Una breve reseña histórica de la Provincia de Misiones, y como los Padres Jesuitas, en unión con los Guaraníes defendieron un territorio, para un Rey lejano, que por intrigas palaciegas término echando de sus territorios a los Jesuitas que habían hecho una labor evangelizadora y de integración de sus habitantes.-
Hay en el territorio de mi querida provincia y en especial en mi pueblo natal Concepción de la Sierra, donde se encuentras restos de construcciones de la antigua misión Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Ibitiracua, muestras de la cultura guaranitica, que todavía no se le ha dado el valor que corresponde por parte del gobierno provincial .
LAS MISIONES JESUITICAS GUARANIES
Conocidas también como las Reducciones Jesuíticas Guaraníes integraron un conjunto de treinta pueblos misioneros fundados a partir del siglo XVII por la orden de la Compañía de Jesús conocida también como la Orden Jesuita y los aborígenes guaraníes y pueblos afines, que tenían como fin su evangelización y la sumisión de los mismos a la Corona de España de la cual eran súbditos directos y que se ubicaron geográficamente en las actuales provincias de Misiones y Corrientes en Argentina( quince poblaciones) en el Paraguay(Ocho poblaciones) ylas siete restantes en el territorio de las denominadas Misiones Orientales, situadas al sureste del Brasil; todas en la jurisdicción de la Provincia Paraguaria o del Paraguay dependiente en esos momentos del Virreinato del Perú y que abarcaba regiones de los actuales Paraguay, Argentina, Uruguay y partes de Bolivia y Brasil.
ORIGENES
Por una Real Cedula de 1608 se ordenó al gobernador de Asunción del Paraguay, Hernando Arias de Saavedra(Hernandarias) que los jesuitas se dirigieran a las regiones del Rio Paraná, del Guayrá y a las áreas habitadas por los guaycurúes.
Su misión era la de fundar pueblos y evangelizar a los indígenas que habitaban dichas regiones. Posteriormente se añadirían los pueblos de Itatin (al norte de Asunción) y del Yape (en el actual estado de Rio Grande do Sul, Brasil).
Las treinta misiones jesuitas guaraníes se localizaron en la geografía de los actuales territorios de las repúblicas de Argentina, Paraguay y Brasil, en derredor de dos de los más importantes ríos que conforman la Cuenca del Plata, el Paraná y el Uruguay, y en la selva subtropical conocida como “ monte misionero” en la provincia homónima y en especial de la mata o matto atlántico en la zona del Brasil .-
Los jesuitas fueron continuadores del exitoso sistema de planificación demográfico que el Virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo de las “ reducciones de indios
Así se creó la “República de indios” donde las misiones alcanzaron un alto grado de desarrollo.
En estos dos planos se podrá tener una ubicación geográfica de las poblaciones.
La primera misión jesuítica guaraní se fundó en 1609, en el actual territorio de Paraguay, bajo el nombre de San Ignacio Guazú.
El territorio de la actual provincia de Misiones, en la República Argentina, fue el que mayor concentración de reducciones tuvo ya que los jesuitas fundaron doce misiones entre los ríos Paraná y Uruguay en el área donde se produce el mayor acercamiento entre ambos cursos fluviales.
También erigieron los miembros de la Compañía de Jesús siete pueblos que se ubicaron al este del río Uruguay y que se conocieron con el nombre de Misiones Orientales, en un área que actualmente abarca el centro y el oeste del estado de Rio Grande do Sul , en Brasil y todo el norte de la República Oriental del Uruguay.
Las treinta misiones jesuíticas guaraníes fueron:
Población
Mucho se ha hablado de la cantidad de habitantes que tenia cada población, de acuerdo a la información compilada de los distintos registros y archivos, la estimación de la población de las misiones jesuitas guaraníes es la siguiente:
Organización política.
La política guaraní obedeció a su propia lógica, la cual fomentaba la unificación de las tekuas o aldeas (de hasta 300 000 habitantes) en volátiles alianzas que perseguían como fin último no sólo el control de los recursos naturales provenientes del ecosistema de la selva tropical, base de sustentación de toda su economía, sino también la búsqueda de la Tierra Sin Mal, creencia en la que se basaba sus creencias.
Tanto la figura de los karais o profetas pan-guaraníes (no adscritos a una tekua en particular sino a la "nación" en general) como la búsqueda de la tierra sin mal, fueron dos rasgos de la cultura guaraní que los jesuitas supieron aprovechar. Ellos también eran como los karaí (con los que compitieron durante los primeros años) portadores de una nueva: el "camino al paraíso" era compatible con el aguyé o camino de la perfección guaraní con destino a la Tierra Sin Mal.
Padres Jesuitas en la evangelización.-
Los padres misioneros aunaron los sistemas de valores y creencias de la cultura guaraní de la época prehispánica con la cosmovisión del catolicismo logrando la unificación de los guaraníes bajo la protección de las leyes de la Corona de España de la cual eran súbditos directos, sin depender de las autoridades locales y de las que directamente los jesuitas eran garantes. Los guaraníes también supieron aprovechar este hecho frente a la creciente expansión del frente colonial hispano portugués, en especial a partir de 1640, cuando el Reino de Portugal se independizó de los reyes de España.
La mayoría de los líderes políticos guaraníes de muchas tekuas aceptaron levantar iglesias, que eran símbolos de la protección divina y jurídica, aliándose en definitiva con lo que la Compañía de Jesús representaba. Otros líderes, por el contrario, se mantuvieron en guerra y continuaron el ciclo de enfrentamientos con sus propios connacionales: para un guaraní comerse a otro de ellos era de motivo religioso y no lo hacían a menudo. Porque según la tradición «...sólo los guaraníes son capaces de acumular energía para llegar a la Tierra sin mal».
El sistema político imperante mantenía a las reducciones estrictamente subordinadas al monarca español, quien ejercía su autoridad en América por medio de las Reales Audiencias de Lima y Buenos Aires. Por ello los jesuitas recurrían permanentemente al rey, solicitando autorizaciones o pedidos varios, favores y hasta privilegios. En algunos casos las solicitudes se dirigían a las audiencias y a los gobernadores.
Todas las misiones jesuitas fueron fundadas siguiendo el mismo modelo: la iglesia, la residencia de los padres y las casas regulares de los indios que se ubicaban a alrededor de una gran plaza.
El gobierno de cada misión tuvo muchas similitudes con las instituciones que los españoles trasplantaron al Nuevo Mundo desde la Península Ibérica, aunque le sumaron características particulares atendiendo a la idiosincrasia de los naturales de la región.
Reunión de un cabildo de una población
Como gobierno local, en cada reducción funcionaba un cabildo precedido por el corregidor, que era además la autoridad principal del pueblo, conocido entre los guaraníes como parokaitara "el que dispone lo que se debe hacer". Era confirmada su elección por el gobernador y generalmente el elegido era uno de los caciques del pueblo y solía ser a perpetuidad. De esta forma los jesuitas fueron continuadores de las instituciones indígenas ya que el jefe de la tribu era la máxima autoridad comunal.
Otras autoridades eran los alcaldes de primer voto y segundo voto, también llamados ivírayucu "‘el primero entre los que llevan vara". Ellos velaban por las buenas costumbres, castigaban a los holgazanes y vagabundos y vigilaban a los que no cumplían sus deberes. Esta autoridad se ejercía dentro del pueblo, junto con cuatro alcaldes de barrio, fuera de él había entre seis y ocho “comisarios” para los cuarteles o cuartos, en los que estaban divididos los alojamientos. Una veedora vigilaba a las mujeres, cuatro celadores a los niños y cuatro inspectoras a las niñas.
Además del corregidor y los alcaldes, el cabildo estaba integrado por un teniente de corregidor, un alguacil, cuatro regidores, un alguacil mayor, un alférez real, un escribano y un mayordomo, del cual dependían los contadores, los fiscales y los almaceneros. Los integrantes del cabildo eran electos cada 1 de enero por los que dejaban el cargo en una asamblea general y puestos a consideración de los sacerdotes y luego a confirmación del gobernador.
Los regidores se encargaban de inspeccionar el aseo y la limpieza en los lugares públicos y privados, controlando también la concurrencia de los niños a la escuela y el catecismo.
El alguacil era quien se debía encargar de ejecutar las órdenes del cabildo y de la justicia. La legislación misionera excluyó la pena de muerte, otro de los grandes avances que la organización jesuita incorporó en sus comunidades.
Organización militar
Las misiones guaraníes constituyeron un importantísimo freno a las aspiraciones expansionistas de los lusitanos, quienes alentaron la creación de las “bandeiras” que liderados por un “Capitao = Capitán se dedicaban a la caza de indios para venderlos como esclavos en en Sao Pablo, Rio de Janeiro y otras poblaciones cercanas a los campos donde se cosechaba los productos de la tierra.
Hay que recordar que desde los primeros tiempos de la conquista de América, la corona española otorgó a los indios o naturales americanos, el mismo estatus jurídico de hombres libres, equiparándolos a los vasallos peninsulares, ya que eran habitantes de tierras propiedad de la corona. Esta era la condición que tenían todos los pueblos originarios de América, algo que fue permanentemente violado por los conquistadores, y los posteriores gobiernos y españoles que aprovecharon la mano de obra de estos hasta convertirlos en esclavos.
Tras varias incursiones bastante exitosas en 1641 una gran tropa de bandeirantes paulistas fue vencida en la batalla de Mborore. Estos volvieron a intentar atacar en 1652 y 1676 pero en ambas ocasiones el Gobernador del Paraguay consiguió detenerlos gracias a la participación de las milicias jesuitas.
Los permanentes ataques de los bandeirantes forzaron a una mayor militarización de las misiones. Si bien las leyes no permitían la posesión de armas de fuego por parte de los indígenas Las reducciones empezaron a fortificarse y a formar milicias armadas y entrenadas en tácticas de guerra modernas gracias a que algunos sacerdotes, habían sido soldados y combinaron sus conocimientos con las ancestrales tácticas selváticas de los aborígenes De esta manera se constituyeron milicias permanentes a las que, a cambio de participar en campañas convocadas por los gobernadores de Asunción y Buenos Aires, se liberaba de la mita.
Aparte de esto, los guaraníes cooperaron frecuentemente en los asedios a la Colonia del Sacramento en 1680 lucharon 4000, en 1704-1705 3000 y en 1735-1736 otra vez tres mil.
Los milicianos guaraníes participaron también de las numerosas campañas de castigo contra otros indios como los guaycurúes, payaguas, y mbyas, feroces tribus del Gran Chaco que lanzaban frecuentemente ataques contra las haciendas y poblaciones del Paraguay. En 1702, además, derrotaron a los charrúas con los que habían entrado en conflicto por extensos territorios de la Banda Oriental (actual R.O.U.) aptos para que pastaran sus ganados. Sin embargo, la mano de obra guaraní no sería tan solo usada para apoyar en las campañas militares. Altamente cualificados fueron solicitados para ayudar en la construcción de fortalezas, destacando en especial las murallas de Montevideo.
Las milicias de las misiones tuvieron también una participación importantísima en la supresión de la Segunda Revolución Comunera del Paraguay (1721-1735) En 1724, tras años de conflicto entre los comuneros —que entre otras cosas solicitaban que las misiones quedaran gobernadas por corregidores que acabaran con la autonomía autárquica de estas— y los jesuitas en las cortes de justicia, el enfrentamiento se trasladó al campo de batalla cuando éstos últimos, siguiendo las órdenes del virrey del Perú Jose de Armendáriz prepararon un ejército de dos mil indios a orillas del rio Tebicuary aunque fueron atacados sorpresivamente por un ejército asunceño superior y vencidos. En 1726 los jesuitas, gracias a su apoyo al gobierno real, consiguieron la autonomía frente al gobernador de Paraguay y seis años después movilizaron siete mil indios para defender el Tebicuary de ataques desde Asunción En 1735, Bruno de Zabala, Gobernador del Rio de la Plata, decidió organizar una expedición con la que acabar con los rebeldes. Los jesuitas inmediatamente le dieron su apoyo, organizaron más de 6000 guaraníes cerca del Tebicuary y otros 6000 quedaron de reserva en sus misiones. Pronto se sumaron a la tropa de Zavala, más de 8000 hombres, que el 14 de marzo de 1735 obtuvo la decisiva victoria de Batalla de Tabapy marcando así el fin de la insurrección.
La demostración del poder militar de las misiones impresionó e intimidó a los vecinos de Asunción y Corrientes, que desde entonces desconfiaron de los misioneros sobremanera. Pocas décadas después se produjo la guerra guaranitica que terminó siendo usada como el principal argumento para expulsar a los jesuitas, a los que no se consideraba leales al rey.-
- Continuará -