Primera unidad de Caballeria Veterana del Ejército Argentino

INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

La Pampa Húmeda Argentina mide 600 km. de este a oeste y 1.000 Km. de sur a norte. Es, junto al Medio Oeste de EEUU, la llanura fértil más grande del planeta. Merced a su dominio, Argentina edificó una producción agrícola y ganadera que fue la base de su desarrollo como nación, y sigue siendo un sólido fundamento de su economía. En la superficie indicada existen más de 300 ciudades y pueblos. Sobre la misma se dispersó un torrente de
inmigrantes españoles e italianos y de otras naciones... Pero este es el final – por ahora - de una historia que comenzó mucho antes de la creación
del Estado Argentino.
Pedro de Mendoza funda Santa María del Buen Ayre en 1536. La expedición trajo caballos y vacunos. En 1541 la población es abandonada y los
españoles remontan el Río Paraná, toman el Río Paraguay y se instalan en Lambaré. Sobre este poblado guaraní fundan Asunción del Paraguay.

 

En la llanura pampeana quedaron caballos y vacunos, que se multiplican de manera notable. Las condiciones naturales eran las mejores: pastos y aguas en abundancia todo el año, suelo blando y llano, temperaturas no extremas y ausencia total de depredadores animales o humanos.
En 1580 el vizcaíno Juan de Garay, que llega al Plata desde el Perú, propone fundar Santa Fe de la Vera Cruz junto a un río que los nativos
denominaban Carcarañá y refundar Buenos Aires. Promete a los que integren la hueste que podrán apoderarse de todo el ganado equino y vacuno que puedan tomar. Ya se sabía, por correrías anteriores, de la mentada multiplicación de los ganados. La bandera de enganche obtuvo pleno éxito.
Apoderarse de esa riqueza cerril era un incentivo grande. La respuesta fue consecuente. La expedición se integró con 80 hombres, y sus mujeres, desde luego.
En poco tiempo se organizó la explotación de la riqueza ganadera, otorgándose permisos de “vaquerías”, que bien podrían llamarse “cacerías”,
ya que de eso se trataba. Cada permiso era a matar 10.000 animales. Salía una cuadrilla a buscar los rebaños. Los corrían desjarretándolos con una
cuchilla curva atada a la punta de una caña tacuara. Los animales, cortado el tendón, quedaban en tierra y los cazadores iban inmediatamente por otro y así sucesivamente. Les “bajaban la caña”, desde el siglo XVI viene ese dicho, que figuradamente quiere decir aplicar un duro castigo. Los jinetes volvían sobre los animales volteados, los degollaban y finalmente los cuereaban.
Para 1620 se otorgan las primeras “suertes de estancias”, autorizándose instalaciones fijas para criar la hacienda vacuna. Se registran las
primeras marcas de hacienda, modo de individualizar el ganado traído de España y manera de distinguir la propiedad de ellos como de una u otra
“estancia”. Entre éstas no había límites artificiales y la división natural –solo arroyos, cañadas o pequeñas lagunas- no eran suficiente para
impedir que los rebaños se mezclen. Las aguadas de tránsito eran de uso común y el trasporte del ganado en pie tenía libre paso, igual que la
mezcla, solo que al no existir agricultura no había perjudicados.
El beneficio principal que se obtenía del ganado eran los cueros, de múltiples usos, que eran cargados en el Puerto de Buenos Aires por navíos
holandeses. Este comercio estaba expresamente prohibido, pero el contrabando formó parte del uso y costumbre del Río de la Plata desde 1600
hasta la instalación del Virreynato en 1.776. Este delito era consentido por todos, incluidos los funcionarios, que, corrientemente, participaban
del negocio sin mayor rubor.
Los grandes rumiantes traídos por los españoles no encontraron competidores en la Pampa. Los animales americanos de mayor alzada eran el guanaco y el venado. Vacas y caballos cambiaron la fito-geografía de la llanura pampeana.

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Cuando llegan los españoles, la Pampa no tenía tapiz herbáceo bajo porque éste era ahogado por el pajonal alto de ciclo bianual. Pero los grandes
rumiantes se comían el brote alto del pajonal con lo que interrumpían el ciclo y descubrían el tapiz herbáceo, el que también se comían y luego de
rumiarlo lo defecaban en las cantidades que son de imaginar, dejando junto a su bosta las semillas del pasto bajo, que se conservaban dentro del mejor medio ambiente posible, el estiércol animal. Así, escatológicamente, la pampa se convirtió en una llanura de tapiz herbáceo. A su vez esta
conversión favorecía el desarrollo del ganado, lo que seguía haciendo mejorar la Pampa y así sucesivamente. Bueno es señalar que se trató de unos
veinte millones de cabezas de ganado criados en campo abierto, este proceso comenzó en 1536 y termina con la ocupación total de la pampa (entre
criollos e inmigrantes) allá por el 1900.
Así se fue organizando la vida económica en la banda occidental del Río de La Plata. Pero...

... En la pampa húmeda no había población autóctona antes de la llegada de los españoles. Solo existían unos grupos mínimos en la Sierra de la Ventana, al sur de la actual Provincia de Buenos Aires. Prueba de ello es la falta absoluta de yacimientos arqueológicos que se remonten a períodos
pre-hispanos. Algunos historiadores sostienen que esta ausencia podría deberse a que por la naturaleza del terreno –plano, muy herbáceo y blando- los yacimientos están pero no han sido aún descubiertos. Parece difícil que sea así porque la pampa húmeda ya tiene cien años de implantación de
granos y pasturas artificiales y los arados hasta ahora no han encontrado nada.
Otro argumento a favor de esta despoblación originaria sería que los dos animales pampeanos útiles – los mentados guanaco y venado - no son
trashumantes y se quedaban en el lugar de su territorio. Este territorio tenía que estar libre de la insoportable multitud de insectos varios, a la
que escapaban guanacos y venados. La única zona de esas características eran los faldeos de la Sierra de la Ventana y Sierra de Tandil, (Provincia de Buenos Aires) en el sur bonaerense. Por ello allí abundaban esos animales y allí se encontraron restos arqueológicos anteriores a la llegada de los
españoles.

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Cuando se multiplican los grandes rumiantes traídos por los españoles, al poco tiempo de ello ocurre un fenómeno migratorio desde allende la
Cordillera de Los Andes.
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En efecto, allí habitaba una etnia amerindia numerosa y con un nivel de civilización muy superior a los escasísimos aborígenes pampeanos. Así lo
cuenta Bernardo Canals Frau en su libro LAS POBLACIONES INDÍGENAS EN ARGENTINA. Dice: “Los araucanos representan el último de los elementos
indígenas establecidos en el país. Proceden de Chile y su inmigración es relativamente reciente. Hasta se puede decir que todavía perdura en la
actualidad. Pues la infiltración comenzada dos siglos y medio atrás sigue produciéndose a lo largo de la frontera de la Patagonia. Esa inmigración de
elementos araucanos ha dado lugar a un interesante proceso de cambio y sustitución étnica en nuestras grandes llanuras, que aún no ha sido bien
estudiado. Muchos autores, que desconocían las modalidades del proceso operado, tendían a creer que la población araucana había estado siempre
allí y buscaban sus rastros hasta en el Repartimiento de Indios que hizo Juan de Garay en 1582, poco después de refundar Buenos Aires. Y, como es
natural, el intento fallaba... Hoy disponemos de una serie de datos que nos permiten seguir casi paso a paso el interesante proceso de cómo un
pueblo, por infiltraciones constantes y sucesivas, y tal vez sin habérselo propuesto, se va extendiendo poco a poco hasta llegar a ocupar territorios
que se encuentran a más de 1.000 Km. de su hábitat primitivo.

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Tampoco está de más dejar sentado que esta sustitución se realizó en gran parte sin mayores violencias ni desplazamientos de la población anterior,
pues el reemplazo étnico, cuando lo hubo, estuvo acompañado de un proceso de adaptación y fusión por el cual una población que antes tenía una
cultura de tipo andino (los araucanos) se transformó bajo las nuevas influencias ambientales, en un pueblo que vivía de la ganadería, de la recolección y del pillaje... Fue desde el sur de Chile que se produjo la araucanización de parte de la Argentina. Los primeros indios no araucanos
que sufrieron la influencia de los de Chile fueron nuestros montañeses, especialmente los pehuenches. Los mapuches precisaban caballos para
sostener su guerra con los españoles de Chile y las llanuras argentinas estaban densamente pobladas de ganado caballar.

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Los indios “pampas” daban caballos y los araucanos entregaban mantas tejidas y otros productos de su cultura superior... Suele suceder que
cuando las relaciones entre dos pueblos son demasiado íntimas, se producen aculturaciones y amalgamas que pueden llevar a la desaparición de uno de ellos. Y esto fue lo que sucedió... La expansión araucana se extendió hacia el este en dirección a la pampa. Ya en la segunda mitad del siglo XVII se perciben influencias araucanas entre los pampas, pero las relaciones seguían a distancia. Hacia 1.710 ya se ve la presencia personal de los araucanos en la pampa y se puede seguir su acción. El primer dato es del año 1708. En esa fecha hubo una concentración de indios cerca de Villa
Mercedes, sobre el Río Quinto (Provincia de Córdoba). Y según consta de las declaraciones que recogen los funcionarios españoles, unos caciques
pehuenches convocan a la junta celebrada a indios aucas (araucanos) que venían de la guerra de Chile.

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Un año después, la penetración de los indios foráneos ha llegado a la pampa oriental. En acta del Cabildo de Buenos Aires del 23 de diciembre de 1709
se dice que en el curso de la expedición anual a las Salinas Grandes, los vecinos participantes se habían encontrado con indios que arreaban grandes
cantidades de ganado hacia Chile... En la sesión del mismo Cabildo del día 10 de febrero de 1710 el Procurador expresa: “que en las campañas de Buenos Aires había muchos indios araucanos que de la otra parte de la Cordillera de Chile han pasado a ésta con el fin de robar y destruir dichas campañas”.
Esta es la fecha en que comienzan actuar los araucanos en las pampas. En 1714 dice el Cabildo de Buenos Aires que: “De algunos años a esta parte se
continúan los insultos y maldades que en el hasta entonces pacífico distrito de Buenos Aires estaban cometiendo los indios aucas de la
jurisdicción del Reyno de Chile”. Luego, en 1715 se insiste en el mismo cuerpo sobre: “Las muchas y variadas hostilidades de robos, muertes e
insultos que habían ejecutado en los vecinos de esta ciudad y de las comarcanas los indios aucas desde hace más de tres años”. Efectivamente fue
a partir de 1710 que comienza la araucanización de la llanura central argentina... La sustitución no fue cosa de un día. A mediados del siglo
XVIII todavía los indios pampas hablan su propia lengua, pero la lengua araucana ya era – según el testimonio del Padre Faulkner - “la lengua más
pulida y la que con más generalidad se extendía en estas regiones”. Para fines del siglo XVIII ya todo es araucano en la Pampa. Desde comienzos de
su infiltración los araucanos se fueron constituyendo en grupos diversos, que a veces eran rivales. Cuando dominaron todo el territorio los grupos se
consolidaron. Nunca llegaron a constituir estados, pues su sociedad carecía de estratificación, pero sí hubo dinastías de jefes que perduraron en
varios lugares. Los ranqueles al norte con centro en Leuvucó (Ingeniero Luiggi, Provincia de Río Negro). Al sur estaban, con centro en las Salinas
Grandes y con pretensiones de dominar toda la pampa húmeda, otros araucanos que alcanzaron su mayor poderío bajo la dinastía de los Curá = Piedra. Si los españoles son inmigrantes en la pampa húmeda, los indios que les disputaron esta posesión también lo eran, pero llegaron después. La
inmigración transandina descrita tenía por objeto robar una riqueza implantada por los españoles: los grandes rumiantes.
Vale una digresión: se suele hacer paralelo entre la conquista y ocupación de las pampas argentinas con la conquista y ocupación que hizo Estados
Unidos de Norteamérica de las planicies de su Oeste. Pero hay algunas diferencias sustanciales. Los aborígenes norteamericanos habían obtenido el
caballo por consecuencia de la dispersión de los caballos mesteños que habían traído los españoles a Méjico. En efecto, el folklórico mustang no
es más que el descendiente dispersado y multiplicado de las jacas españolas. Otra diferencia es que los aborígenes norteamericanos eran los
efectivos ocupantes desde tiempos prehistóricos del suelo que les disputaron. Y la última es que el medio de vida de los mismos era el
bisonte o búfalo, riqueza pecuaria natural que estaba en el Oeste norteamericano desde tiempos prehistóricos. Aquí, por el contrario, los
caballos los trajeron los españoles, los vacunos los trajeron los españoles y los aborígenes se vinieron desde el sur de Chile a buscar esa riqueza. Ni
el caballo, ni la vaca ni el suelo eran de ellos. Es posible que haya regiones americanas en que el indígena fue despojado, pero no es este el
caso de la pampa argentina.

Desde el 1700 hasta bien entrado el 1800 se sucede el robo de ganado, que en gran medida pasa a Chile por los pasos cordilleranos del Neuquén

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¿Qué se hacía allí con ellos? Una cantidad importante se negociaba con comerciantes españoles que luego exportaban los cueros. ¿Cómo era esto
posible? La permanente enemistad entre las administraciones españolas de distinta jurisdicción lo explica. Abona ello el hecho de que Chile era
Capitanía General y la Gobernación de Buenos Aires apenas un extremo sin importancia del vasto Virreynato del Perú, pero la administración colonial
española del Siglo XVIII no era tan mala e ineficaz como se suele leer, o por lo menos no lo era en el Río de La Plata.

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La subdivisión de 1617 creó cuatro provincias:

- Buenos Aires: que abarcaba la actual Republica Oriental del Uruguay, el Gran Chaco (Chaco y Formosa), Corrientes, Entre Ríos. Santa Fe, y desde
Cruz Alta, en el sur de la actual Provincia de Córdoba hasta Tierra del Fuego, anexándose más tarde las Misiones Jesuíticas entre los ríos Paraná y
Uruguay
- Guayra: Actual Paraguay.
- Cuyo: Las actuales, Mendoza, San Luis y San Juan.
- Córdoba del Tucumán: Comprendía todas los territorios del norte y noroeste y un sector del Chaco, limitando a partir de Cruz Alta en la Provincia de Córdoba con la de Buenos Aires.

Todas en esos momentos, estaban subordinadas al Virrey de Lima, y en materia judicial a la Real Audiencia
de Charcas. La autoridad máxima de cada provincia estaba concentrada en el Gobernador y Capitán General, a quien competían las máximas responsabilidades civiles y militares, quien a su vez tenía sus Tenientes de Gobernador y los Sargentos Mayores (no en la jerarquía o grado que se conoce hoy).

Por Real Cédula de 1 de agosto de 1776, se creó el Virreinato del Río de la Plata, separando los territorios de las actuales Argentina, Bolivia,
Paraguay y la República Oriental del Uruguay del gobierno del Virreinato del Perú.


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Dentro de las distintas jerarquías militares que existían en el gobierno del virreinato estaba la del COMANDANTE GENERAL DE FRONTERAS, quien tenía
bajo su responsabilidad la vigilancia de la línea de fortines y recurría al empleo de las milicias cuando las tropas permanentes resultaban
insuficientes. Generalmente este cargo era ocupado por el comandante del cuerpo de Dragones y posteriormente por el de Blandengues.
Los riesgos acechaban a los dominios españoles en América, en especial en la América del Sur con la dilatada frontera que tenía entre sus
posesiones y el desconocido territorio en poder de los aborígenes, los cuales, al haber podido domesticar los caballos salvajes

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que poblaban la extensión de la pampa, empezaron a incursionar en los territorios dominados por los españoles y a saquear sus estancias y
poblaciones, donde era mas fácil conseguir los elementos necesarios para su subsistencia a la vez que adquirían bienes producidos por la “civilización” y cautivaban o mataban a los habitantes de las mismas.


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LAS OBRAS DE DEFENSA

Los constantes ataques perpetrados por los indios mediante los malones, llevo a que las autoridades crearan una línea, no de defensa, ya que esta
era literalmente imposible de realizar en la dilatada extensión a cubrir, pero sí de alerta temprana para las poblaciones y habitantes de la zona. Ello llevó a la creación de fortines, realizados con los escasos elementos conseguidos en la zona o los que se pudieran traer desde otras regiones.
Sus características no variaban mucho, comprendiendo generalmente un reducto cuadrangular de no más de 100 m. de lado, rodeado con un foso de
tres o cuatro m. de profundidad como mucho.

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Con la tierra de éste se realizaba el parapeto, clavándose sobre el mismo una empalizada de palo a pique. En el interior se construían ranchos para
alojamiento de la tropa, depósitos de pólvora y armamento y de provisiones, corrales pequeños para los caballos y un mangrullo que permitía visualizar una buena porción del territorio circundante. Normalmente estaban a la vera de un río o arroyo, a fin de permitir un aprovisionamiento abundante en caso de no contar con un pozo o aljibe. Posteriormente comenzaron a aparecer dos tipos de fortificaciones: los fuertes y los fortines; este último, generalmente era una instalación provisoria, que servía para demarcar la frontera y podía ser desplazado de acuerdo a las necesidades de expansión del territorio. Los fuertes, posteriormente llamados “Comandancias”, servían como alojamiento permanente a las compañías de Blandengues o Dragones y coordinaban la actividad y dotación de los distintos fortines, convirtiéndose muchos de ellos con el tiempo en ciudades de las provincias, en especial en la de Buenos Aires.
El esfuerzo de las autoridades coloniales fue inmenso. Se gastaron 200.000 pesos fuertes. Hubo, además, numerosas contribuciones no contabilizadas en metálico y en especie de los estancieros. En la región pampeana no había madera ni piedras. Todo debía ser llevado en carretas desde la costa del rio Paraná o del de la Plata.
La distancia a cubrir era inmensa. Desde Melincué hasta la desembocadura del Río Salado hay 450 km. de pampa abierta... ¿qué defensa era esa?
La hipótesis de defensa de Vértiz era que el malón indio no podía ser detectado –salvo delaciones, que las había- ni atajado cuando entraban en
el territorio de las estancias. Pero cuando se retiraban con el ganado robado, la velocidad de marcha se reducía a 30 km. por día y a ese ritmo se
los podía alcanzar antes que ganaran el Desierto, esto es, cuando pasaban el Río Salado hacia el sudoeste. El malón operaba sobre varias estancias y los avisos de los sufrientes permitían reunir las tropas de Blandengues y las milicias que se le sumaban. La línea de fronteras, ya avisada, se movilizaba hacia los lugares por los cuales se suponía que el malón trataría de cruzar el Salado. Los malones eran en verano y en esa época del
año el río no tenía muchos pasos apropiados para grandes cantidades de ganado –chúcaros y astados, muy distintos a los dóciles vacunos de hoy día-. En esos pasos buscaban al malón y allí lo peleaban.
Esto ocurrió con singular éxito cada vez que el malón se venía, lo que ocurría dos o tres veces al año. Se recuperaba parte importante de la
hacienda y algunos cautivos –mujeres y niños, a los hombres los mataban-.
La frontera fue inevitablemente descuidada cuando ocurren las Invasiones Inglesas (1806 a 1809).
Como ejercicio intelectual cabe preguntarse qué hubiera ocurrido si se hubiera seguido la política de guerra ofensiva propuesta por Cevallos.
Seguramente hubiera sido eficaz y la pampa se hubiera pacificado un siglo antes de lo que la fue. Pero, ¿era posible practicarla? ¿Con qué gente se
hubiera poblado siquiera medianamente un territorio de 1.000.000 de km²?
Con inmigrantes españoles, se podría contestar. Pero, ¿de dónde los hubiera sacado la poco poblada España de la época? De otras posesiones españolas de Europa, fácilmente se argumentaría. Pero esto no estaba en la mentalidad de la época, ideas que se remontan –quizá-, a cuando Carlos I y Felipe II resolvieron que el papel histórico de España estaba en Europa y no en América.
Después de 1810 hay diez años de guerras independentistas, luego, hasta 1862 permanentes o intermitentes guerras civiles y por último la Guerra de la Triple Alianza con el Paraguay de Francisco Solano López, y en todo ese tiempo debió postergarse la guerra ofensiva contra el indio que propuso
Cevallos, siguiéndose con la doctrina militar de Vértiz. Por fin, en 1878, el Ministro de Guerra Julio Argentino Roca retoma las ideas de Cevallos y
propone una guerra ofensiva, “llevarles malones a las tolderías”, la resume. Las cosas fueron rápidamente bien. Aunque es bueno recordar que los
soldados tenían, ahora, el Rémington a repetición.

FORTIFICACIONES DE BUENOS AIRES


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Los fuertes estaban ubicados en Roja, Salto, Luján, Monte, Ranchos y Chascomús, los que tenían como guarnición una compañía de Blandengues de
cien hombres. Los fortines se encontraban en Melincué, Mercedes, Areco, Navarro y Lobos, que tenían dotaciones integradas por milicias y Blandengues en número de dieciséis a veinte, los cuales debían ser relevados periódicamente (hecho que en la práctica, muchas veces, no
sucedía).

FORTIFICACIONES DE SANTA FE

Siguiendo la línea desde Melincué, se crearon fortificaciones en India Muerta, Pavón, Coronda Rosario, posteriormente en Salado, Saladillo,
Cululú, Sunchales, El Tío, San Nicolás o La Pelada, San Juan Nepomuceno, Nuestra Señora de la Soledad, Feliú. En 1796, se mejoró la línea desde San
Jerónimo, hasta el Arroyo Pavón y de allí a los de la línea de Córdoba.

FORTIFICACIONES DE CÓRDOBA DEL TUCUMÁN

Para contener los ataques a Río Tercero y Río Cuarto, se levantó uno en El Sauce (La Carlota) y posteriormente otro a corta distancia hacia el oeste, en Santa Catalina. El 1779, en Las Tunas, y posteriormente los de Saladillo, San Fernando y Concepción del Río Cuarto. Ante los intensos
ataques que se producían en la zona se decidió incrementar las defensas poniendo fortificaciones intermedias entre las ya existentes

FORTIFICACIONES DE SAN LUIS

Estaba el San Carlos, que más tarde se trasladó hacia el sur, denominándose San Lorenzo del Chañar, el cual dominaba la aguada del mismo nombre, la cual era estratégica ya que usada por los malones luego de cruzar el desierto camino al sur de Córdoba y Santa Fe. Otro fue el de San José del Bebedero, bastante ineficaz a causa de la falta de armamento de sus dotaciones

FORTIFICACIONES DE MENDOZA

A raíz de un ataque que llego casi a la ciudad en octubre de 1777, se reorganizaron y dotaron a las milicias, lográndose pacificar y lograr la alianza con los pehuenches, pero no obstante esto, se decidió crear una villa a la vera del fuerte de San Carlos, y posteriormente se llevó la frontera más al Sur y se creó San Rafael.

ANTECEDENTES DE LA CREACION DEL CUERPO DE BLANDENGUES



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Dicen los libros de Historia que el Regimiento de Patricios es la primera unidad del Ejército Argentino, por que la Revolución de Mayo lo transformó
en veteranos, es decir, lo profesionalizó. A pesar de ser esta medida muy importante, no alcanza para definir a los “Patricios” como el primer cuerpo militar veterano argentino. Sencillamente porque antes que los Patricios existía en el país una fuerza militar criolla y veterana, argentina y profesional: “los Blandengues”.
Los Blandengues de la Frontera, como su nombre lo indica, nacieron del peligro de la frontera y los continuos ataques de los indios pampas, que en
su intrepidez llegaron a pavonearse hasta cuatro leguas de la capital. La irregularidad del tipo de lucha con el indio, que contó en su favor con el
conocimiento del terreno, planteó la necesidad de crear un cuerpo militar adaptable a las durísimas condiciones del desierto y capaz de combatir a su habitante con sus propias armas.
Ese hombre criollo, el gaucho, que tenía sobre los españoles peninsulares superioridad en cuanto a instinto, manejo del caballo, astucia y resistencia, armas fundamentales contra la inmensidad de la pampa.

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La modificación con respecto a las fuerzas militares existentes estaría, entonces, en que la nueva fuerza debía estar constituida por “gente del
país” y que recibiese sueldo, para asegurar la continuidad del servicio: que fuese un cuerpo autóctono, pago, voluntario y por enganche. En
síntesis, que fuese una fuerza permanente y profesional.

Algunos dan como preexistente a comienzos del 1700 una compañía de frontera para la defensa de los ataques de los indios. En 1745, el Maestre
de Campo Juan de San Martín, acantonó en los pagos de Magdalena un destacamento de campesinos. En 1751, para estos autores el cabildo,
acuciado por los problemas de los ataques de los indios a las poblaciones fronterizas, levantó tres compañías destacadas a los fuertes de Luján,
Salto y El Zanjón.

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Otros dicen que el proyecto fue presentado por el teniente coronel Juan Francisco Basurco, hacendado de Arrecifes –una de las fronteras más
castigadas por el malón- y fue aprobado por el Cabildo de Buenos Aires, en febrero de 1751, quién resolvió crear dos escuadrones de caballería de
cincuenta hombres cada uno, pagados con fondos municipales. Si bien la fecha en que se autoriza la creación de la fuerza es el 18 de febrero de
1751, su constitución efectiva tendrá lugar el 16 de abril de 1752, cuando se produzca el alistamiento y pagamento de la primera de las tres
compañías.
Es importante reparar en esta fecha –16 de abril de 1752- porque es la fecha de enrolamiento de la primera unidad orgánica de oficiales y soldados
del ejército argentino al mando de un jefe, el capitán José de Zárate. Porque es la fecha en que sientan plaza los efectivos de la primera unidad
de caballería nacional, denominada “Compañía Valerosa”.
En cuanto al nombre “Blandengues”, es de origen popular y data del mes de junio, cuando el escuadrón de Zárate salió a campaña a defender los límites de la provincia, estableciéndose en la Guardia de Luján, hoy MERCEDES. El nombre deriva de la palabra “blandear”, o “blandir”, porque al desfilar ante las autoridades de la ciudad en la Plaza Mayor, agitaron sus armas con movimientos vibratorios, “blandieron” las lanzas de que estaban armados. La lanza ha sido siempre el arma más eficaz para la caballería, el arma más formidable para quién sabe hacer uso de ella.

Otros sostienen que en 1752 se creó el Ramo de Guerra, institución que mediante el pago de impuestos atendía a los gastos de mantenimiento de las
tropas de defensa de la frontera, lo que permitió la aparición de la primera unidad de Blandengues, organizándose la compañía LA ATREVIDA,
inicialmente en la laguna de Lobos, bajo el comando del Capitán Juan Blas de Gago, y que luego del ataque a este punto y a la reducción cercana, se
acantonó en el Fortín de El Zanjón (Partido de Brandsen).

A raíz del reordenamiento de la frontera se decidió el traslado del fortín de El Zanjón a otra zona más apropiada, eligiéndose la cercanía de la
laguna de Chascomús, ya que esta zona contaba con buenos pastos, agua y leña, a la vez que anulaba uno de los puntos de descanso usado por los
malones.

En este lugar, la compañía de blandengues “La Atrevida”, pasó a denominarse “La Conquistadora”, la cual en 1816, recibió la denominación de Compañía de Veteranos de Blandengues de la Frontera.
Dentro de las misiones de “La Atrevida”, estuvo la de tener parte de sus hombres cubriendo la defensa en 1758 de San Pedro de los Lobos (Partido de
Lobos). Posteriormente fueron reemplazados por Dragones y Milicianos. En 1779 tenia en el fortín de San Miguel del Monte (Partido de Monte) una
dotación de 98 blandengues y en 1822 fue asiento del Regimiento de Blandengues de la Frontera.

También fueron creadas dos compañías más, denominadas “La Valerosa”, asentada en Luján, y “La Invencible”, en Salto. Hay contradicciones al
respecto ya que algunos historiadores dan como primera a “La Valerosa”, al mando Capitán José de Zarate. Otros dan como creación de todas juntas estableciéndose de la siguiente forma:

- una se establecerá en la cabecera del río Arrecifes, en el paraje llamado El Salto
- la segunda mas allá del pago de Lujan, al paraje que llaman la Laguna Brava
- y la tercera en la Laguna de los Lobos, entre el pago de La Matanza y Magdalena, mas allá doce leguas cubriendo estos pagos...


Al crearse el Virreinato del Río de la Plata, se procedió a la disolución del Cuerpo de Dragones Provinciales de Buenos Aires, cuyo personal veterano
pasaba a integrar los cuerpo de Blandengues y el Regimiento de Dragones Buenos Aires. Posteriormente, el 7 de octubre de 1783, se elevó el efectivo
de Blandengues a seis compañías de cien hombres cada una, y el 3 de julio de 1784 fue transformado en “Veterano”, incluida la similar de Santa Fe. En 1796, se creó una compañía de Blandengues de la Frontera de Montevideo. Se estableció que la dotación debería tener 1 Capitán, 1 Teniente, 1 Alférez, 1 capellán, 4 sargentos, 8 cabos, 6 baqueanos, 1 tambor y 85 soldados.

El armamento se fijó en carabina, dos pistolas y espada, aunque no se abandonó la lanza, ya que se consideraba un arma acorde para enfrentar al
indio, dado el poco parque con que normalmente se contaba. En este arreglo del potencial defensivo se dispuso además de la reorganización de otros
cuerpos y especialidades, en lo que hace a la defensa de las fronteras interiores, la creación del cuerpo de Milicias de Caballería de la Campaña
de Buenos Aires, cuyas compañías variaban sus efectivos de acuerdo a la población de cada lugar, la disolución de Cuerpo de Dragones Provinciales
de Buenos Aires, cuyo personal veterano pasaban a integrar los cuerpos de Blandengues y el Regimiento de Dragones Buenos Aires. Posteriormente, el 7 de octubre de 1783, se elevó el efectivo a seis compañías de cien hombres cada una y el 3 de julio de 1784 fue transformado en Veterano.

En el Reglamento para Milicias disciplinadas de Infantería y Caballería del Virreinato del Río de la Plata, se establecía que las compañías formadas en
las poblaciones de los distintos fuertes continuaran “sueltas”, pero se las consideraba “regladas”, estando la instrucción de la misma a cargo de
los oficiales del cuerpo de Blandengues, dependientes del Comandante de Frontera, que a su vez era el Jefe del cuerpo.
Los soldados eran todos criollos, con amplios conocimientos de las artes ecuestres, además de haber vivido largo tiempo en los amplios espacios
pampeanos sobresaliendo en la tropa e inclusive en los suboficiales y soldados los de procedencia provinciana, dato que destaca a la fuerza, aún
más, en lo que hace a su composición étnica–geográfica, como de procedencia y contenidos verdaderamente nacionales (y no como los
Patricios, que eran exclusivamente porteños). Entre los provincianos, los preferidos eran los santiagueños y guaranies, porque a sus conocidas
virtudes de valor y robustez, se le reconocían aptitudes fundamentalmente castrenses: disciplina y subordinación.
En reconocimiento por la tarea realizada en la defensa de las tres fronteras del Virreinato -la marítima contra los depredadores extranjeros y el
contrabando, la terrestre contra Portugal, y la interna contra el indio-, los blandengues son elevados por Real Orden del 3 de julio de 1784 a la
categoría de “tropa veterana”. Esto significa que, en el aspecto orgánico, se le reconoce al cuerpo privilegios del fuero militar, como recibir
continuo sueldo de la Real Hacienda, auxilio pecuniario a la vejez o por enfermedad, y pensiones para las viudas y huérfanos.
Los Blandengues, al estar constituido por nativos –argentinos mozos-, al estar formado por “gente del país” de los argentinos, sería la primera y
única fuerza militar criolla profesionalizada por el Rey de España –Real Orden del 3 de julio de 1784-. Los Blandengues de Buenos Aires se
constituyeron en la primera unidad militar nacional, en el primer ejército argentino. El Cuerpo perduró bajo su denominación colonial hasta 1810, en
que su jefe, el Coronel don Antonio de Olavarría propuso y obtuvo que se cambiase su designación dándosele la de Regimiento de Caballería de la
Patria, al que fueron tambien integrados los Dragones de Buenos Aires, para participar en la campaña del Alto Peru.
Igualmente los Blandengues siguieron integrando las tropas que guarnecieron los fortines de la linea de defensa contra el ataque de los
indios.
Cuando la Primera Junta elevó el 29 de mayo de 1810 a las milicias urbanas “Patricios”, existentes desde 1806, a la clase de veteranos, ya la Argentina disponía de una fuerza anterior de caballería con esa denominación.

LOS BLANDENGUES DE MONTEVIDEO

La creación del Cuerpo Veterano de Blandengues de la Frontera de Montevideo fue decidida por el virrey don Pedro Meló de Portugal en los primeros días de 1797, pero los cometidos que se le asignaron fueron sensiblemente más amplios que los que habían tenido la unidad similar en Buenos Aires. Esta se constituyó para defender a los vecindarios de los malones indios, mientras que a los Blandengues de la Banda Oriental, además de este
objetivo esencial, se les cometió el de la defensa de las fronteras contra el tradicional enemigo portugués, y el de la represión del contrabando.
Al finalizar el siglo XVIII, la sociedad inorgánica carecía de especializaciones, solo concebibles en una organización adelantada. El Blandengue fue soldado, gendarme y aduanero. El virrey Meló de Portugal concentró en el nuevo Cuerpo los propósitos de defensa militar, de seguridad de las poblaciones civiles y de cumplimiento de las disposiciones aduaneras. La organización y el número se ajustaron al triple cometido. El Regimiento no parece haber reunido nunca la totalidad de sus elementos en una sola concentración, o mejor dicho, sus Compañías estuvieron destacadas en distintos puntos de la campaña de Montevideo y del territorio que constituía su jurisdicción militar.
En carta del 7 de enero de 1797, Meló de Portugal comunicó al Rey su propósito de constituir el Regimiento, y en la misma fecha se dirigió al Ministro de Real Hacienda de Montevideo para participarle las medidas destinadas a dar ejecución al proyecto, asignando $30.000 a los gastos de
organización. Esta tuvo principio al pasar el gobierno de Montevideo del Mariscal de Campo don Antonio Olaguer Feliú al Brigadier don José de
Bustamante y Guerra. Y por una singular coincidencia de circunstancias, pasó también en esos días el bastón virreinal, de las manos de Meló de
Portugal a las de Olaguer Feliú. En efecto, el primero de estos procónsules murió casi repentinamente en Pando el 15 de abril de aquel año, cuando se
dirigía al este del país, en viaje de inspección militar.
Estos cambios en la dirección del gobierno no afectaron la ejecución del proyecto. El 10 de marzo un hombre de acción, joven aún, conocedor profundo del territorio y de las modalidades de su tiempo, recibió la misión de salir a campaña y buscar los primeros elementos para constituir el nuevo regimiento. Era don José Artigas. Y cumple destacar la fecha y la misión citadas, por la historicidad que ambas revisten en la vida del gran
soldado. En efecto, hasta entonces Artigas había sido un hombre civil; a contar de aquella data, Artigas empezó a ser caudillo. Fue, con certeza,
gracias a su ascendiente natural y a la autoridad que emanaba de su persona, que recibió el mandato de salir a campaña y de traer hombres
dispuestos y capaces de desempeñar los deberes asignados a los Blandengues.
Artigas cumplió la orden recibida y trajo a Montevideo los primeros cincuenta soldados. El caudillo nacía y el Regimiento de Blandengues se
formaba.
Por real orden del 12 de mayo del mismo año, don Carlos IV daba respuesta a la carta que el Virrey Meló le había escrito el 7 de enero. La creación del
Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Montevideo recibió la aprobación real. Esa comunicación llegó a manos de Olaguer Feliú, a la sazón en
Montevideo, al finalizar agosto. El 4 de setiembre, el nuevo virrey ponía su firma al pie del documento por el cual se tomaba razón de la real orden.
El 23 del mismo mes, se nombraban los primeros oficiales, y el 6 de octubre se extendía el despacho de Comandante de la nueva unidad a favor del
Sargento Mayor don Cayetano Ramírez de Arellano.
Llama la atención la rapidez con que se procedió a fundar y organizar el Regimiento de Blandengues, en una época que precisamente se caracterizaba por la lentitud de los procedimientos y el aplazamiento indefinido de las resoluciones. Debe deducirse que se sentía en grado máximo la necesidad de disponer de una fuerza militar veterana y homogénea, y que existía un acuerdo entre los hombres que compartían las responsabilidades del gobierno en Montevideo y Buenos Aires.
La unidad se constituyó con ocho Compañías de cien hombres cada una, y se designó su oficialidad mediante una selección previa de veteranos
procedentes de los dos Cuerpos de milicias montevideanas y de los infantes, dragones y Blandengues de Buenos Aires. Su citado jefe, Ramírez de
Arellano, era miembro de la ilustre familia española de ese apellido y primo del Marqués de Sobremonte. Realizó casi toda su carrera en el Río de
la Plata. Fue nombrado ayudante de la Asamblea de Infantería de Buenos Aires por despachos fechados el 30 de octubre de 1784; promovido a Capitán graduado del mismo Cuerpo el 20 de febrero de 1793, y ascendido a Sargento Mayor el 6 de octubre de 1797 con el cometido susodicho de mandar la nueva unidad.
Estuvo al frente de los Blandengues durante diecisiete años, hasta el aniquilamiento del Cuerpo durante el sitio de Montevideo por las fuerzas de
la independencia.

UNIFORME

En 1756, se uniformaron con casaca y calzón azul, con chupa, solapas, vueltas, collarín, forro y medias encarnados (rojos), dícese que era el
uniforme entregado a los que participaron en la expedición al Paraguay. Con el reordenamiento del Cuerpo de Blandengues y su establecimiento como
veterano, fueron nuevamente uniformados. El Virrey Vertiz, elevó para conocimiento de las autoridades en la Península, cual sería el uniforme que
usarían las tropas: este se componía de chaqueta de cola, azul con cuello, pechera y puños rojos con vivo blanco y vueltas rojas, con galón, uno a
cada lado del cuello, tres (3) en cada puño y siete (7), por lado en la pechera, todas rematadas de botón plateado, al dorso tendría bolsillos
horizontales envivados en rojo con botón plateado al centro, y las vueltas, botones plateados para afirmar las mismas. Llevarían chupa (chaleco) y pantalón rojo, cinturón de cuero negro con los tiros para el sable, bandolera de dragón negra con herrajes en bronce, la tropa calzará botín negro y polainas de paño largas negras con presilla debajo de la rodilla, espuelas de piuelo, sombrero de tres picos envivado en blanco con escarapela roja y presilla blanca. Los oficiales igual que la tropa, variando solamente que en vez de vivos y galones en blanco serán en plata, calzaran botas fuertes de caballería y usaran los atributos de su rango.
Hay historiadores que difieren en la característica de la chaqueta, algunos la dan con cola “muy corta”, y otros con cola larga.
Llevándonos por las normas y los gráficos de los uniformes de la época, el mismo seria de cola larga

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LOS BLANDENGUES HOY

Custodio de las tradiciones y la historia de este cuerpo es hoy el Regimiento de Caballería de Tanques 6 “BLANDENGUES", que tiene su asiento de
paz en la ciudad de Concordia en la Provincia de Entre Ríos sobre la margen del río Uruguay, que es frontera con la Republica Oriental del Uruguay,
teniendo cercana a la ciudad de Salto de ese país.
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Esta unidad recibió como obsequio, por parte del Regimiento Inmemoriales del Rey (España) la “Bandera Coronela”, que fue confeccionada de acuerdo a información preexistente sobre las características que tendría la que usaron las primeras unidades.

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Además cuenta en su museo, con un relato sobre la suerte corrida por los integrantes de las unidades que fueron tomados prisioneros durante la toma de Montevideo por parte de los ingleses y que fueron remitidos presos a los pontones del Támesis, y que posteriormente, cuando se produce la alianza entre España y Gran Bretaña para luchar contra Napoleón, son devueltos a la Península y forman el BATALLON BUENOS AYRES, participando en varios combates en dicha guerra, haciéndose acreedores a dos medallas

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En el año 2008 tuve el honor de ser invitado al Simposio de Historia sobre el Cuerpo de Blandengues para exponer mis trabajos, y en aquella oportunidad, concordando con un nuevo aniversario de la unidad, pude sacar las fotos que acompañan este
relato.
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Podrán ver más fotos sobre el RCT 6 en el Foro de Fotos

BIBLIOGRAFÍA:
El Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires. Marfani, Roberto
Revista Humanidades n’ XIII (año 1933): Reseña Histórica y Orgánica del Ejercito Argentino. Tomo 1. Circulo Militar
Los Cuerpos Militares en la Historia Argentina. Julio M, Luqui Lagleyze
Instituto Nacional Sanmartiniano
Guardias, Fuertes y Fortines de la Frontera sur. J.P.Thill y J.A.Puigdomenech
Servicio Histórico del ejercito Argentino.
Conferencia dictada por el Señor Azarola Gil, diplomático e historiador en las instalaciones del Regimiento de Caballería Nº 1 “Blandengues de
Artigas” en 1938, sobre la historia del Cuerpo de Blandengues de la Banda Oriental.
Archivo General de la Nación Argentina: Salas de Documentos de la Provincia del Río de la Plata con la sede del Virreinato en Lima ( Perú) y del Virreinato del Río de la Plata.
Acuerdos del Extinto Cabildo de Buenos Aires Sala III TPL 215.
Material grafico de colección propia y de procedencia variada.


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