Antecedentes

La estrategia aliada para 1916 fue básicamente establecida en la conferencia de Chantilly (5-8 de diciembre de 1915), en la que se decidió que debían lanzarse una serie de ofensivas simultaneas por parte de los ejércitos rusos, italianos y anglo-franceses, para atacar a los Poderes Centrales por todos los lados.

A finales de diciembre de 1915 el general Sir Douglas Haig reemplazó a Sir John French como comandante en jefe de la British Expeditionary Force (BEF). Haig , que favorecía una ofensiva inglesa en Flandes por sus ventajas logísticas y estratégicas — proximidad a los puertos del Canal y alejar laos submarinos alemanes de sus bases en la costa belga-, se vio obligado a aceptar el predominio del punto de vista francés. Así pues, Haig tuvo que aceptar la idea del comandante francés, el general Joseph Joffre y tolerar que la BEF atacara en Picardía, en una ofensiva conjunta en el Somme. Apenas había comenzado la planificación de esta ofensiva cuando los alemanes atacaron en Verdún en febrero de 1916, sometiendo a los franceses a una tremenda presión, que disminuyó su capacidad para atacar en el Somme y puso todo el peso ofensivo en el lado británico. Francia, pues, sólo atacaría con tres cuerpos de ejército del 6º Ejército, y la ofensiva tendría como objetivo principal aliviar la presión alemana sobre el ejército francés.

Para entonces el ejército británico ya no estaba basado en las seis divisiones de regulares que habían sido formadas al comienzo de la guerra y prácticamente aniquiladas en los combates de 1914 y 1915. Ahora el grueso de las fuerzas estaban integrados por los voluntarias de los Territoriales y el New Army de Kitchener, que había empezado a crearse en agosto de 1914. Esta expansión había ocasionado una rápida sucesión de ascensos para cubrir los puestos de mando necesarios, ascensos que no siempre se basaban en la competencia o la habilidad.


tropas camino del frente en junio de 1916

El VII y el VIII Cuerpo durante el 1 de julio de 1916.

Dos millas al norte de la operación principal tuvo lugar un ataque de diversión sobre el saliente de Gommercourt, a cargo de dos divisiones (56 y 46) del VII cuerpo, III Ejército. El objetivo era atraer la atención de los alemanes y hacerles mover efectivos hacia la zona, cosa que se consiguió, pues los alemanes trasladaron una división extra a la zona. Pero ese fue el único logro. De todos modos, el principal problema que tuvo la ofensiva principal más al sur no eran las divisiones alemanes, sino la artillería. Y las defensas en Gommercourt eran tan formidables que el mando alemán no consideró necesario enviar un solo cañón a la zona. Primero, tenían buenos puntos de observación en su línea, sobre todo en el sector del VIII Cuerpo. Además, a las defensas frontales debían añadirse los pueblos-fortaleza de Serre y Beaumont Hamel, que podían someter a un nutrido fuego a extensas secciones de la tierra de nadie. El terreno, además, no favorecía a los atacantes, que tendrían muy poca protección frente al fuego de las ametralladoras enemigas. Para reducirlo, el general Hunter Weston, comandante del VIII, hizo cavar una mina debajo del reducto Hawthorn, que sería volado cuatro horas antes de la hora 0. Su “lógica” para este curioso adelanto horario era que reduciría los temores alemanes a un posible ataque aliado. El alto mando inglés lo prohibió y le exigió que todas las minas fueran detonadas a la hora 0. Por motivos que no quedan claros todavía, la mina Hawthorn fue fijada para estallar a las 7.20 am, diez minutos antes de la hora 0. En ese momento, dos compañías cruzarían la tierra de nadie y tomarían el cráter, que así estaría en manos inglesas cuando comenzara el ataque principal. Fue otro fracaso. Cuando estalló la mina, tropas de reserva alemanas ocuparon el cráter y lanzaron una tormenta de fuego sobre los atacantes. El cráter permaneció en manos alemanas.

Contrariamente a lo comúnmente imaginado, las tropas no avanzaron hombro con hombro, a paso de desfile por la tierra de nadie. Diversas tácticas fueron empleadas. En el norte, Los batallones de la 31 división abandonaron sus trincheras 10 minutos antes de la hora 0 y se desplegaron dispuestos a asaltar las trincheras alemanas. En el centro, la 4 división, parte de los batallones se adentraron en la zona de nadie antes de la hora 0 y empezaron a avanzar a buen ritmo; otros se desplegaron con exploradores y francotiradores en la línea de avanzada, con el grueso de las tropas siguiendo por detrás. Al sur, la 29 división también adoptó diversas formaciones de ataque, desde simplemente “avanzar” hacia las trincheras enemigas, como los Royal Inniskilling Fusiliers, o en columnas, como los Lancashire Fusiliers.

Pero al final, nada de esto importó.

Apenas desplegados, los batallones de vanguardia vieron con horror como el bombardeo –tal y como el alto mando había previsto- saltaba de las trincheras avanzadas alemanas hacia sus nuevos objetivos. Al cesar el bombardeo, los soldados alemanes llenaron sus trincheras y, casi al mismo instante, un tremendo fuego de ametralladoras barrió la tierra de nadie. Así pues, el ataque fracasó antes de la hora 0. Uno de los batallones había perdido todos sus oficiales a las 7.28 am. Los soldados morían y eran heridos por centenares. Los batallones de las siguientes oleadas no tuvieron mejor destino. A las 7:25 am los alemanes no sólo abrieron un intenso fuego de barrera sobre el frente inglés y sobre las trincheras de comunicaciones, con lo que muchas unidades fueron aniquiladas antes de salir de sus trincheras. Todos los intentos de presionar y atacar fracasaron en tal caos. Los que intentaron abandonar las trincheras y avanzar fueron arrasados por la tormenta de fuego, como el 13 York & Lancaster Batallion, que sufrió 400 bajas antes de alcanzar las trincheras avanzadas desde las que debían atacar. Continuar atacando era absurdo, por lo que a mediodía se ordenó cesar los ataques y preparar posiciones defensivas ante la inminente contraofensiva que se esperaba que los alemanes lanzarían. En total, de los 6.750 hombres que se lanzaron al combate, 4.300 murieron o fueron heridos.


Evacuando una baja el 1 de julio

En la sección sur del VIII Cuerpo estaba la 29 división, veterana de Gallipolli. A la hora 0 las tropas avanzaron en orden abierto para ser aniquiladas tras cubrir unas pocas yardas por el fuego concentrado de las ametralladoras alemanas. Algunas secciones de la división lograron aprovechar los huecos en el alambre de espino alemán y atacar las trincheras enemigas. Sin embargo, la segunda oleada se encontró sometida a tal volumen de fuego que no logró abandonar sus trincheras hasta media hora después. Y aún entonces sólo un puñado logró cruzar la tormenta de balas que cayó sobre ellos.

Este avance aislado tuvo consecuencias funestas, pues fue mal interpretado por el alto mando y dio pie a que se creyera que se había roto el frente alemán, por lo que se ordenó atacar a la brigada de reserva. Parte de la brigada se encontró bloqueada en las mismas trincheras, por el aluvión de muertos y heridos, mientras que otra parte llegó a atacar, para ser rechazada por el fuego enemigo. Eran las 9.15 am. A las 9.30 atacaron dos compañías de la brigada, con idéntico resultado. Era tal el volumen de muertos y heridos en las trincheras, que las tropas de reserva no podían desplegarse y se tuvieron que suspender y cancelar los ataques. La 29 división tuvo 5.000 bajas y no avanzó ni una sola yarda.

Sólo en el centro se tomaron algunas trincheras alemanas, aunque sólo temporalmente. Algunos batallones de la 4 división, pese al fuego de las ametralladoras y de los cañones alemanes, consiguió cruzar la tierra de nadie, y, encontrando las alambradas destruidas, asaltaron las trincheras alemanas. Sin embargo, los efectivos que lo lograron eran demasiado reducidos para consolidar lo ganado y fueron desalojados por los contraataques alemanes. Uno de estos batallones, al finalizar la batalla, sólo contaba con 27 soldados ilesos de los 600 que habían avanzado por la tierra de nadie. De los 30 oficiales, 13 habían muerto y 17 estaban heridos. Otros batallones de la división fueron acribillados antes de cruzar la tierra de nadie, como el 11 de Hampshires, que sufrió 500 bajas en el intento. El mismo destino fue compartido por los batallones que debían seguir a la primera oleada. El resultado fue que a las 9 am algunas secciones de la línea alemana estaban en manos británicas, como el reducto Cuadrilateral, y algunas tropas avanzaban hacia Pendant Cope, en la segunda línea alemana. Tales noticias hicieron creer que se había logrado un éxito total, lo que motivó que se enviaran refuerzos al frente y que la artillería no fuera utilizada donde realmente era necesaria, sino apoyando un avance fantasma. Cuando el error fue descubierto, los refuerzos habían contribuido a aumentar la lista de bajas.

El precio que tuvo que pagar el VIII Cuerpo fueron 14.000 bajas. Pero estas cifras no expresan el horror de la carnicería sufrida por las tropas que realmente atacaron, pues nueve batallones de la brigada de reserva no llegaron a entrar en combate. De los 29 batallones que participaron en el combate, la media de bajas asciende a 490, un 66% de sus efectivos. Y en el caso de algunos batallones desafortunados, como el mencionado Newfoundland (90%), la proporción fue mayor: el 11 East Lancashire –31 división-, el 1/8 Royal Warwick, 11 Hampshire –4 división- y el 1 Borderers –29 división- sufrieron cada uno un 80% de bajas.


Preparándose para atacar, Beaumont Hamel. 1st Battalion, Lancashire Fusliers. 1-Jul-1916

¿Por qué acabó el ataque del VIII Cuerpo en tal carnicería? Simplemente, porque el bombardeo británico falló y no destruyó suficientes ametralladoras y cañones enemigos, que fueron capaces de pulverizar las tropas atacantes, ni de destruir el alambre de espino, que inmovilizó a las escasas tropas que pudieron avanzar a través de la tormenta de fuego.

El X Cuerpo el 1 de julio.

Al sur del VIII Cuerpo, el X Cuerpo (general Morland) tenía la tarea más difícil del día: sus dos divisiones (36 y 32) debían capturar el área de Thiepval y la gran Mouquet. Pero la fuerza atacante tenía de nuevo el terreno en su contra: los ingleses debían atacar las posiciones alemanes, que estaban más altas que las enemigas, desde sus posiciones en el valle del Ancre. Así pues, debían avanzar cuesta arriba, y casi sin protección, salvo por la prestada por el bosque de Authuille, en el sector de la 32 división. Frente a ellos, un tremendo sistema defensivo, que incluía los pueblos fortaleza de St Pierre Divion y Thiepval, con nidos de ametralladoras y refugios para la tropa que sólo la artillería pesada podía destruir. Además, en terreno elevado, entre los pueblos, estaba el reducto Schwaben y, más allá, el reducto Bécourt, que podía enfilar con sus ametralladoras el avance inglés. Al sur de Schwaben estaba la Moquite Farm Switch Line, que incluía otra serie de potentes posiciones. Al sur de Thiepval, a la derecha del X Cuerpo, en un saliente en la línea alemana, estaba el reducto Leipzig, un laberinto de trincheras capaces de disparar por todos sus sectores. Y, además, tras esta posición estaban los reductos Wonderwerk y Nordwerk, al norte y sur, respectivamente, y fuera del alcance de la artillería inglesa.

Al final, como siempre, la clave residiría en si la artillería inglesa podría neutralizar las principales amenazas para el avance de sus tropas, los cañones y las ametralladoras alemanas. Los acontecimientos demostrarían que el alambre de espino estaba bien cortado entre el Ancre y Thiepval, pero apenas en otros sectores. Por desgracia, la mayoría de las ametralladoras estaban listas para lanzar un diluvio de fuego sobre los asaltantes.


Preparándose para el ataque.

En este sector, como en los otros, las tropas comenzaron a ponerse en posición en las primeras horas de la mañana. Pronto todo comenzó a ponerse mal. A las 3am la artillería alemana bombardeó el bosque de Thiepval, y a las 6.15am sectores al sur de este bosque cayeron bajo el fuego enemigo.

En la izquierda del X Cuerpo estaba la 36 (Irlandesa) División. Apenas las tropas llegaron a la tierra de nadie cayeron bajo el fuego enemigo, que destrozó oleada tras oleada de las tropas atacantes, salvo en el centro, donde los asaltantes consiguieron penetrar el reducto Schwaben con la ayuda del apoyo artillero. Sin apenas encontrar resistencia, las tropas irlandesas continuaron su avance hacia la línea de la granja Mouquet, pero las tropas que lograron la penetración eran muy pocas, y los contraataques alemanes les hicieron retroceder, primero, y luego les desalojaron del reducto Schwaben. Para completar el desastre, la brigada de reserva avanzó, pese a que se ordenó que no lo hiciera, pero las ordenes no llegaron. Las ametralladoras sembraron la destrucción de las tropas tan pronto salieron de sus trincheras. La confusión reinante en el mando británico estuvo a punto de aumentar las dimensiones de la tragedia, cuando informes contradictorios sobre un avance fantasma motivó que se ordenara atacar al resto de la reserva del cuerpo, las dos brigadas restantes de la 49 división. Afortunadamente, debido a la caótica situación este ataque no tuvo lugar.

A la derecha del X Cuerpo estaba la 32 División. En su área, dos batallones debían atacar frontalmente Thiepval, pero fueron aniquilados –lo cual impidió apoyar el flanco de la división irlandesa-: no menos de 21 ametralladoras sobrevivieron al bombardeo y acribillaron a los atacantes. El resto de la división tampoco fue más afortunada, encontrándose con la misma barrera de fuego descrita ya en otros ataques, con la consiguiente carnicería.

A pesar de ello, algunos soldados consiguieron penetrar las líneas alemanas, y fueron vistos por observadores británicos, lo que motivó que la segunda oleada fuera lanzada al ataque para reforzar estas secciones ocupadas, con la predecible sangría humana, y que la artillería no pudiera bombardear Thiepval –la única manera de aliviar la situación. Mientras tanto, a la derecha, algunas tropas había logrado un cierto éxito, debido a la barrera artillera preparatoria y habían tomado el reducto Leipzig, pero cualquier intento de avanzar a partir de ahí fue detenido por el fuego alemán. 

El III Cuerpo el 1 de julio.

El centro del ataque británico era básico para los propósitos de Haig. En éste área se produciría la ruptura del frente que decidiría la guerra. Pero para conseguir esto, el III Cuerpo debía conquistar todo el sistema de trincheras alemán. Y todo parecía indicar que esto no iba a ser así. Los artilleros habían anunciado que no se debía esperar que el bombardeo preliminar pudiera destruir las alambradas y que se tenían serios problemas con la falta de munición. Para complicar más el problema, la preparación artillera se había planeado con vista a una posible ruptura del frente por parte del III Cuerpo y una posible explotación por parte de la caballería. Pero nadie en el III Cuerpo o en el mando del 4º Ejército contemplaba seriamente esta posibilidad. Sin embargo, pese a ello, el plan de fuego de la artillería se dispuso para seguir los objetivos que tal ataque necesitaba. Nadie en el III Cuerpo osó sugerir que tal plan se modificara, para que se concentrara el fuego en las formidables posiciones alemanas.

Nunca una campaña tan grande había comenzando tan inapropiadamente.

Dada la geografía del terreno, que favorecía al defensor y condenaba al atacante, era imposible conseguir los propósitos marcados por los planes iniciales. Peor aún, el terreno protegía las defensas alemanas, mientras que dejaba al descubierto las inglesas, que estaban a plena vista del enemigo. Este hecho, como veremos, sería calamitoso para las tropas de reserva. En contraste, las tropas alemanas disfrutaban de todas las ventajas, estando en terreno elevado que les permitía dominar todo el terreno, más la presencia de los pueblos de Ovilliers y La Boisselle, bien guarnecidos y dotados de nidos de ametralladoras. Además, el terreno abierto que debía cruzar la infantería inglesa estaba también cubierto por dos potentes posiciones defensivas alemanas, Nordwerk y el saliente Leipzig. Antes de que se atacara, era vital que estas posiciones fueran neutralizadas por la artillería. Pero no fue el caso. Y por si el problema no fuera suficientemente complicado con estos factores, cabe añadir que la tropa debía cruzar amplias extensiones de la tierra de nadie, dependiendo de la distancia entre las trincheras alemana e inglesa –en el norte iban desde 200 a 800 metros, entre 50 y 600 frente a La Boisselle o 700 en el frente de ataque de la Brigada 101-. Finalmente, nadie se ocupó de cómo se debía cruzar la tierra de nadie. La receta para aun desastre estaba servida.

Las tropas atacantes eran la división 8, formada por soldados profesionales, y la 34, con voluntarios del “New Army” de Kitchener, procedentes de Newcastle. A la hora cero, las seis brigadas del cuerpo atacarían a la vez. Las tres de la 8 división atacarían desde su línea de frente, como dos de la 34, mientras que la tercera, en reserva en las colinas Tara-Usna, avanzaría simultáneamente desde su posición retrasada hacia el frente. Así pues, comenzado el ataque no habrían reservas disponibles para hacer frente a una crisis, ni tiempo para recalcular una situación complicada ni sacar a las tropas de un mal paso. Peor aún, todos los oficiales superiores, de general de brigada hacia arriba, estarían en posiciones alejadas del frente. Así pues, no habría nadie como el general de brigada Rees del VIII Cuerpo, que detuvo el despliegue potencialmente desastroso de la brigada de reserva de la 31ª División. Pese a todo, se habían tomado algunas medidas para ayudar al ataque de la infantería. Se habían construido dos minas bajo las trincheras alemanas, que darían tiempo y protección a las tropas alemanas. Y, además, Ovilliers y La Boisselle serían bombardeados con granadas y nubes de humo, que cubriría el avance de las tropas asaltantes.

Hasta el final la artillería colaboró poco para ayudar a la infantería. A las 7 am, 30 minutos antes de la hora 0, la artillería pesada dejó de bombardear las posiciones alemanas para seguir con el plan de fuego establecido, y comenzó a castigar las posiciones de la retaguardia, dejando a la artillería de campaña –con cañones y de 18 pulgadas y obuses de 4.5- con la tarea de suprimir el fuego enemigo durante los 30 minutos cruciales previos al ataque, tarea fuera del alcance de estas piezas, que no tenían el poder de destrucción necesario contra las sólidas defensas alemanas.

Así pues, sin importar las tácticas usadas por el atacante, el destino de las tropas británicas estaba decidido antes incluso de que abandonaran sus trincheras. Tan pronto comenzó el asalto la 70 Brigada de la 8º División fue diezmada por el torrente de fuego de las tropas alemanas, que habían ocupado sus trincheras apenas cesó el bombardeo aliado. Uno de los batallones de cabeza de la brigada quedó reducido al 30% de sus efectivos antes de la hora cero, y los otros sufrieron destinos similares. Sin embargo, los supervivientes fueron capaces de aprovechar que en este sector el alambre estaba destruido y los defensores parcialmente desconcertados por el bombardeo. Además, el ataque más al norte contra el saliente Leipzig y al sur contra Orvilliers atrajeron brevemente la atención de los defensores, con lo que las tropas británicas lograron penetrar en diversos puntos el sistema defensivo alemán. Los inmediatos contraataques alemanes les desalojaron en su mayoría, salvo por un puñado de soldados que se mantuvieron en sus posiciones hasta el anochecer. Mientras tanto, los refuerzos no habían podido llegar hasta donde eran necesarios ya que, a partir de las 9 am, las ametralladoras del saliente Leipzig, habiendo rechazado a los atacantes, pudieron dedicar su atención al área de la Brigada 70. Uno de los batallones de refuerzo sufrió 529 bajas –de unos efectivos de 27 oficiales y 710 soldados-, mientras que otros batallones perdieron un 50% de sus efectivos y habían dejado de existir antes de llegar a sus propias líneas. Además, las comunicaciones eran imposibles, por lo que no se podía traer de vuelta el fuego de la artillería para apoyar a las tropas. Al final del día la brigada no había ganado un palmo de terreno, y, de los 2.720 hombres que habían participado en el ataque, sólo 600 estaban disponibles al día siguiente.

La historia del resto de la 8ª División es fácil de explicar: sufrieron un completo desastre. Sólo se logró romper dos secciones del frente alemán, y únicamente de manera temporal. Cada vez que los soldados intentaban cruzar la tierra de nadie, un fuego devastador lo impedía. Incluso formando pequeños grupos la tarea fue imposible de cumplir. El fuego cruzado de Ovilliers y La Boisselle hicieron una carnicería con las tropas atacantes. Salvo un batallón de reserva, nadie se salvó de la ordalía: un 60% de los efectivos de las dos brigadas fueron baja –el caso del 2º de Middlesex es especialmente espeluznante, pues sufrió un 92.5% de bajas. Así pues, 3.000 hombre fueron muertos, heridos o desaparecieron sin conseguir una ganancia apreciable.

En el sector de la 34ª División se repitieron diversos factores ya vistos, salvo por un detalle adicional: La Boisselle no iba a ser atacada por la infantería, sino tan sólo bombardeada con humo. Peor aún, la mina que debía estallar y dar apoyo a los británicos estaba demasiado cerca de las trincheras aliadas, por lo que se decidió retrasar el ataque 5 minutos, con lo que se perdía la oportunidad de aprovecharse de la sorpresa causada por la explosión. Así pues, la 34ª División atacó a las 7.30am, sin que se viera por ninguna parte la cortina de humo de La Boisselle, por la falta de viento. El resultado fue simplemente catastrófico. Los dos batallones de asalto tuvieron que cruzar los 800 metros de la tierra de nadie a plena vista del enemigo, que estaba plenamente preparado, pues habían interceptado un mensaje indicando que se iba a producir un ataque. Así pues, el lento avance por la tierra de nadie fue recibido por otra tempestad de acero. El 20º de Northumberland Fusiliers perdió 661 de sus 800 hombres, mientras que del 23º de Northumberland Fusiliers sólo se salvaron 230 de 930. El fuego devastador hizo que los batallones que atacaban más al sur de La Boisselle sufrieran hasta un 90% de bajas. El único consuelo para los supervivientes fue que, al escapar del fuego, encontraron a las tropas frescas del XV Cuerpo, atrincheradas, con los que tuvieron al menos un suspiro de paz.

Finalmente queda contar el caso de la 103 Brigada (Tyneside Irish), la brigada de reserva que avanzaba en cuatro columnas desde el expuesto terreno de las colinas Tara-Usna. Apenas formaron en oleadas cayeron bajo el fuego de la precisa artillería alemana. Pese a ello, el avance continuó como si se tratara de un desfile. Para cuando las tropas llegaron a las trincheras inglesas de primera línea, la unidad había sufrido un 80% de bajas. Dos años de formación para durante 80 minutos como unidad de combate. Increíblemente, algunos soldados llegaron a atacar la primera línea de posiciones alemanas, llegando incluso hasta la segunda línea de trincheras. Nunca más se supo de ellos. De 3.000 soldados, la brigada perdió 2.200.


Una compañía de la 103 Brigada (Tyneside Irish) avanzando desde las colinas Tara-Usna.

En total, la 34ª División perdió el primer día del Somme 6.000 soldados a cambio de unas ganancias ridículas. Tan desesperada fue su situación al final del día que una unidad de la reserva, la 19, fue enviada a cubrir sus posiciones por si los alemanes intentaban un contraataque. El III Cuerpo sufrió 12.000 bajas, y el 99% de las trincheras alemanas siguieron en poder del enemigo al final del día. Así pues, que los planes de Haig en este sector fueran irrealizables si tuvieron un efecto desastroso: diluir el poder del bombardeo inglés, asegurando así el fracaso del ataque.

El XV y el XIII Cuerpo durante el 1 de julio de 1916.

Al sur de La Boiselle el terreno daba un giro hacia el este, lo que daba a las tropas atacantes un problema al atacar. A este problema se sumaban los ya mencionados en ataques anteriores. En particular, la presencia de dos pueblos, reducidos a ruinas pero repletos de ametralladoras en posiciones protegidas, complicaban la ruta de avance de la infantería británica. Fricourt, que de todos los pueblos incorporados al sistema defensivo alemán era el mayor, podía enfilar con sus ametralladoras el norte y el este de ataque británico. Al este, cuando el frente giraba en esa dirección, se hallaba Mametz, también igualmente emplazado en la ruta de cualquier posible ataque aliado.

En otro sentido, se puede decir que la situación del XV Cuerpo era mejor que las del norte. Su sección del frente estaba sobre terreno más alto que el alemán, con lo que se cambiaban las tornas y los británicos tenían todas las ventaja para observar de las posiciones enemigas. Además, la artillería aliada podía enfilar las posiciones alemanas al norte y al este, lo que hizo que el bombardeo en esta área fuera más efectivo y que la infantería tuviera menos problemas al atacar. A esto cabe añadir el uso, en forma embrionaria, del “creepìng barrage”, o barrera de fuego de la artillería que permitía cubrir el avance de la infantería propia mientras también castigaba las posiciones enemigas. Sin embargo, en lo referente al 1 de julio, este bombardeo también falló, porque se movió demasiado rápido para que las tropas pudiera seguirlo, y porque no contenía la densidad de proyectiles que tendría en el futuro. El resultado fue que, pese a que el bombardeo permitió el progreso de los alemanes, o acabó con toda la oposición alemana. Pese a todo, la infantería pudo desplegarse en la tierra de nadie antes de la hora cero y pudo seguir la barrera de fuego con seguridad, lo que redujo el numero de bajas.

Otro asunto concerniente a la artillería demostraría que el XV Cuerpo fue más afortunado que otros cuerpos. En el planeamiento de las operaciones, el mando del XV otorgó menor importancia al fuego de contrabatería que los otros cuerpos. Esto tuvo una consecuencia positiva, que fue que las posiciones alemanas recibieron mayor volumen de fuego del que hubiera sido normal de haberse aplicado los mismos criterios de los demás sectores. Sin embargo, esto era potencialmente peligroso, pues al no suprimirse las baterías enemigas, estas podrían haber destruido las oleadas atacantes, como había pasado en otros sectores. Pero aquí intervino la fortuna, ya que el XIII Cuerpo del general Congreve y los franceses –especialmente afortunados por su alta dotación de cañones pesados- dieron especial prioridad al fuego de contrabatería, centrándose en el area Mametz Montauban, cuyos cañones podrían obstaculizar sus respectivos esfuerzos. La combinación franco-inglesa contra esta concentración alemana facilitó el trabajo al XV Cuerpo, que encontraría menos fuego de artillería alemana en su avance. Pese a esto, aún quedaban las fuertes defensas alemanas. Tal era la fortaleza de las posiciones de Fricourt que no sería atacada frontalmente, sino flanqueada por las divisiones 7 y 21. Si este ataque funcionaba, entonces Fricourt sería asaltada frontalmente.

En contraste con las operaciones ya narradas, e l ataque del XV Cuerpo fue un éxito parcial. Pero el éxito no fue sin coste. En el extremo norte del XV Cuerpo el bombardeo no había sido tan preciso como era necesario, y cuando las tropas de la 64º Brigada atacaron a las 7.25am cayeron bajo un intenso fuego alemán, que se incremento cuando el fuego de barrera prosiguió hacia su siguiente objetivo, dejando las trincheras alemanas. Sin embargo, los cuatro batallones atacantes tomaron la primera línea de trincheras alemanas, reforzadas por dos batallones de la segunda oleada, que tomaron su primer objetivo en 45 minutos. En los flancos, el apoyo necesario no llegaría. La destrucción de la 34º División del III Cuerpo ya ha sido descrita. Al sur, las tropas de la 21º División también fallaron, por el increíble volumen de fuego procedente de Fricourt, que no pudo ser suprimido por la artillería ni la cortina de humo. Así, en cuanto las tropas abandonaron sus trincheras fueron segados por las ametralladoras alemanas. Apenas doscientos o trescientos hombres de los batallones de cabeza consiguieron alcanzar las líneas alemanas, y los batallones de la segunda oleada lograron algún pequeño avance, pero el fuego enemigo impidió cualquier avance ulterior.

Al norte de Fricourt atacó el 10 West Yorkshires (50 Brigada), en el ataque más desastroso de todo el primer día del Somme. En teoría, la explosión de tres minas debía distraer a los alemanes, pero no fue así, no exactamente. Dos compañías si consiguieron aprovechar el éxito, y tomaron sus objetivos, pero el resto fueron aniquilados por la guarnición alemana, que se recuperó rápidamente y destrozaron después a as compañías de cabeza. De 24 oficiales y 750 hombres que comenzaron el ataque, 23 oficiales y 717 hombres cayeron en combate. Así, al caer la noche, la 64º Brigada estaba firmemente atrincherada al oeste de Fricourt, la 63 había tomado las primeras trincheras alemanas pero poco más y la 50 había fracasado por completo. Que este ataque pudiera ser aprovechado dependía ahora de la 7 División, atacando al otro lado del saliente de Fricourt.

Por su parte, la 7ª División tuvo un completo éxito en su ataque, gracias al apoyo artillero. Muchos de sus batallones estaban a sólo 50-60 metros de las trincheras cuando la barrera de fuego se movió hacia el siguiente objetivo, por lo que la mayoría de los batallones asaltaron las posiciones alemanas sin ser molestadas en su aproximación. Aunque, sin embargo, no todo fue tan sencillo, ya que algunos batallones tuvieron problemas con el fuego enemigo, denso en algunas zonas, o con el alambre de espino, que no estaba bien cortado por la artillería aliada. Pese a todo, el fuego alemán no pudo detener el asalto y para las 13.30 se habían alcanzando las afueras de Mametz, mientras que a la derecha se había sobrepasado el pueblo, que cayó en manos aliadas a las 16.00.

La situación en torno a Fricourt no había sido tan favorable, y, pese a todo esto, se había establecido una fuerte línea defensiva en el flanco del pueblo, con lo que este quedaba amenazado de ser rodeado por las tropas inglesas, amenazando así la llegada de refuerzos. Entonces, llegaron informes erróneos que indicaban que las divisiones 7ª y 21ª habían tomado sus objetivos y que los alemanes estaban en completa retirada, por lo que se ordenó un ataque frontal contra Fricourt, que terminó en desastre cuando dos batallones atacaron el pueblo sin apoyo artillero. Los defensores no estaban ni mucho menos acabados, y los dos batallones sufrieron gravísimas perdidas a cambio de muy poco terreno ganado.

A la derecha estaba el XIII Cuerpo (general Congreve), con dos divisiones del New Army de Kitchener, la 18ª y la 36ª, que debían atacar hacia el norte, teniendo en su camino dos problemas: el fortificado pueblo de Montauban y el reducto Pommiers, generosamente equipados con ametralladoras, fortines y alambre de espino. Pese a todo, los atacantes tenían sus ventajas: el terreno les permitía tener un excelente panorama para apuntar sus cañones. Además, el XIII Cuerpo se había maximizado el fuego de contrabatería disponible y a su derecha tenían al XX Cuerpo francés, cuyos cañones pesados podían enfilar a los alemanes. Así pues, no es de extrañar que las baterías de dos divisiones alemanas fueran destruidas para cuando comenzó el ataque inglés, que encontró las trincheras alemanas considerablemente castigadas, sin casi alambre de espino ni ametralladoras para dificultar su tarea, debido, además, al mal despliegue defensivo alemán.

El ataque comenzó bien para la 18º División. Tras el estallido de tres minas, que arrasaron nueve fortines alemanes con sus guarniciones entraron en acción tres “zapas rusas” –trincheras excavadas en la tierra de nadie- que enfilaron la línea alemana con ametralladoras y lanzallamas. Pero no todo fue perfecto. En el área de la Brigada 53 habían sobrevivido algunos cañones, que causaron numerosas bajas a las tropas en sus trincheras de reunión. En el área de la Brigada 55, increíblemente, algunas ametralladoras sobrevivieron y descargaron tal tormenta de fuego de detuvieron el asalto. Pero la Brigada 54 logró capturar las trincheras alemanas a las 7.30 sin apenas problemas, avanzado con rapidez y capturando la trinchera Pommiers a las 8.15. A las 8.30 am estaban casi encima del reducto Pommiers, que opuso tal resistencia que no cayó hasta una hora más tarde, al ser asaltado por todos los lados, lo que alivió la presión sobre la Brigada 55 y que pudo avanzar por fin hacia su objetivo final. Entonces, la resistencia encontrada les detuvo por un tiempo, hasta que fu flanqueada. En ese momento, la resistencia alemana frente ala Brigada 55 se derrumbó, con lo que esta unidad pudo conectar con la Brigada 53 a su izquierda y la 30ª División a su derecha.

Todos los objetivos de la 18ª División habían caído. Elementos de la Brigada 54 ,a la izquierda, estaban manteniendo posiciones a unos 500 metros por detrás del reducto Pommiers, y en el centro algunas patrullas habían llegado a hasta Caterpillar Wood, más allá de sus objetivos finales. Como el bosque estaba vacío pero bajo creciente fuego enemigo, se decidió consolidar Montauban Alley y esperar al nuevo día.

A la derecha del ataque la 30º División logró el mayor avance al menor coste del día. A la hora 0 las tropas atacantes avanzaron por la tierra de nadie y encontraron el alambre de espino bien cortado y a la mayoría de sus defensores muertos o heridos. El resto estaban demasiado aturdidos para ofrecer resistencia, por lo que fueron hecho prisioneros con rapidez. Así pues, siguiendo el avance de la barrera de artillería, los soldados ingleses avanzaron hasta su objetivo final, la trinchera Dublín, al sur de Montauban, a donde llegaron a las 8.30 am. A las 12.30 la brigada había asegurado la Briqueterie, en el flanco del avance aliado, desde donde los alemanes podrían haber enfilado el avance hacia Montauban. Al mediodía, esperando los refuerzos, la unidad se detuvo. Todo esto fue cumplido con sólo 24 muertos –un batallón, el 17 King’s acabó el día sin un solo muerto entre sus filas-.

A la izquierda de la Brigada 89, la Brigada 21 logró avanzar, pero con mayores bajas. Se cruzó la tierra de nadie con perdidas ligeras, encontraron el alambre de espino bien cortado y tomaron las primeras trincheras. Entonces, fuego de ametralladora desde la retaguardia y los flancos, desde donde la 18 División estaba siendo contenida, causó un alto numero de bajas -por ejemplo, de los 200 integrantes de una compañía, sólo 31 llegaron a las líneas alemanas. Sin embargo, el ataque logró avanzar, aprovechando el desorden enemigo, tomando el Reducto Glatz y tomaron contacto con la brigada 89. Se comenzó la consolidación mientras se esperaba que la Brigada 90 tomara Montauban.

A simple vista, la operación Montauban se parecía alarmantemente a algunos de los peores momentos del 1º de julio. La Brigada 90 tenía que avanzar, colina arriba, para tomar las ruinas de un pueblo –es decir, cumplir lo que la 32º División no había logrado en Thiepval, la 8º División en Ovilleris y la 34º División en La Boiselle, operaciones que terminaron con un rotundo fracaso y grandes bajas-. Pero esta vez fue diferente. El avance de la brigada fue apoyada por cortinas de humo y, en una hora, las tropas conectaron con las Brigadas 21 y 89 al sur del pueblo. A las 10.30 am la barrera artillera se movió a Montauban, seguida por los tres batallones de la brigada 90, que, sin casi una baja, tomaron el pueblo diez minutos más tarde. El fuego combinado franco-inglés había aniquilado la resistencia y arrasado el pueblo. Poco después, las ruinas cayeron bajo un breve pero feroz fuego enemigo, después de lo cual los ingleses avanzaron hacia Montauban Alley, desde donde podían ver a las tropas alemanas inundando sus posiciones de defensa en la segunda línea.

Conclusiones

Este fue el comienzo de la batalla del Somme, que se prolongaría por varios meses más, hasta el 18 de noviembre, en condiciones cada vez más atroces. Este día pasó a la historia como el más sangriento de la historia del ejército británico, que sufrió 57,470 bajas, de los cuales 19,240 fueron muertos. Las bajas alemanas, más difíciles de calcular, se estiman en unas 8.000, siendo 2000 de ellos prisioneros. El alto mando inglés, por cierto, no sabía la magnitud de la catástrofe, debido a las malas comunicaciones, y se ordenó continuar las operaciones al día siguiente, pero no fue hasta el día 3 cuando se retomaron.

Como ya hemos visto, pese a la variedad de tácticas adoptadas, el resultado de los ataques en general apenas varió: muerte en tremendas proporciones. La razón es simple. Los cañones y ametralladoras germanas sobrevivieron al bombardeo alemán, con lo que se aseguró la masacre de la infantería atacante. Una tormenta de balas –que se han estimado en 6000 por minuto- aniquilaría cualquier tropa que asaltara, sin importar la táctica de asalto utilizada. Sólo allí donde la artillería aliada había castigado convenientemente al enemigo se logró un éxito relativo. Así pues, lo que determinó la diferencia entre victoria y derrota fue la efectividad de las ametralladoras y los cañones, tanto propias como enemigas, y su correcto uso, que convirtieron al infante y a la bayoneta en una reliquia del pasado, incapaces de competir con las distantes ametralladoras y cañones que aniquilan sus filas antes incluso de salir de sus trincheras.

Fuentes
Somme; Lyn MacDonald; London : Penguin Books, 1993
The Somme; Peter Hart; London : Weidenfeld & Nicolson, 2005
The Somme ; Robin Prior and Trevor Wilson; New Haven [etc.] : Yale University, 2004
http://www.worldwar1.com
http://www.firstworldwar.com/index.htm"


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