Al ser informado de lo acaecido Fisher no se lo tomó con tanta flema como Hamilton, y ordenó que el HMS Queen Elizabeth zarpara inmediatamente de esas peligrosas aguas para regresar a la metrópoli, ante el monumental enfado de Kitchener, quien se quejó de que la Armada estaba abandonando al Ejército retirando su mejor buque, cuando el Ejército había acudido en su ayuda cuando la flota no fue capaz de forzar los Estrechos, pero Fisher amenazó con dimitir si el HMS Queen Elizabeth no regresaba y finalmente Churchill lo aceptó prometiendo a Kitchener que en su lugar se enviarían varios monitores armados con piezas de 356 mm, hecho que no acabó de convencer al Mariscal, que escribió una nota a Asquith, quejándose de que Fisher "No podía soportar el temor de perder el barco. .. Puedo decir que he tenido que enfrentar la pérdida de unos 15,000 hombres en las operaciones para ayudar a la Armada, es posible que tengamos que considerar si es mejor que las tropas sean retiradas a Alejandría ". Otro efecto del hundimiento del HMS Goliath fue la siguiente nota enviada por el Almirantazgo el 14 de Mayo a de Robeck: "Creemos que el momento para un intento naval independiente de forzar los Estrechos ha pasado, el Ejército está enviando grandes refuerzos, por lo tanto su función es apoyarle en su costoso pero seguro avance y reservar su fuerza para lidiar con la situación que surgirá cuando el Ejército haya tenido éxito". Pero esta no sería la última consecuencia del éxito del Muavenet-i Milliye, poco después el Alto Mando del Almirantazgo saltaría por los aires como si hubiese resultado alcanzado por uno de sus torpedos…
Tras más de un mes sin reunirse el Gabinete de Guerra lo hizo el 14 de Mayo, bajo una atmósfera que en palabras de Churchill resultaba "sulfurosa", pues The Times había publicado esa mañana un artículo donde se denunciaba que el Ejército británico en el Frente Occidental estaba escandalosamente escaso de proyectiles de artillería. Kitchener, a la defensiva ante estos cargos y todavía amargado por la retirada del HMS Queen Elizabeth, se quejó de que el Almirantazgo le había decepcionado a él y al Ejército. Fisher, que no estaba dispuesto a escuchar acusaciones de mala fe, casi de traición, dirigidas a la Armada, habló de forma inusual en la reunión. Había estado "en contra de las operaciones de los Dardanelos desde el principio, y el Primer Ministro y Lord Kitchener conocían bien este hecho", informó al Gabinete. "Esta notable interrupción", dijo más tarde Churchill, "fue recibida en silencio”. En realidad Fisher se había movido entre dos aguas en lo referente a la Campaña de los Dardanelos, pues si bien desde un principio abogó por un ataque conjunto del Ejército y la Armada, llegado el momento no puso objeciones ante un ataque puramente naval. Lo que realmente disgustaba al Primer Lord del Mar era que los Dardanelos centraban la atención del Almirantazgo, en especial de Churchill, mientras su proyectado Plan Báltico resultaba completamente relegado. Ante la comisión que dos años más tarde estudió la Campaña declaró lo siguiente: "Si el enorme compromiso en los Dardanelos iba a continuar, era claramente mejor, en el propio interés de las operaciones, que en lo sucesivo estuviesen dirigidas en el aspecto naval por alguien que creyese en ellas".
SM U-21 cargando un torpedo.
Después de la reunión del Gabinete, Churchill, molesto por el arrebato público de Fisher, intentó ponerlo en contexto en una carta a Asquith: "Debo pedirle que tome nota de la declaración de Fisher hoy acerca de que él está en contra de la Campaña de los Dardanelos y lo ha estado todo el tiempo, y explicarle que el Primer Lord del Mar ha acordado por escrito cada telegrama ejecutivo de la operación…. Estoy apegado al viejo, es un gran placer para mí trabajar con él y creo que el sentimiento es mutuo, pero no puedo comprometerme a quedar paralizado por el veto de un amigo que, cualquiera que sea el resultado, dirá: -Siempre estuve en contra de los Dardanelos-. Alguien tiene que asumir la responsabilidad y lo haré, siempre que mi decisión sea la que prevalezca ”. Durante la tarde Churchill intentó cerrar la brecha con Fisher, fue a su oficina y durante varias horas los dos hombres hablaron sobre los Dardanelos, qué refuerzos podrían ser necesarios y cuales podrían evitarse. Fisher aceptó enviar más monitores de los que se estaban construyendo para su proyectado Plan Báltico, pero a cambio de que regresaran varios acorazados. Cuando se separaron Churchill, de hábitos nocturnos, siguió trabajando en su oficina y, revisando la lista de barcos que se enviarían a los Dardanelos, agregó dos nuevos submarinos de clase E solicitados por de Robeck, dos de los cinco que se completarían en Gran Bretaña ese mes. Más tarde, Churchill dijo que consideraba estas adiciones una propuesta, no una orden, y le adjuntaba una nota de presentación a Fisher: "Te envío este memorándum por si surge algún punto que debamos discutir. Espero que estés de acuerdo."
A las 5:00 de la mañana siguiente, sábado 15 de Mayo, Fisher regresó al Almirantazgo y encontró en su escritorio los documentos que mostraban que Churchill deseaba agregar dos submarinos a la lista acordada la noche anterior, y algo se quebró en su interior. A media mañana, Churchill entraba al Almirantazgo cuando fue interceptado por su secretario: "Fisher ha renunciado y creo que esta vez lo dice en serio", entregándole la siguiente carta:
Primer Lord:
Después de graves reflexiones he llegado a la lamentable conclusión de que ya no puedo seguir siendo su colega. Es indeseable en interés del público entrar en detalles, pero me resulta cada vez más difícil ajustarme a los crecientes requisitos diarios de los Dardanelos para satisfacer sus demandas. Como usted dijo ayer con acierto, estoy en la posición de vetar continuamente sus propuestas, pero esto no es justo para usted, además de ser extremadamente desagradable para mí.
Me voy a Escocia de inmediato, para evitar tener que responder pregunta alguna.
Atentamente,
Fisher.
Al considerar que esta carta de renuncia no era más seria que la que Fisher había escrito en otra ocasión , Churchill regresó al Almirantazgo para arreglar las cosas, pero el Primer Señor del Mar no estaba en su oficina, ni en el edificio, ni en sus aposentos. Churchill se apresuró a retroceder a través de la Horse Guards Parade hasta Downing Street y mostró la carta de Fisher a Asquith. El Primer Ministro inmediatamente le escribió al Almirante: "En nombre del Rey, le ordeno que regrese a su puesto". Llevó varias horas localizar a Fisher, pero finalmente fue descubierto en una habitación del hotel Charing Cross, donde leyó el mensaje perentorio del Primer Ministro y llegó a Downing Street. Allí, mientras esperaba a ver a Asquith, se encontró con Lloyd George. "Una combativa amargura había reemplazado su habitual expresión afable". escribió éste. “Sus rasgos curiosamente orientales eran más que nunca los de una imagen tallada en un templo oriental con un ceño fruncido siniestramente”. '¡He renunciado!' fue su saludo, y cuando le pregunté los motivos, respondió: 'No puedo soportarlo más" Lloyd George y Asquith instaron a Fisher a regresar al Almirantazgo, pero el Almirante se negó. Asquith le pidió que se quedara en Londres y Fisher estuvo de acuerdo.
Hay algo revelador sobre la negativa de Fisher a ver a Churchill en estos días cruciales, el astuto Almirante se sentía casi impotente contra la elocuencia y los razonamientos de Winston, y el resultado fue que aceptó decisiones que en el fondo creía incorrectas y que surgían más tarde para atormentarle, pero ante la presencia de Churchill se encontraba incapaz de soportar el entusiasmo y la implacable lógica del joven. Consciente de ello Churchill escribió ese mismo día la siguiente carta al Primer Lord del Mar:
Mi querido Fisher.
Lo único en lo que debemos pensar ahora es qué es lo mejor para el país y para los valientes hombres que luchan por él. No entiendo cuál es la causa específica que te ha llevado a renunciar, si la conociera podríamos arreglarlo, cuando nos separamos anoche pensé que estábamos de acuerdo, las propuestas que le hice se arreglaron en general de acuerdo con sus puntos de vista y, en cualquier caso, fueron discutidas entre nosotros. En todos los sentidos, he tratado de trabajar en la más cercana cordialidad contigo, los hombres que querías en los lugares donde los querías, los barcos que diseñaste, cada propuesta que hiciste formalmente… Accedí a traerte de regreso al Almirantazgo, jugándome mi carrera política con el Rey y el Primer Ministro, como bien sabes. Entonces prometiste estar a mi lado y ayudarme… Me será muy doloroso separarme de ti, y nuestra ruptura será profundamente perjudicial para todos los intereses públicos.
La respuesta de Fisher le recordó a Churchill que su oposición a la campaña de los Dardanelos databa de Enero y que, desde entonces, el drenaje de los recursos navales de Gran Bretaña había sido constante. Los refuerzos adicionales, los dos submarinos agregados por Churchill durante la noche, fueron solo la última gota. "ESTÁ EMPEÑADO EN FORZAR LAS DARDANELLOS Y NADA LE HARÁ CAMBIAR DE IDEA, NADA, le conozco muy bien. No puedo dar una mejor prueba de mi deseo de estar junto a usted que haber permanecido involucrado en la Campaña de los Dardanelos hasta este último momento contra la convicción más fuerte de mi vida, usted se quedará y yo debo irme”. Al recibir esta carta, Churchill escribió una última vez, afirmando que "en nombre de la amistad y en nombre del deber, debemos tener una entrevista personal ". Fisher se negó y respondió: “Estimado Winston: como de costumbre su carta es muy persuasiva, pero realmente lo he considerado todo. Por favor no quiero verle, no pude decir nada más, sé que estoy haciendo lo correcto ”.
Hasta este momento la renuncia de Fisher solo había sido un asunto primordial para la preocupación del Almirantazgo, un desacuerdo que rompería los lazos profesionales entre dos colegas y viejos amigos, pero la noticia alcanzó notoriedad pública y en pocas horas el Almirante se convirtió en el foco de atención popular. Llegaron mensajes de la Armada. "Yo preferiría perder algunos barcos antes de verte abandonar el Almirantazgo", telegrafió Jellicoe, mientras Beatty agregó que la partida de Fisher "sería una calamidad peor que una derrota en el mar”. En la madrugada del lunes 17 de mayo, Bonar Law llamó a Lloyd George para preguntarle si, de hecho, el Primer Lord del Mar había renunciado. Cuando Lloyd George dijo que sí, Bonar respondió: "Entonces la situación es imposible". Quiso decir que una vez que los parlamentarios conservadores se enterasen de que Lord Fisher abandonaba el Almirantazgo y que Winston Churchill se quedaba, se rebelarían. La tregua no oficial terminaría y el partido conservador iniciaría una serie de debates parlamentarios atacando numerosos aspectos de la política de guerra del gobierno.
Asquith se acobardó ante esta perspectiva, para poder mantenerse como Primer Ministro el apoyo de Bonar Law era crítico. Cuando Lloyd George propuso como solución que el Gabinete liberal que había gobernado Gran Bretaña desde 1906 renunciara a favor de un nuevo gobierno de coalición, que incluiría a los conservadores, el Primer Ministro aceptó de inmediato. La condición clave de Bonar Law para unirse al gobierno era que Winston Churchill fuera reemplazado como Primer Lord del Almirantazgo, y Asquith estuvo de acuerdo.
La noticia de que iba a ser reemplazado tomó a Churchill por brutal sorpresa, el día anterior, domingo 16, el Primer Lord del Almirantazgo había ofrecido su renuncia a Asquith, pero el Primer Ministro había dicho: "No. he pensado en ello y no lo deseo”, y luego invitó a Churchill a cenar. Pensando que su puesto estaba consolidado Churchill le había pedido a Sir Arthur Wilson que se convirtiera en el Primer Lord del Mar y el Almirante había aceptado. Con una nueva junta del Almirantazgo en su lugar, Churchill comenzó a preparar un discurso para el lunes por la tarde en el que informaría la renuncia de Fisher al Parlamento y nombraría a Wilson como el nuevo Primer Lord del Mar. Pero los eventos se estaban moviendo demasiado rápido, ya en la mañana del lunes Asquith había aceptado las condiciones de Bonar Law para formar una coalición. Cuando Churchill llegó a Westminster esa tarde, suponiendo que contaba con el apoyo de Asquith, informó al Primer Ministro que había reconstruido con éxito el liderazgo del Almirantazgo. Asquith escuchó y luego dijo: "No, eso no servirá, he decidido formar un gobierno nacional con una coalición y se requerirá una reconstrucción mucho más grande. ¿Qué podemos hacer por usted? ". En ese momento Churchill comprendió que ya no sería el Primer Lord del Almirantazgo, sus sueños de gloria desvanecidos en un segundo.
Fisher estaba encantado con el desarrollo de los acontecimientos, tanto que decidió que en realidad no quería retirarse a Escocia. Su país lo necesitaba y le serviría si regresaba al Almirantazgo como un tipo completamente nuevo de Primer Lord del Mar, un Almirante sin límites, que asumiría el control absoluto de la Royal Navy, pero desafortunadamente para sus planes los eventos estaban trabajando contra él. El lunes 17 de Mayo, cuando Asquith le estaba preguntando a Churchill, "¿Qué podemos hacer por usted?" La Room 40 estaba descodificando un mensaje inalámbrico alemán interceptado que indicaba que la Hochseeflotte podría estar zarpando. El todavía Primer Lord del Almirantazgo se apresuró a regresar de la Cámara de los Comunes al Almirantazgo para avisar a la Grand Fleet, a las 20:00 horas telegrafió a Jellicoe: "No es imposible que mañana pueda ser el gran Día". Sin embargo, al amanecer, la esperanza de una batalla se estaba desvaneciendo, y a las 10:00 estaba claro que la flota alemana permanecía en sus puertos. A lo largo de estas alarmas, la vigilia de toda la noche y la decepción subsiguiente, el Primer Lord del Mar, todavía formalmente en el cargo, porque Asquith aún no había aceptado su renuncia, estuvo ausente del Almirantazgo. El resto de Almirantes se sorprendió y Churchill planteó su pequeña revancha cuando explicó al Primer Ministro que tenían "una visión seria de la deserción de Lord Fisher de su puesto en tiempo de guerra”. Incluso el Rey se enojó enormemente cuando se le mencionó este incidente. "Debió haber sido ahorcado de un árbol por la deserción de su puesto ante el enemigo", declaró Jorge V. "Realmente fue una de las cosas más escandalosas que deberían castigarse con el despido del servicio y la degradación".
Fisher, sin ninguna información sobre lo acontecido. no se dio cuenta de que el viento había cambiado, y sabiendo para el 19 de mayo que Churchill estaba condenado, se convenció de que ese era su momento de triunfo, que él era el hombre al que debía recurrir el Gobierno, enviando a Asquith una serie de condiciones bajo las cuales aceptaría regresar al Almirantazgo y "garantizar la finalización exitosa de la guerra". Estas incluían que Churchill debe ser completamente excluido de cualquier puesto en el Gabinete de Guerra, Balfour (que lo había enfurecido al apoyar el ataque naval en los Dardanelos) no debe reemplazar a Churchill como Primer Lord del Almirantazgo, que quien fuese elegido debería estar restringido únicamente a la política y al procedimiento parlamentario, y Sir Arthur Wilson debe abandonar el Almirantazgo. Volviendo al papel que él mismo se propuso desempeñar, Fisher se deslizó hacia la megalomanía: "Tendré el control profesional completo de la guerra en el mar, junto con la absoluta disposición exclusiva de la flota y el nombramiento de todos los Oficiales de todos los rangos. Debería tener la autoridad absoluta para todas las construcciones nuevas y todos los trabajos de astilleros de cualquier tipo, y un control completo de todo el Establecimiento Civil de la marina. Estas condiciones deben publicarse textualmente para que la flota pueda conocer mi posición” Fisher pensó que podría convertirse en el Kitchener de la Armada, pero estaba completamente equivocado. "Me temo que Jacky está realmente un poco loco", dijo Arthur Balfour. La reacción de Asquith fue que el memorándum indicaba "un ataque de megalomanía". Informó al Rey que "la mente de Fisher está algo trastornada, de lo contrario, su conducta es casi traidora". En privado, el Primer Ministro escribió que “Fisher, hablando estrictamente, debería ser fusilado por abandonar su puesto". Escribió escuetamente al Primer Lord del Mar:
Querido Lord Fisher,
El Rey me ha ordenado que acepte su renuncia presentada a la Oficina del Primer Lord del Almirantazgo.
Atentamente,
HH Asquith.
El papel de Fisher en el drama que se estaba desarrollando había terminado, una semana después de haber leído la propuesta de Churchill de enviar dos submarinos más a los Dardanelos, la carrera como Almirante de la Flota de Lord Fisher, el hombre que creó la moderna Royal Navy, había llegado a su fin y cogía un tren con destino a Escocia.
Mientras tanto Churchill luchaba por salvarse, bombardeó a Asquith, Bonar Law, Lloyd George y Gray, pidiendo, incluso rogando, mantenerse en el Almirantazgo, pero Asquith finalmente le escribió el 21 de mayo: "Mi querido Winston: debes aceptar que no puedes quedarte en el Almirantazgo". Al día siguiente a Churchill se le ofreció y aceptó un puesto menor en el Gabinete, esencialmente sin sentido, la Cancillería del Ducado de Lancaster. "Supongo que te han arrojado un hueso en el que hay muy poca carne", escribió su primo el duque de Marlborough. El Ducado, según Lloyd George, era una oficina que normalmente se daba "a los principiantes en el Gabinete o a políticos distinguidos que habían alcanzado las primeras etapas de la inconfundible decrepitud, fue una degradación cruel e injusta ”. El 25 de mayo fue el último día de Churchill en el Almirantazgo, y esa tarde recibió una visita sorpresa de Lord Kitchener. "Me preguntó qué iba a hacer y le dije que no tenía idea…”. Cuando se levantó para irse, se volvió y dijo, de la manera impresionante y casi majestuosa que le era natural: “bueno, hay una cosa que, de todos modos, no pueden quitarte: la flota estaba preparada.” . Menos generosos fueron los Almirantes en la mar que debían su puesto a Churchill, Beatty escribió "La Armada respira más libre ahora que se deshace del succubus Winston", mientras Jellicoe, a quien Churchill le dio el mando de la Grand Fleet en vísperas de la guerra, escribió a Fisher: "Le debemos gratitud por haber salvado a la Armada de la continuación en el cargo del Sr. Churchill".
Churchill estaba abatido, Ashmead Barlett, corresponsal de guerra en Gallipoli que acababa de regresar de la península para pasar unos días en Gran Bretaña, cenó con él y dejó reflejado en su diario: “Estoy sorprendido del cambio que ha sufrido, ha envejecido varios años, tiene el rostro pálido, parece muy deprimido y dolido por haber tenido que dejar el Almirantazgo… Estuvo muy callado hasta que al final de la cena se arrancó con un monólogo sobre la expedición y lo que podría haber sido, insistió una y otra vez en que la batalla del 18 de Marzo debió haber continuado, y que si así se hubiese hecho la flota se habría abierto paso por los Estrechos, esta era la gran obsesión en su mente…”. Pero quien mejor podía reflejar el estado de ánimo de Churchill era su propia esposa, quien dijo: “pensé que nunca superaría a los Dardanelos: pensé que moriría de pena”.
No iba desencaminada la Inteligencia británica cuando informó que Alemania podría enviar submarinos al Mediterráneo, pues el 25 de Abril, el mismo día en que se realizaban los desembarcos en Gallipoli, zarpaba desde Wilhelmshaven el SM U-21, bajo el mando del Kapitanleutnant Otto Hersing, con destino a los Dardanelos. Para evitar la peligrosa ruta por el Paso de Calais el submarino rodeó Gran Bretaña por el Norte, y dado que su autonomía estaría al límite para alcanzar el puerto austrohúngaro de Cattaro, se planeó un rendez-vous con el vapor Marzala en la ría gallega de Corcubión, que le suministraría combustible. Según lo previsto en la noche del 2 de Mayo el SM U-21 recibía doce toneladas de gasoil del Marzala, el problema surgió cuando el jefe de máquinas informó a Hersing que el combustible recibido no quemaba en los cilindros, ni siquiera mezclándolo con el que quedaba a bordo. A 2.000 millas tanto de su base como de Cattaro el submarino se encontraba con un gran problema, pues de las 56 toneladas de gasoil con las que zarpó solo quedaban 25, y tras detallados cálculos se decidió continuar la travesía navegando a velocidad económica y huyendo de las rutas comerciales, logrando alcanzar su destino el 13 de Mayo, no sin varios sobresaltos que le obligaron a sumergirse tanto al cruzar el Estrecho de Gibraltar como el de Sicilia, cuando solo quedaba a bordo alrededor de una tonelada de combustible.Tras una semana de reposo en la base y realizar el relleno de combustible y víveres, el SM U-21 zarpó el 20 de Mayo con destino a los Dardanelos, bordeando el litoral griego y localizando en el puerto de Alexandrópolis al crucero protegido ruso Askold, un blanco tentador de 6.000 toneladas que podría haber resultado hundido con un solo torpedo, pero Hersing decidió no delatar su presencia en busca de presas más importantes. En cualquier caso los británicos ya tenían noticias sobre la posibilidad de que un submarino alemán se dirigiese a Gallipoli, al haber sido avistado durante el cruce del Estrecho de Gibraltar, nuevas que causaron una gran conmoción en la flota en un tiempo donde no existían cargas de profundidad ni apenas defensas contra esta nueva arma, de tal modo que el Vicealmirante de Robeck cambió su insignia del HMS Lord Nelson al yate Triad y envió sus acorazados más modernos a Mudros, El 22 de Mayo la flota ya había sufrido una nueva baja cuando el acorazado HMS Albion embarrancó en un banco de arena frente a Gaba Tepe, resultando alcanzado repetidamente por las baterías otomanas, que le causaron daños estructurales un muerto y diez heridos antes de que pudiese liberarse del bajío disparando todos sus cañones al mismo tiempo, teniendo que partir hacia Malta para reparaciones al día siguiente.
Otto Hersing luciendo la Pour le Mérite.
En la mañana del 25 de Mayo el SM U-21 alcanzaba la península de Gallipoli, descubriendo un grupo de tres acorazados que prestaban soporte artillero a la cabeza de puente en Cabo Helles, maniobrando con cuidado porque el mar estaba “como un plato” en palabras de su Capitán, lo que facilitaba la localización de su periscopio. Se encontraba a punto de disparar sus torpedos contra el HMS Swiftsure cuando tuvo que sumergirse a mayor profundidad porque un buque hospital se le echaba encima, y al regresar a cota periscópica pudo observar como su blanco había virado y disparaba contra él mientras varios destructores se movían en su búsqueda, por lo que tuvo que suspender el ataque. Poco después fue avistado el acorazado HMS Vengeance en movimiento y a una distancia de un kilómetro y se le disparó uno de los torpedos de popa, pero en las tranquilas aguas de ese día los británicos observaron su estela y pudieron esquivarlo. Un chasqueado Hersing decidió abandonar la zona y navegar más al Norte, hacia la playa de ANZAC, donde descubrió al HMS Triumph prestando apoyo artillero, y con grandes precauciones para esquivar al destructor HMS Chelmer y otros buques menores que servían de escolta al acorazado, a las 12:30 había logrado una magnífica posición de lanzamiento a menos de 300 metros, una distancia donde no se podía fallar, un solo torpedo atravesó sin dificultad las redes protectoras y alcanzó al acorazado en su mitad proel. El buque escoró inmediatamente diez grados a estribor, que a los cinco minutos se convirtieron en 30º, posición que mantuvo durante diez minutos mientras el HMS Chelmer recogía a la mayor parte de la tripulación, antes de que el buque volcase y se mantuviese durante media hora con la quilla al sol, entre los hurras de los soldados turcos y la consternación de los australianos, antes de hundirse definitivamente junto a 75 de sus hombres.
HMS Triumph.
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