La sublevación de Casado produjo un gran desconcierto entre los dirigentes comunistas, que fue creciendo conforme llegaban noticias del enfrentamiento militar de las calles de Madrid durante la noche del 5 al 6.

La resistencia militar de los comunistas en Madrid había sido fruto de una iniciativa de carácter local, y estaba desligada de ningún plan ideado y ejecutado a instancias de los dirigentes del partido. Esto quedó demostrado porque la reacción comunista capitalina no se repitió en ningún otro lugar de la España republicana. Los acontecimientos de Madrid tuvieron una repercusión muy limitada en otros ámbitos, sin llegar a generar, en ningún momento, el riesgo de un contagio en cascada. Fuera de la capital de España no se proyectó ni se preparó previamente una respuesta de tipo militar. Cuando, después del día 5, se intentó alguna iniciativa en este sentido, las vacilaciones y las reservas las hicieron naufragar.

La resistencia militar efectiva habría exigido por parte comunista un plan global, con acciones simultáneas en todos los ejércitos. El ejemplo más convincente procede del Ejército de Extremadura, bajo las órdenes del general Escobar, o en el caso de la ciudad de Murcia. Casado no necesitó la colaboración del ejército para dominar la situación fuera de Madrid. A través de las fuerzas de orden público logró éste el control de las principales ciudades republicanas. Los partidarios de Casado pronto se hicieron con el control de Alicante. Por su proximidad a la residencia de Negrín, Alicante se convirtió en un punto de importancia neurálgica.

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El informe que elaboró Togllatti el 21 de mayo de 1939 sobre la situación coincide, en sus líneas generales, con otras informaciones que no hacen más que corroborar el texto del comunista italiano. En el describe fielmente una realidad vivida con turbación y desesperación por la plana mayor del comunismo español.

Tras una noche tensa, a las nueve de la mañana del 6 de marzo Checa, Delicado y Togliatti llegaron a Murcia, al edificio del partido. Allí el ambiente era de profunda turbación y de ausencia de información, porque las comunicaciones con el exterior habían quedado cortadas. Aunque se aventuraba cuál iba a ser la decisión del gobierno, se desconocía a ciencia cierta el alcance de las últimas disposiciones. Después de una rápida consulta Togliatti aconsejó a sus camaradas la posible táctica a seguir. En primer lugar, había que solicitar a Negrín que llegara a un mínimo acuerdo con Casado para limitar el riesgo de una guerra civil en el interior del campo republicano. Era la mejor solución inmediata para ganar tiempo. Parece ser que Negrín aceptó la sugerencia y redactó un nuevo comunicado que, seguramente, nunca fue transmitido a Casado.

Cualquier acción ofensiva quedó sin sentido por la marcha de Negrín y sus ministros hacia Toulouse, que Togliatti califica de «fuga». La noticia cayó como un mazazo. En pocas horas las fuerzas que enviaba Casado llegarían a Elda y coparían la dirección del partido. En un clima de desmoralización el comité central sé planteó su salida inmediata de España. «Dije enseguida a Checa -escribe Togliatti- que consideraba inadmisible, a pesar de todo, la salida de toda la dirección del partido, y él se mostró de acuerdo. Los camaradas de la dirección se reunieron, pues, por la noche, en el campo de aviación de Monóvar. Rápidamente fue examinada la situación. La moral de todos estaba bastante baja. Planteé a Modesto y a Líster la cuestión de si consideraban posible, militarmente, volver a hacerse con la situación. Ambos respondieron que no era posible y que el partido, solo y privado del apoyo del gobierno, no podía hacer nada.»

Tras una breve discusión se decidió que Togliatti, Checa y Claudín, como representante de las Juventudes Socialistas Unificadas, permanecieran por el momento en España para llevar a la práctica los acuerdos del Buró Político: «orientar al partido sobre la base del conocimiento de la situación general del país, conocimiento que en aquel momento no teníamos; se preveía la posibilidad, dada la fuga del gobierno, y la situación lo aconsejaba, de tomar contacto con la Junta; formar una nueva dirección del partido, capaz de trabajar en condiciones de semilegalidad o de ilegalidad; tomar las medidas necesarias para la evacuación de los cuadros del partido». Ignorantes de cuanto se estaba decidiendo en Monóvar, los comunistas madrileños seguían postulando la resistencia militar frente a Casado.

Paradójicamente el enfrentamiento contra el golpe y el ambiente represivo posterior dieron ventaja al partido comunista para preparar el futuro con respecto a otras organizaciones del Frente Popular. Llama la atención el contraste entre la desconfianza comunista, que no podía esperar nada bueno de unas hipotéticas negociaciones de paz, y la confianza, a veces ingenua, de otros grupos políticos.

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La confianza en la clemencia del enemigo paralizó incluso la acción defensiva y el instinto de conservación de un sector considerable del mundo político republicano. Cañas, gobernador civil de Murcia y militante socialista, transcribe la siguiente y sorprendente conversación con Besteiro el día 11 de marzo: «Mire usted, Cañas, los hombres que tenemos una responsabilidad, sobre todo en la organización sindical, no podemos abandonar ésta. Tengo la seguridad de que casi nada va a ocurrir. Esperemos los acontecimientos, y quizás podamos reconstruir una UGT, de carácter más moderado; algo así como las Trade Unions inglesas. Quédese usted en su puesto de gobernador, que todo se arreglará, yo se lo aseguro».

Foro de discusión:

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