fue una de las mayores victorias de Felipe II, ya que además Francia se sumió durante un periodo de casi 30 años en guerras de religión entre católicos y hugonotes, durante las cuales el monarca apoyó a los católicos encabezados por el duque de Guisa. Los tercios españoles llegaron a estar en París y se llegó a pensar en conseguir el trono francés para su hija Isabel Clara Eugenia. 

Portugal

La incorporación de Portugal fue la culminación de un largo proceso con profundas raíces medievales, además se produjo gracias la política matrimonial desarrollada por los Reyes Católicos. A la muerte de Enrique I de Avís (enero de 1580) Felipe II se convirtió en el aspirante con más derechos al trono lusitano al ser hijo de Isabel de Portugal, primogénita de Manuel el Afortunado. 

En realidad la crisis sucesoria se había producido con la muerte del rey Sebastián I. Este era hijo póstumo del príncipe Juan, heredero del trono, y de doña Juana, hija del emperador Carlos. Nació en 1554, en medio de una alegría del pueblo al alejar la posibilidad de la unión ibérica. A los 14 años fue declarado rey. De espíritu exaltado e idealista, se consideraba elegido por la providencia para realizar grandes hazañas en servicio de la fe. Estos ideales de raíz medieval le hicieron organizar una expedición a Marruecos en junio de 1578. En la batalla de Alcazarquivir, que tuvo lugar el 4 de agosto de 1578 el rey encontró la muerte, al igual que gran parte de la nobleza portuguesa. Los portugueses contabilizaron 7.000 muertos y cerca de 16.000 prisioneros. 

La Corona pasó al anciano cardenal-infante don Enrique, hijo de Manuel el Afortunado y regente entre 1562 y 1568. Su avanzada edad presagiaba un pronto replanteamiento del problema sucesorio. 

La situación en Portugal tampoco invitaba al optimismo. Desde mediados del siglo XVI se habían empezado a manifestar los primeros síntomas de paralización del crecimiento. Portugal adolecía de problemas estructurales en su comercio, el oro africano había dejado de reportar los beneficios anteriores, además el comercio con Oriente a través del Cabo hacía necesario el metal para equilibrar la balanza comercial. La derrota en Alcazarquivir supuso que a la aristocracia lusitana cautiva se la tuviese que rescatar mediante sumas fabulosas. Finalmente el Imperio portugués comenzaba a notar la intromisión de ingleses y holandeses, rivalizando e incluso expulsando a los marinos portugueses de algunas de sus rutas comerciales. 

En la corte existía un bando procastellano, encabezado por Catalina de Austria, hermana de Carlos V y abuela de Sebastián I. La figura de Felipe II, tío del difunto rey y sobrino de Enrique I, se presentaba como una fuente de recursos financieros, a través de la Casa de Contratación de Sevilla y la llegada de plata americana, y sobre todo en el rey enérgico que se necesitaba en ese momento, expulsando a los enemigos comunes que interferían el comercio colonial y sofocando los conatos de rebeldía del pueblo llano. El gran rival de Felipe fue Antonio, prior de Crato, nieto de Manuel el Afortunado, pero por línea bastarda. Este había sido nombrado gobernador de Tánger en 1578 y acompañó al rey Sebastián en su aventura marroquí. 

Felipe comenzó desde la muerte de Sebastián una intensa labor diplomática. El rey llamó a la Corte al cardenal Granvela, que ya había prestado buenos servicio a su padre el Emperador. Además pudo disponer el rey de un hábil negociador, Cristóbal de Moura, portugués pasado a España con el séquito de la reina Juana, viuda del príncipe Juan, madre de Sebastián y hermana de Felipe II. De Moura consiguió llegar a firmar un acuerdo con el rey-cardenal sobre las condiciones bajo las cuales Felipe II podría convertirse en soberano de Portugal. 

Enrique murió el 31 de enero de 1580 y en su testamento no dejaba heredero, además el Consejo de regencia que asumió el gobierno a su muerte tampoco se atrevió a designar a Felipe. En esta situación de vacío de poder Antonio se autoproclamó rey de Portugal el 24 de julio en Samtarem. Se imponía el recurso de las armas. Por iniciativa de Granvela, Fernando Álvarez de Toledo, tercer duque de Alba, fue llamado para dirigir las tropas que invadirían Portugal, derrotando al rey Antonio en la batalla de Alcántara, cerca de Lisboa, el 25 de agosto. Además una flota formada en Cádiz y al mando de Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz bloqueaba la desembocadura del Tajo. El episodio final se produjo en torno a las islas Azores. Antonio, con ayuda francesa, fue derrotado en 1582 en la batalla de la isla Terceira (Azores). 

Felipe fue coronado rey de Portugal en las Cortes de Thomar celebradas abril de 1581. El rey se comprometía a respetar los fueros y privilegios del reino, además Portugal sería gobernado en ausencia del soberano por un virrey, portugués o de la familia real. Se procedería a la creación de un Consejo integrado por portugueses y se reservaba el comercio con sus propias colonias. 

Esta anexión, que sólo duraría 60 años, supuso el mayor éxito del reinado de Felipe II. Con ella se lograba la unificación peninsular y la asociación de los imperios coloniales de mayores dimensiones. Parece ser que el rey desoyó el consejo del cardenal Ganvela de trasladas la capital de la monarquía a Lisboa, en un momento en que el principal eje geopolítico se alejaba del Mediterráneo para pasar al Atlántico. El rey abandonó Lisboa en 1583 para no regresar nunca más. 

Inglaterra

Felipe II fue rey de Inglaterra entre 1554 y 1558 en virtud de su matrimonio con la reina María Tudor. A la muerte de esta subió al trono Isabel I que comenzó una dura política religiosa anti católica que llevaría a su separación de Roma y la creación de la Iglesia de Inglaterra. Su defensa del protestantismo la llevó a apoyar a los rebeldes holandeses en 1585. Al año siguiente ejecutaba a su prima Maria I de Escocia. Además favoreció la piratería, Drake, y el esclavismo, Hawkins. 

El rey Felipe II proyectó la invasión de Inglaterra. Para ello contaba con el apoyo del papa, el cual había excomulgado a Isabel. Reunió a la casi totalidad de la flota en Portugal, eligiendo para mandarla a Don Álvaro de Bazán, sin embargo la muerte de este hizo que finalmente fuese designado el duque de Medina Sidonia. Debería navegar hasta Flandes y allí recoger a los tercios de Alejandro Farnesio. La Grande y Felicísima Armada (Armada invencible) no cumplió su objetivo y en el viaje de vuelta parte de ella fue desbaratada. 

En 1589 Inglaterra organizó La Invencible Inglesa o Contraarmada. Los objetivos ingleses eran atacar y saquear las costas españolas y provocar y apoyar una insurrección en Portugal contra su rey, Felipe II de España. Drake atacó La Coruña, aunque no consiguió desembarcar ni saquearla, sufriendo los ingleses unas 12.000 bajas y la pérdida de 20 naves. Además fracasó también en iniciar la revuelta de los portugueses contra Felipe II y en ocupar alguna de las Islas Azores, viéndose obligado finalmente a batirse en retirada sin haber logrado ni uno solo de sus objetivos y habiendo sufrido unas tremendas pérdidas de hombres y barcos. Moriría en 1596 de disentería tras varios fracasos en las costas de la América española. 

Política interior

Uno de los objetivos del rey fue el evitar la aparición de grupos reformados en los reinos peninsulares. Así los primeros núcleos protestantes se descubrieron en Sevilla y Valladolid en 1557-1558. La inquisición actuó muy diligentemente en la eliminación de los mismos, sobre todo teniendo en cuenta que era un momento de guerra de religión en Francia y de sublevaciones calvinistas en los Países Bajos. 

Esto llevó a Felipe II al cierre de los reinos peninsulares, con medidas como la prohibición de importar libros desde 1558. Además en 1559 se publicó una lista de obras prohibidas, el Índice, que fueron sistemáticamente requisadas de las bibliotecas públicas y privadas. El mismo año mediante una pragmática se prohibía a los castellanos el estudiar o impartir docencia en universidades extranjeras, salvo en el Colegio español de Bolonia, Nápoles, Roma y Coimbra. En 1568 para los de la Corona de Aragón y en 1570 para los flamencos. 

La Inquisición fue convertida en un instrumento de lucha contra la Reforma protestante. Esta no se detuvo ni siquiera ante la jerarquía eclesiástica. En 1559 el Santo Oficio detuvo al arzobispo de Toledo Bartolomé de Carranza, acusado de haber publicado afirmaciones heréticas. Aunque Carranza recibió el apoyo del concilio de Trento y del mismo papa no fue entregado a la jurisdicción romana hasta 1566. Tras un largo proceso el arzobispo fue absuelto en Roma en 1576, muriendo unos días después. 

También fue procesado el monje agustino fray Luis de León, escritor y profesor universitario en Salamanca. Se le acusó de realizar afirmaciones heréticas en su Comentario al Cantar de los Cantares. Tras varios años de prisión fue absuelto. También los diputados de la Generalitat de Cataluña fueron detenidos a causa de su oposición a la introducción de un nuevo impuesto de raíz eclesiástica. 

La historiografía tradicional considera que esta defensa del catolicismo e impermeabilización de los reinos hispánicos tuvo efectos nefastos, ya que supuso romper con el tronco cultural europeo, justo en el periodo en que se iniciaba la revolución científica. 

Pero el principal acontecimiento de la intolerancia religiosa fue la sublevación de los moriscos. Un nuevo decreto de 1567 prohibió el uso de la lengua árabe y de los vestidos y costumbres tradicionales, éste fue aplicado de forma inmediata acompañada de una fuerte actuación inquisitorial. Entre 1568 y 1570 se produjo la segunda rebelión de las Alpujarras, se encargó a don Juan de Austria sofocarla. Seguida de una fuerte represión los moriscos granadinos fueron dispersados por otras regiones de Castilla. 

El último problema a nivel interno fue la revuelta de Aragón de 1591-1592. Por su tradición foral, el reino de Aragón tenía amplias atribuciones políticas, entre ellas la obligación de que sus virreyes fuesen aragoneses. También destaca la figura del Justicia de Aragón, encargado de velar por la defensa de los fueros y libertades del reino. Tenía además, el derecho al fuero de manifestación, por el que podía retener en su propia prisión a los perseguidos por oficiales reales, hasta que se pronunciase sentencia. 

En 1590 el ex secretario del real Antonio Pérez, que estaba encarcelado desde 1579 por el asesinato del también secretario Juan de Escobedo, logró huir de la cárcel y pasar a Aragón amparándose en sus antecedentes aragoneses. Felipe II recurrió a la Inquisición, pero el intento de entregar a Pérez a la prisión inquisitorial provocó un motín popular en Zaragoza en mayo de 1591. Lo mismo ocurrió cuatro meses más tarde con el agravante de la liberación del reo. Finalmente un ejército real entró en Aragón en octubre de ese mismo año. El Justicia, Juan de Lanuza, fue ejecutado. Las Cortes aragonesas reunidas en 1592 tuvieron que aceptar una reducción de las atribuciones forales.