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5. Blitzkrieg: Objetivo Seúl.
 
El 28 de mayo desembarcaba en Busan la “2ª división” japonesa. Si la “1ª” era mayoritariamente cristiana, la “2ª estaba integrada por budistas de la secta Nichiren, y en un lugar destacado figuraba un emblema con la frase “Gloria al sutra del Loto”. Su comandante era Katō Kiyomasa, y la división la integraban 22.800 hombres: Katō (10.000), Nabeshima (12.000) y Sagara (800).
 
Para sorpresa y enfado de Kiyomasa, Konishi Yukinaga no se encontraba en Busan esperándolo. Según los planes de Hideyoshi, las tres primeras divisiones debían concentrarse en la cabeza de puente coreana y una vez reunidas avanzar cada una hacia Seúl por un camino diferente.
 
Yukinaga había decidido por su cuenta aprovechar la oportunidad y tomar delantera en la marcha hacia Seúl, a unos 450 km. de distancia de Busan. Probablemente su intención era ganar gloria personal, pero lo cierto es que con unos coreanos desconcertados parecía que un avance rápido podía otorgar grandes frutos y que no había excesiva necesidad de preocuparse de los flancos. 
 

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Heráldica de Katō Kiyomasa
 
De los tres caminos hacia Seúl a través de la montañosa Corea; la 1ª división tenía asignado el “central”. El primer obstáculo de relevancia en su camino era la fortaleza de Daegu; pero Yukinaga la tomó casi sin resistencia (28-V), antes de que los coreanos pudieran organizar adecuadamente su defensa. La milicia coreana se dispersaba ante el implacable avance japonés, así que cuando finalmente llegó procedente de Seúl el general Yi Il -comandante del Ejército de la provincia de Gyeongsang-, se encontró con que tenía que detener el avance japonés sólo con sus 60 jinetes de escolta y unos 800-900 nuevos reclutas a los que atrajo abriendo los almacenes de grano gubernamentales. 
 
El resultado fue el esperable. En el combate de Sangju (3-VI), Yi Il dispuso a su pequeño ejército en una colina y de los bosques cercanos aparecieron cerca de 6.700 hombres bajo el mando de Sō Yoshitosi, con los tiradores japoneses al frente. Los arcabuceros ashigaru se acercaron hasta las 100 metros, sin que los arcos coreanos en manos inexpertas pudieran impedirlo y empezaron a disparar. El pánico se extendió y la formación coreana se vino abajo, perseguida de cerca por los japoneses. Yi Il se deshizo de su armadura y huyó hacia el norte.
 

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La batalla de Sangju (ilustración del Ehon Toyotomi Kunkoki) 
 
En su huida hacia el norte, Yi Il descubrió con horror que el imponente paso de montaña de Joryeong estaba desprotegido. Al bajar de las montañas y alcanzar la fortaleza de Chungju, se lo comunicó a Shin Rip, general en jefe del ejército de las tres provincias centrales. Shin Rip se negó a aceptar el consejo de un “general derrotado”; veterano de las guerras del Norte contra los yurchen, tenía su propio plan de batalla. Shin Rip contaba con un importante contingente de caballería y estaba decidido a sacarle partido. 
 
Shin Rip desplegó un ejército de 8.000 hombres, apoyándose en la colina de Tangeumdae, cerca de una zona donde confluyen el río Han y su afluente, el Talcheon. Situó a sus fuerzas con el río Han a sus espaldas, probablemente en el convencimiento de que así lucharían hasta la muerte. Sí suponemos que los 8.000 mencionados eran guerreros (hay crónicas que hablan de un ejército de 100.000 coreanos); que al menos la mitad de la fuerza de la 1ª división no eran estrictamente combatientes y que ésta además esta habría dejado destacamentos por su camino; entonces tendríamos que tal vez las fuerzas a enfrentarse estaban más o menos equilibradas.
 
La batalla de Chungju o de Tangeumdae, tuvo lugar el 6 de junio. Yukinaga dividió su contingente en 3 para el ataque, dos fuerzas atacarían los flancos enemigos y otra de frente. Una vez en posición, los arcabuceros japoneses de los flancos empezaron a producir estragos, mientras que el cuerpo central japonés iniciaba su avance contra la colina. De nuevo los arqueros coreanos fueron incapaces de responder con eficacia y el pánico se extendió por las líneas coreanas; momento que aprovecharon los flancos japoneses para unirse al ataque.
 
La ferocidad del ataque japonés sorprendió a Shin Rip, que a duras penas consiguió hacer intervenir a su caballería. Sin embargo dada la confusión coreana y el hecho de que el terreno elegido era menos llano de lo ideal (había arrozales en la zona), las cargas coreanas fueron rechazadas con facilidad. Shin Rip se retiró tras ser alcanzado por varias flechas y contemplando la derrota de su ejército eligió suicidarse en el río. 
 
Los japoneses “recolectaron” 3.000 cabezas enemigas y tomaron varios cientos de prisioneros. Probablemente las bajas coreanas fueron muchas más, ya que muchos acabarían muertos en los ríos a través de los que tenían que escapar. Lo cierto es que el ejército de Shin Rip había dejado de existir en la práctica y el camino a Seúl estaba expedito.
 
 

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Caballería coreana, armada con arco y lanza.
 
Tras la batalla, Yukinaga se reunió con Kiyomasa que había descendido de las montañas justo detrás de la 1ª división. Tras desembarcar, la 2ª división había tomado el camino oriental sin encontrar demasiada resistencia. Prácticamente su única acción notable había sido la toma de Gyeongju (30-V), antigua capital del reino de Silla, tras una breve resistencia. Aunque la toma le repuso poca gloria militar si obtuvo una gran cantidad de botín. Finalmente en una rápida marcha llegó a Chungju por el este.
 
La reunión entre Konishi Yukinaga y Katō Kiyomasa fue muy tensa. Kiyomasa estaba molesto con los “laureles” conseguidos por Yukinaga, al que despreciaba. Hubo un momento en que tuvieron que ser separados, después de que Kiyomasa se burlara repetidamente del origen familiar de Yukinaga: una familia de comerciantes especializados en la venta de medicinas. Dado que había dos rutas para continuar hasta Seúl, se decidió que cada uno iría por una diferente y Yukinaga le cedió a Kiyomasa el derecho a elegir primero, éste sin dudarlo eligió sobre el mapa la ruta más directa y ordenó esa misma noche levantar el campamento y ponerse en marcha. Yukinaga hizo lo propio al enterarse de la marcha de su rival.
 

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Yukinaga (izquierda) y Kiyomasa (derecha) son sujetados para evitar que lleguen a las manos (ilustracion del Ehon Taikôki)
 
Kiyomasa había elegido la ruta más corta, pero en las proximidades de Seúl tenía que superar un importante obstáculo: cruzar el río Han en una zona en la que discurría a través de un ancho cauce, sin puentes y sin vados. Una fuerza coreana de cerca de 1.000 hombres aguardaba al otro lado del río, tras haber destruido todos los botes de la zona. El comandante coreano entró en pánico al ver aproximarse la fuerza japonesa y huyó, dispersándose acto seguido sus hombres. Así pues los japoneses pudieron cruzar sin oposición, tras haber construido balsas improvisadas, pero el proceso se alargo por fuerza durante bastantes horas. Horas que iban a resultar decisivas ya que cuando Katō Kiyomasa llegó a Seúl, en la mañana del 11 de junio, observó con disgusto como de las murallas ondeaban las banderas de su rival Yukinaga.
 
Las fuerzas de Yukinaga habían llegado unas horas antes y para su sorpresa las altas murallas de Hanseong (como se conocía a Seúl) estaban desguarnecidas. El único problema a la vista era construir escaleras lo suficientemente altas o buscar un medio de derribar la puerta de acceso, para lo que habría que esperar a la mañana siguiente ya que ya era de noche. Durante la inspección de la muralla se halló una exclusa de hierro para la evacuación de agua y el samurái Kido Sakuemon se las ingenió para forzar la exclusa usando como palanca los cañones de varios arcabuces atados entre sí. 
 
Hanseong se encontraba parcialmente saqueada. Originalmente contaba con una guarnición de cerca de 7.000 hombres, mal equipados en su mayoría y que tendrían difícil defender la enorme muralla de Seúl. Dada la situación se había decidido evacuar al rey Seonjo, así como toda la corte. La marcha del rey había desatado el pánico en la población civil de la ciudad que había huido en gran número, mientras otras habían aprovechado para darse al saqueo y la destrucción; no sólo de palacios sino también e intencionadamente de varios edificios gubernamentales como el registro de esclavos. El único consuelo coreano es que los saqueos y destrucción privaron de un notable botín a los conquistadores, ya que la corte Joseon en su huida había dejado atrás depósitos repletos de comida, armas, así como buena parte del tesoro real.

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Kido Sakuemon fuerza la esclusa de Seúl 
 
La “1ª división” japonesa había recorrido unos 450 km. en 20 días y la “2ª” había realizado la marcha a Seúl en sólo 15 días. Al poco llegaría la “3ª división” (11.000 hombres) liderada por Kuroda Nagamasa, que había desembarcado el 29 de mayo, procediendo a tomar inmediatamente el castillo de Gimhae al otro del río Nakdong, mediante un audaz asalto anfibio seguido de un asalto al castillo propiamente dicho, usando balas de cereal para hacer una “rampa de asalto” mientras los arcabuceros mantenían a los coreanos agachados. Las tropas de Kuroda tomaron 1.000 cabezas. A partir de ahí se trato de un avance sin sobresaltos tomando a la carrera posición tras posición. 
 
El resto de divisiones también había desembarcado y cubría la retaguardia japonesa, preparándose además para limpiar las zonas que las tres primeras divisiones habían obviado en su rápida marcha hacia Seúl. Quien no había desembarcado era Toyotomi Hideyoshi.
Hideyoshi había asumido en febrero el título de taikō (regente retirado), designando a su sobrino como kanpaku (regente) de Japón. Su intención era marchar a Corea una vez consolidada la cabeza de puente. Sin embargo se dio una combinación de las presiones de su madre, de los principales daimyō estacionados en Japón y de la propia corte imperial japonesa; para convencerle de no arriesgar su persona en la empresa coreana y permanecer (al menos de momento) en Japón para asegurar la estabilidad política. Hideyoshi aceptó retrasar su marcha hasta 1593 y provisionalmente puso al mando del ejército expedicionario a Ukita Hideie, un joven daimyō de 19 años casado con la hija adoptiva de Hideyoshi y comandante de la “8ª división”. 
 

 

6. La campaña del Norte: hasta Pyongyang... ¿y más allá?.
 
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Rey Seonjo de Joseon (r. 1567-1608)
 
El rey Seonjo había huido al Norte, refugiándose en Pyongyang. Tras un descanso de dos semanas en Hanseong/Seúl -y con la capital volviendo a cierta normalidad, tras reabrirse las tiendas-, la 2ª fase de la campaña comenzó. Nuevamente la vanguardia iba a estar compuesta por las divisiones 1ª (Konishi Yukinaga), 2ª (Katō Kiyomasa) y 3ª (Kuroda Nagamasa). Pero esta vez no iba a darse una repetición de la vertiginosa marcha anterior. Cuando llegaron al río Imjin -que hoy en día divide la parte occidental de las dos Coreas- se encontraron con un serio problema: un río ancho que discurre entre acantilados. En la otra orilla y fuera del alcance de los arcabuces japoneses, esperaban cerca de 10-13.000 soldados coreanos bajo el mando de Kim Myeong-won -comandante en jefe de los ejércitos coreanos-, que incluían a las recién llegadas unidades de caballería de la frontera del Norte. Los coreanos no sólo habían retirado todos los botes de la otra orilla sino que controlaban todos los puntos obvios de cruce, que dada la naturaleza del río no permitían un “asalto en masa” aunque los japoneses se hicieran con medios de cruce o trataran de usar los vados existentes.
 
Lo único que se les ocurrió a los mandos japoneses fue enviar un mensaje intimidatorio conminando a los coreanos a retirarse. La falta de un líder firme y experimentado como Hideyoshi parecía lastrar la búsqueda de alternativas al plan de campaña como por ejemplo tratar de remontar el Imjin y flanquear esa línea defensiva o buscar la manera de organizar una gran operación naval que consiguiera traer a la Armada japonesa hasta la desembocadura del Imjin (aunque la Armada para entonces ya tenía sus propios problemas como veremos más adelante).
 

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Retirada coreana al otro lado del río Imjin (ilustración del ETK)
 
La división de Kiyomasa se quedó durante 10 días observando a los coreanos al otro lado del río. El impasse parecía que se iba a prolongar durante largo tiempo, por lo que Kiyomasa decidió retirar sus tropas de la orilla del río -como ya habían hecho sus colegas- y se encaminó a una cercana fortaleza. Con un poco de suerte los coreanos se animarían a enviar alguna fuerza a la otra orilla y al menos sus hombres tendrían con qué entretenerse. No iba a resultar defraudado.
 
Ante la “huida” japonesa, el joven comandante Sin Kil urgió a sus colegas a lanzarse en su persecución, burlándose de las reticencias del veterano general Yu Geuk-ryang. Éste sintiéndose herido en su orgullo al ser tildado de cobarde afirmó que lideraría el ataque. Kim Myeong-won no pudo impedirlo a pesar de desaprobarlo dado que su liderazgo del ejército era bastante frágil; de hecho tuvo que contemplar impotente como al ataque se unían los 3.000 hombres de Han Ung-in, un oficial gubernamental con permiso expreso de la corte para no acatar las órdenes del comandante en jefe.
 
La batalla del río Imjin (6-VII) comenzó cuando tras cruzar una parte del ejército coreano el río chocó con las avanzadillas japonesas en un bosque cercano, sufriendo la caballería coreana a manos de los arcabuceros. Rápidamente Kiyomasa intervino con más de sus fuerzas obligando a los coreanos a luchar en una posición incómoda con el río a sus espaldas, unos coreanos desconcertados al ver como eran ellos los atacados y no al contrario. Kil y Geuk-ryang pagaron con sus vidas por su osadía e imprudencia. El pánico se extendió pronto entre los coreanos, que se pelearon entre sí por alcanzar los botes y/o los vados que les permitieran regresar a la otra orilla. Los japoneses les perseguían de cerca y consiguieron incluso hacerse con unos cuantos botes. 
 
La cosa hubiera quedado en un revés coreano de no ser tan contagioso el pánico. Los japoneses poco podían hacer ante el grueso del ejército coreano que todavía permanecía en la otra orilla. La espoleta del desastre la inició la huida a caballo de un anónimo oficial civil; entre las filas coreanas se corrió la voz de que quién huía era el general en jefe Myeong-won. El ejército se desintegró y el cruce del Imjin quedó despejado.

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Las ocho provincias de Corea
 
Tras el cruce del Imjin, el estado mayor japonés en Corea: Ukita Hideie y los consejeros que le había asignado Hideyoshi, completó la asignación de tareas para las diferentes “divisiones”. A cada una de las 8 provincias coreanas se le había asignado una “división”. Algunas provincias todavía estaban pendientes de conquista, mientras que otras debían ser aseguradas y eventualmente asimiladas al sistema japonés. No hay que olvidar que la idea de Hideyoshi era tratar a las provincias coreanas como se había hecho con las provincias japonesas sometidas por sus fuerzas. Además de las ochos divisiones ya desembarcadas, se hizo cruzar a la 9ª división, e incluso se reunió una suerte de “10ª división” con hasta 10 contingentes de tropas presentes en Nagoya. La distribución quedó de la siguiente forma:

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La distribución de fuerzas suponía alejar a Katō Kiyomasa hacia el noreste, alejándolo de Yukinaga que se quedaba con el “premio gordo” de perseguir al rey coreano hasta Pyongyang y conquistar la provincia fronteriza con China, el objetivo final. La división de Kuroda Nagamasa cubriría su retaguardia, pacificando la provincia de Hwanghae y después se reuniría de nuevo con la 1ª división para servirle de apoyo.
 
Dejaremos para más tarde las aventuras de Kiyomasa y nos centraremos en la marcha hacia Pyongyang. La 1ª división (seguida por la 3ª) alcanzó el día 16 de julio la orilla sur del río Taedong. Nuevamente los japoneses enviaron mensajeros demandando “paso franco” hacia China. Al otro lado del río se encontraba la fortaleza de Pyongyang. El rey Seonjo había huido de la ciudad; y lo mismo habían hecho muchos ciudadanos, alarmados por la marcha del rey. Sin embargo quedaban atrás los 10.000 hombres del general Kim Myeong-won, con órdenes de defender la fortaleza.
 
Los mandos coreanos parecen haber decidido que era urgente conseguir algún tipo de victoria sobre los japoneses, antes de que el desánimo se apoderara del ejército y de los residentes que todavía permanecían en la ciudad (imprescindibles para colaborar en la defensa de las murallas). El audaz plan coreano era realizar un ataque nocturno al otro lado del río. 
 
La organización del asalto nocturno llevó más tiempo del esperado, pero aun así se consiguió asaltar por sorpresa el campamento de Sō Yoshitoshi, causando cientos de bajas. Sin embargo ya amanecía y el resto de fuerzas japonesas pudo reaccionar. Tropas de la división de Kuroda Nagamasa, acudieron con prontitud, pusieron en fuga a la vanguardia coreana y atacaron a las tropas coreanas que estaban todavía efectuando el cruce.
 
Las tropas coreanas puestas en fuga y que quedaron atrapadas en la orilla sur, sin acceso a botes, no tuvieron más remedio que retirarse hacia un vado en el río; vado que los japoneses desconocían y que ahora descubrían con alborozo. 
Un descorazonado Kim Myeong-won -consciente de que los japoneses pronto cruzarían en fuerza el Taedong-, ordenó hundir los cañones en un estanque y después abandonar la fortaleza. Para cuando llegó Yukinaga (20-VII), Pyongyang se encontraba totalmente desierta; eso sí con los almacenes de arroz intactos debido a un descuido de los coreanos.

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Las tropas japonesas persiguen a las coreanas a través del Taedong (ilustración del ETK)
 
Las noticias de la caída de Pyongyang alcanzaron al rey Seonjo en su camino a la búsqueda de un refugio seguro. Bajo un sentimiento de que la nación “estaba arruinada” se decidió la retirada hacia la ciudad de Uiju en el río Yalu , la frontera del reino de Corea. Una vez allí sería cuestión de decidir entre el exilio o aceptar ser capturado por los japoneses. Sin embargo antes de llegar a Uiju recibió buenas noticias: las primeras tropas chinas ya habían cruzado la frontera. China finalmente acudía en ayuda de la desdichada Corea.
 
Por su parte Yukinaga se conformaba con la captura de Pyongyang y la desembocadura del Taedong. Sí había que proseguir hasta China, tocaba reorganizar la fuerzas, mandar nuevas tropas a Pyongyang; bien por tierra o preferentemente por mar, ya que sería más rápido y el concurso de la armada japonesa sería importante para superar nuevos obstáculos como el río Yalu . Sin embargo para entonces ya hacia tiempo que la armada japonesa había descubierto que su rival coreana estaba bien lejos de estar acabada.
 

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Heráldica de Sō Yoshitoshi (Emmanuel Valerio)