Por parte de los unionistas el día había sido un desastre aunque tampoco de una gran magnitud, ya el día anterior en Beaver Dam Creek se había confirmado que la posición del V Cuerpo de Fitz J. Porter aislado al norte del río Chickahominy era una temeridad. Especialmente desde que se sabía de la llegada a la zona de la División de Stonewall Jackson y cuando el esperado refuerzo que sería el I Cuerpo de McDowell permanecía en Fredericksburg. Esta derrota acobardó plenamente a McClellan, que si bien ya tenía pensado cambiar su base de suministros hacia el río James tras el raid protagonizado por el confederado Stuart, esta batalla le convenció de cancelar directamente toda la campaña y ordenar un repliegue general hacia el río James abandonando toda intención de seguir avanzando hacia Richmond. Esto era dar directamente la victoria de toda la campaña a la Confederación pues marcaba el principio de la salvación de su capital.
Del lado confederado la sensación no era tan clara entre los mandos militares con Robert E. Lee a la cabeza. Solamente la implicación de 57.000 hombres en un ataque casi a cara o cruz nos muestra la preocupación que había entre sus filas. Y a pesar de haber sufrido el día anterior lo que suponía realizar un asalto a una posición defensiva había optado por repetirla incluso con una mayor envergadura. Pero el repetir una misma acción no es garantía de que a la segunda salga mejor, pues de nuevo los confederados habían atacado de forma totalmente descoordinada, lo que supuso un elevado número de bajas. De nuevo Jackson había llegado tarde y ese retraso había supuesto la llegada de los refuerzos justos para que los unionistas bendecidos por la llegada de la noche tuviesen la cobertura justa para cruzar el río con alguna tranquilidad. En palabras del más destacado oficial de artillería confederado, Edward Porter Alexander, se resume el sentimiento en el cuartel general confederado: “Con Jackson atacando en cuanto hubiese llegado, o durante el ataque de A.P Hill, nosotros hubiésemos logrado una victoria relativamente fácil, y habríamos capturado a la mayor parte del mando de Porter”. Claramente si Jackson hubiese realizado la marcha planificada y su personal de mando hubiese realizado un correcto trabajo los confederados hubiesen disfrutado de al menos cuatro horas más de luz que podría haber significado el fin del V Cuerpo de Fitz John Porter y un golpe muy duro para el Ejército del Potomac de George B. McClellan.
Pero la batalla del 27 de junio no se había peleado sólo en Gaines’s Mill, pues una tarea muy importante fue la realizada por la División de Magruder con sus ruidosas marchas y las continuas escaramuzas que había realizado al sur del Chickahominy. Esos “picotazos” eran los que habían mantenido paralizado a todo el grueso del Ejército del Potomac y había provocado que los diferentes comandantes de cuerpo de McClellan se hubiesen mostrado muy reacios a ceder ninguna unidad para reforzar a al V Cuerpo de Porter. Por lo que incluso cuando aún Porter seguía combatiendo contra el masivo ataque confederado, McClellan ordenó el repliegue general de todo el ejército hacia Harrison’s Landing en el río James. Esta orden es la que nadie se explica pues los unionistas a esas horas seguían aguantando y aún disponía de nada menos que cuatro cuerpos más perfectamente completados y descansados. Además al fin se estaba terminando de reorganizar al unionista Ejército de Virginia junto a Fredericksburg y su primera orden era dirigirse hacia la Península para integrarse en el Ejército del Potomac. La explicación a esta decisión personal de McClellan sólo se puede entender porque estaba siendo superado por el miedo, como refleja el telegrama que envió esa noche al Secretario de Guerra Stanton:
“Si salvo ahora a este Ejército le digo claramente que no le debo las gracias a usted ni a ninguna otra persona en Washington. Usted ha hecho todo lo posible para sacrificar a este Ejército”
Curiosamente el Departamento de Telégrafos Militar omitió esta última frase al remitir la copia al Secretario.
A continuación y aún con el V Cuerpo librando los últimos combates de la batalla, McClellan ordenaba movilizar a los diferentes cuerpos del ejército. El primer destinatario sería el IV Cuerpo de Keyes que debía desplazarse hacia el oeste de Glendale y cubrir la retaguardia de todo el ejército en cuanto Porter y su V Cuerpo hubiese logrado cruzar el Chickahominy y que debía ocupar las posiciones altas en Malvern Hill en donde tomaría posiciones defensivas. El resto de las órdenes se limitaron a unas escuetas directrices de que el destino era retirarse hacia el río James, pero omitiendo que rutas debían seguir, cuál sería la cadena de mando en caso de su ausencia, …. ; y a continuación ordenaba levantar el Cuartel General y dirigirse directamente hasta Harrison Landing. Esto se producía en la noche del miércoles y durante el resto de la semana McClellan literalmente dejó al ejército a su suerte. Esta ausencia del Comandante en Jefe junto con la recepción de la orden de retirada a pesar de su potencial y sin haber sufrido una derrota clara hizo que la desmoralización se adueñara de los unionistas que no lograban comprender que estaba pasando.
Durante esa noche cuando Robert Lee comenzaba a analizar los sucesos acontecidos y planificaba los pasos a seguir llegaban los informes de la caballería de Stuart que indicaban que los federales estaban en marcha y abandonaban sus fuertes posiciones defensivas en torno a la línea del ferrocarril Richmond&York River. Pero la información que hizo a Lee convencerse de que los unionistas se estaban retirando fue que su principal base de suministros y el cuartel general en White House también se estaban abandonando en dirección al río James. Robert Lee siempre había contado entre sus planes que en caso de un repliegue por parte de la Unión este se produciría en dirección norte hacia el río York y en base a esa lógica había desplegado su ejército en los días anteriores. Puesto que esa retirada de los federales hacia el sur le otorgaba un margen de tiempo decidió dar un ligero descanso a sus tropas mientras se confirmaban las informaciones.
Amanecía así el jueves 28 de junio de 1862 con el Ejército del Potomac en retirada hacia el río James como demostraban las densas nubes de polvo que se veían a lo lejos. Quienes más prestaban atención a estas polvaredas eran los diferentes grupos de jinetes que Stuart había desplegado en busca de confirmar a Robert Lee de la dirección y en qué cantidad de hombres los unionistas se estaban moviendo. Esa mañana los jinetes de Stuart llegaban a White House Landing y aunque el Mayor Rufus Ingalls había llevado con mano experta su evacuación, el material que mueve un ejército en campaña es ingente, los confederados quedaron maravillados de lo que se encontraron. Pese a que Ingalls pensaba que sólo había dejado minucias, abundaba el whiskey, cerdo salado, carros y armas a medio arreglar, además de material muy preciado para el Sur como fraguas, tornos, herramientas, heno y mil provisiones más. Para confirmar los informes que iban llegando Lee ordenó al Brigadier John B. Magruder que realizara un reconocimiento con sus hombres situados al sur del Chickahominy y este en seguida se puso en marcha.
Ya el día anterior mientras se libraba la Batalla de Gaines’s Mill, Magruder había ordenado al Brigadier Robert A. Toombs que con su brigada de georgianos hicieran sentir su presencia a los unionistas. Así que al tiempo que se producía el asalto confederado más al norte, Toombs lanzó un incisivo ataque cuando la noche empezaba a caer. Su objetivo era la División de William “Baldy” Smith del IV Cuerpo y que estaba posicionada junto a Old Tavern en la granja de Garnett. El ataque fue rápidamente rechazado por la Brigada de Winfield Hancock tras causar 271 bajas a los georgianos, pero lo cierto es que McClellan había recibido el informe de un ataque confederado también al sur del Chickahominy.
Así que ahora de nuevo Magruder ordenó a Toombs que realizase un ataque similar al del día anterior y en el mismo punto. Esta vez el asalto iría encabezado por dos regimientos de la Brigada de George T. Anderson, en concreto el 7º y 8º de Georgia, pero un decidido contraataque realizado por el 43º y 49º de New York les hizo dejar en el campo de batalla, que esta vez era en la granja de Gouldin, 156 hombres más.
Estas acciones del 27 y 28 de junio se conocen como la “Batalla de Garnett’s y Golding’s Farm”, aunque no pasaron de ser unas escaramuzas un poco serias. La Unión sumó 189 bajas por las 438 de los confederados, pero el objetivo que perseguía Lee se había cumplido a la perfección.
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Estas escaramuzas y encima en el mismo punto y en días consecutivos convencieron aún más a McClellan de que los confederados superaban con creces los números de su ejército y que o salía de su posición o sería atrapado en ambas orillas del Chickahominy. Lo cierto es que se puede asegurar que George B. McClellan tenía que estar aterrorizado, pues recordemos que él ya había ordenado la retirada general la noche anterior y al sur del río estas dos escaramuzas fueron las únicas que se produjeron en estas fechas.
A la mañana siguiente del viernes 29 de junio el Ejército del Norte de Virginia y tras haber disfrutado de un día de relativo descanso se preparó para disponerse a perseguir a los yankees. El objetivo a perseguir era asestar un golpe contundente a un ejército en retirada el cual debido a sus cuantiosos efectivos y desorganización en la cadena de mando lo estaba haciendo francamente lento.
El grueso de las fuerzas de la Unión se estaban concentrando en Savage’s Station y desde ese punto debían comenzar a cruzar los pantanos de White Oak Swamp, lo cual limitaba cuantiosamente las rutas a seguir. Pero el principal de los escollos a solventar era que orden se debía seguir en la retirada, recordemos que McClellan se había puesto en marcha la noche del 27 hacia Malvern Hill y no había redactado orden alguna respecto a itinerarios ni cadena de mando en su ausencia. A este caos provocado por su comandante en jefe, había que sumarle al caos habitual de toda retirada en la que se procede a la destrucción de todos los enseres que un ejército no es capaz de transportar rápidamente y pueda ser de utilidad al enemigo.
Robert Lee rápidamente fue consciente de la oportunidad que tenía por delante y ordenó a su ejército que se pusiese en marcha. La ruta a seguir estaba clara, sólo había que seguir en dirección a las enormes columnas de humo que los incendios del material yankee iban balizando la ruta seguida por estos. Las divisiones de Longstreet y A.P Hill se dirigieron hacia Richmond girando hacia el sudeste en el cruce de caminos de Glendale, la División de Holmes iría directamente al sur hacia Malvern Hill y Magruder debía mantener una presión constante en la retaguardia unionista. Pero faltaba el movimiento clave para atrapar a los federales y este debía realizarlo Jackson y que había recibido el mando de tres divisiones que debían cruzar el Chickahominy y detener a los yankees en Savage’s Station obligándoles a entablar batalla.
Con ambos ejércitos en marcha el sentimiento de los hombres en cada uno de ellos no podía ser más diferente. Mientras los unionistas marchaban cabizbajos pues no comprendían el porqué de su retirada sin haber sido derrotados y teniendo que ver como se destruían valiosas provisiones y se dejaba a los heridos a merced del enemigo; los confederados ya habían olvidado gran parte del cansancio acumulado en las batallas anteriores y a los compañeros muertos. Además a lo lejos veían las columnas de humo que les señalaban el lugar en donde podrían quitarse el temor a perder la guerra que habían sufrido en las semanas anteriores.
Hacia las 9 de la mañana y a unas 2 millas aún de Savage’s Station los georgianos de la Brigada de George T. Anderson se toparon con dos regimientos de Pennsylvania que pertenecían al II Cuerpo de Sumner, entablando un combate durante dos horas que arrojó un saldo de 28 bajas para los confederados por 119 de los unionistas. Al tener noticias Magruder de que se había hecho contacto con el enemigo y bajo los efectos de la morfina pues se encontraba aquejado de una fuerte indigestión, no supo interpretar las noticias recibidas y temiendo ser atacado pidió refuerzos urgentemente a Lee. Este respondió enviando dos brigadas de la División de Benjamin Huger, pero con una condición, si para las dos de la tarde ese ataque temido por Magruder no se había producido esas brigadas regresarían a su unidad de origen.
El plan ideado por Robert Lee era que Magruder estabilizara la retaguardia unionista pero quien debía realizar el ataque eran las tres divisiones de Jackson y por tanto no había la necesidad de reforzar más a Magruder. Se sabía que Jackson necesitaría tiempo para reconstruir los puentes que le permitiesen cruzar el río y que había destruido Porter en la noche del 27, pero ya el retraso se estaba haciendo notorio. Esta vez el fallo se debió a que las órdenes que recibió Jackson del jefe de personal de Lee no especificaban si debía reconstruir los puentes y protegerlos, o si debía sumarse al ataque. Así que decidió que su lugar era proteger los puentes y permanecer al norte del Chickahominy.
De nuevo los planes de Lee se desmoronaban por pequeños detalles de organización e inexperiencia del personal. Pero afortunadamente para los confederados no sólo ellos cometían estos errores de bulto, en Savage’s Station había nada menos que cinco divisiones que pertenecían al II Cuerpo de Sumner, el III de Heintzelman y al IV de Franklin, y como McClellan no había especificado ninguna cadena de mando el caos reinaba entre las unidades unionistas.
La principal ayuda a los confederados llegó por parte de Heintzelman que de motu proprio decidió que Sumner y Franklin eran suficientes para proteger la posición y sin informar a nadie siguió la marcha hacia el sur. Así que ahora aunque Magruder había tenido que dejar regresar a las dos brigadas de refuerzo al menos ahora se encontraba enfrentado a sólo 26.600 unionistas con sus 14.000 hombres. La indecisión de si atacar o esperar a la llegada de Jackson se dilató hasta las 5 de la tarde cuando dispuso que se avanzase tras desplegar la Brigada de Joseph B. Kershaw a la izquierda, la Brigada de Paul J. Semmes en el centro y al Coronel William Barksdale en la derecha al mando de la Brigada de Griffith pero que había muerto horas antes. En esos momentos el unionista Franklin acompañado por Sedgwick y que estaban de reconocimiento vieron cómo se acercaba una brigada y tomándola por unidades del III Cuerpo de Heintzelman a punto estuvieron de ser apresados por los confederados de Kershaw. Este fue el primer aviso de que Heintzelman se había marchado sin decir nada. Sumner que siendo el oficial más antiguo y por tanto asumió el mando de las tropas federales se tomó esta actuación de su colega como una agravio personal.
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Savage’s Station, 1862
El ataque de Magruder estuvo apoyado por la primera batería de ferrocarril que se empleó en combate y que era empujada por una locomotora al paso que avanzaba la infantería. Sin embargo a pesar de esta innovación que superaba a la artillería unionista su decisión de no emplear a la totalidad de sus fuerzas no presagiaba un buen resultado. El primer contacto lo protagonizaron los hombres de Kershaw y Semmes contra una de las brigadas de Sedgwick, en concreto contra la de Philadelphia del Brigadier William W. Burns y que había dispuesto una inadecuada línea defensiva para detener el asalto de dos brigadas. Además Sumner que había dispuesto a la artillería al frente logró ralentizar un poco el avance confederado pero dirigía a sus hombres de forma errática sumando los regimientos de refuerzo para la batalla casi por azar sin una adecuada organización de brigada y con excesiva cautela. Al cabo del tiempo en el frente unionista estaba la Brigada de Burns con dos regimientos, el 1º de Minnesota de otra brigada de Sedgwick y un regimiento de cada una de las brigadas de la División de Israel B. Richardson, la paridad en efectivos se había logrado con dos brigadas por cada bando, pero si Magruder era cauteloso en su ataque Sumner lo superó empleando sólo a 10 de los 26 regimientos que tenía en Savage’s Station.
Con la llegada de la oscuridad la lucha se volvió más intensa y la batería de ferrocarril, que se llamaba “Land Merrimack” y que disponía de un cañón Brooke Rifle naval de 32 libras protegido por una casamata de hierro, comenzó a hacer valer su presencia en la batalla y si bien no la decantaba del lado unionista por los números de efectivos la mantenía en tablas. De las luchas más encarnizadas se produjeron a últimas horas de la tarde junto al camino de Williamsburg en donde la Brigada de Vermont mandada por el Coronel William T.H Brooks sufrieron un intenso fuego de fusilería y que les diezmaron en más de 400 bajas, en concreto el 5º de Vermont sufrió 209 de sus 428 integrantes. Cuando cayó la noche se iniciaron unas intensas lluvias que fueron apaciguando los ánimos.
Esta “Batalla de Savage´s Station” dejó un saldo de 473 bajas confederadas frente a 1.038 por parte unionista, a las que habría que añadir 2.500 heridos unionistas que fueron dejados en un hospital de campaña cuando sus compañeros reanudaron la retirada al amparo de la noche.
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Stonewall Jackson por fin cruzó los puentes hacia las dos y media de la madrugada del sábado 30 de junio pero ya era demasiado tarde para realizar ningún avance. La mayor parte del Ejército del Potomac ya había logrado cruzar el pantano de White Oak Swamp para el mediodía. Esa noche Robert Lee envió un despacho a Magruder:
"I regret much that you have made so little progress today in the pursuit of the enemy. In order to reap the fruits of our victory that pursuit should be most vigorous. ... We must lose no more time or he will escape us entirely."
“Lamento mucho que usted haya hecho hoy un progreso tan pequeño en la persecución del enemigo. Para lograr los frutos de nuestra victoria la persecución debería ser más vigorosa… No debemos perder más tiempo o se nos escapará completamente”
Es curioso este despacho, pues analizando los sucesos vemos que aunque Magruder fue muy cauteloso a la hora de atacar y casi que su principal fallo fue no pedir más refuerzos, lo cierto es que quien falló en principio fue el Jefe de Personal de Lee, el Mayor Walter H. Taylor, al transmitir de forma nada clara las órdenes a Jackson. Aunque en casi todos los libros de este despacho no se hace referencia y se resume diciendo que Lee se reunió con todos los implicados y de forma general mostró su decepción por lo ocurrido al perder tan buena oportunidad.
En el lado de la Unión no hay nada destacable que comentar, recordemos que su General McClellan estaba literalmente “desaparecido”. Así que el enorme Ejército del Potomac era una columna inmensa que para el mediodía del 30 de junio se encontraba con unidades llegando al Harrison’s Landing, en la ribera del río James, con el grueso recién cruzado el pantano White Oak Swamp y con una gran retaguardia que aún estaba llegando a Glendale. Los caminos que no eran muy apropiados para un ejército de esta magnitud estaban atestados y poco faltaba para que se produjese una desbandada.
Así que los informes que la caballería confederada enviaba al Cuartel General de Lee reflejaban que era el momento de realizar operaciones ofensivas y aprovechar la oportunidad. Por tanto el siguiente paso sería presionar a la retaguardia unionista mientras aún cruzaban los pantanos, para este cometido se eligió a Stonewall Jackson tras una reunión que ambos mantuvieron en Savage’s Station, mientras el grueso de las fuerzas confederadas se dirigiría al terreno entre los pantanos y Glendale con 45.000 efectivos. La vanguardia del ataque iría dirigida por la División de Huger a través del camino de Charles City y que estaría apoyado por Longstreet y A.P Hill que discurrían a unas 4 millas de distancia. El cierre de este movimiento envolvente lo realizaría la División de Holmes tomando la posición de Malvern Hill.
De nuevo el plan confederado comenzaba con fallos de principiantes. Huger estaba marchando a través de los bosques al encontrarse numerosos obstáculos en los caminos asignados, en vez de buscar rutas alternativas, al final acabaría perdido. Magruder, seguramente influido por el despacho que recibió de Lee la noche anterior avanzaba sin un objetivo claro y no llegaría a la batalla que se avecinaba hasta la tarde.
Pero centrémonos en Jackson. Era ahora mismo el general del momento en la Confederación, había librado una campaña que sería mítica hasta hoy en día pero llegó tarde a Mechanicsville, se perdió en Gaines’ Mill y volvió a llegar tarde en Savage’s Station. Esta vez las órdenes eran claras pues las recibió personalmente de Robert Lee, presionar a la retaguardia mientras las demás unidades maniobraban para trocear la columna unionista en retirada al río James. Así pues Jackson puso en marcha a sus hombres tomando el camino de White Oak Road pero cargando entre sus filas con los prisioneros capturados el día anterior, muchos de ellos heridos, y gran parte de material capturado. Para cuando llegaron al puente que cruzaba el pantano descubrieron que había sido quemado sólo dos horas antes. Stonewall Jackson llegó al lugar para el mediodía y decidió que mientras reconstruían el puente desplegar a su artillería, mandada por el Coronel Stapleton Crutchfield, en una cresta que tendría en enfilada las posiciones que ocupaba el VI Cuerpo de Franklin y a sólo una distancia de unos 300 metros. A las dos de la tarde del 30 de junio siete baterías integradas de 31 cañones abrieron fuego cogiendo a los unionistas desprevenidos.
Mientras aún se estaba reconstruyendo el puente Jackson ordenó al Coronel Thomas T. Munford y su regimiento, el 2º de Caballería de Virginia, que cruzaran el pantano y capturase los cañones que los unionistas habían abandonado. Pero estos alegaron que el paso era demasiado profundo para cruzar la caballería, la respuesta de Jackson fue cruzar él mismo acompañado por el Mayor General D.H Hill y realizar un reconocimiento. Una vez al otro lado un proyectil de artillería impactó a muy corta distancia de los generales y estos fueron conscientes de que los federales se habían recuperado del susto y estaban reforzando sus posiciones, llegando a la conclusión de que no era un sitio adecuado para cruzar bajo fuego directo de la caballería y no lograrían reconstruir el puente pues los zapadores serían diezmados por los tiradores federales.
La solución a esta situación la encontró el Coronel Munford al localizar un vado a tan sólo 300 metros río abajo, en donde incluso la infantería podría cruzar. Y cuando se dirigieron al lugar el Brigadier Wade Hampton localizó otro punto en donde con un pequeño puente se podría realizar el cruce. Rápidamente los zapadores confederados se pusieron con el puente mientras el otro vado se comenzaba a cruzar, pero Jackson no sabía cómo hacer cruzar a su artillería que seguía empeñada en un duelo con los federales, la decisión de Jackson fue sentarse bajo un roble y dormir durante más de una hora.
Ante la pasividad de Jackson, que se había liado en pequeñas escaramuzas y que no se decidía a cruzar con fuerza, el Brigadier William B. Franklin comenzó a destacar unidades de su VI Cuerpo hacia Glendale que estaba siendo a su vez siendo atacada y se encontraba a tan sólo 3 millas.
Esta “Batalla de White Oak Swamp” no la vamos a considerar más que una escaramuza, en la que los unionistas dejaron cerca de 100 bajas y los confederados sólo 15. Y vamos a concentrarnos mejor en Glendale que era el objetivo determinado por Robert Lee para este día. Y analizaremos la actuación de Jackson en conjunto con los demás protagonistas de la jornada. Aunque podemos analizar la actuación del “Pequeño Napoleón” George B. McClellan el cual a estas horas estaba ya cómodamente descansando, podríamos decir mejor escondido, en la cañonera “USS Galena” en el río James.
Ahora sí, centrémonos en Glendale donde se encontraba casi un tercio del Ejército del Potomac que se retiraba sin organización e incapaz de presentar una apropiada línea defensiva ante un ataque coordinado. Por su parte Robert Lee había puesto en marcha a su Ejército del Norte de Virginia dividido principalmente en tres líneas de marcha, en donde Jackson debía presionar la retaguardia en los pantanos para ralentizar la huida, en el otro extremo Holmes atacaría en Malvern Hill para cerrar el camino hacia el río James, y el ataque principal sería hacia el importante cruce de Caminos que era Glendale.
El ataque sería realizado con 45.000 hombres divididos en tres divisiones, la de Huger que estaba a unas tres millas, con Longstreet y A.P Hill detrás a unas 7 millas. El punto de convergencia de estas unidades debía ser a unas dos millas al sudoeste de Glendale. Pero como indicamos antes al inicio de este 30 de junio Huger más que marchar iba renqueando por el camino de Charles City Road que los hombres del Brigadier Henry W. Slocum se habían encargado de cerrar con árboles talados. Y el Mayor General Benjamin Huger se limitó a ver cómo sus hombres cambiaban sus fusiles por hachas, dedicando horas a despejar un nuevo camino a través de los bosques, esta jornada sería recordada por la División de Huger como la “Batalla de las Hachas”. Esta sería toda la participación de esta unidad en la jornada, pues nadie les ordenó buscar rutas alternativas.
La jornada iba avanzando y ya eran las 2 de la tarde, Robert Lee se había reunido con Longstreet y el Presidente Jefferson Davis a la espera de presenciar el inicio de la batalla, y la presenciaron pero no por parte de Huger que no daba señales de vida, sino por el fuego de artillería pesada yankee que cayó a su lado matando a dos hombres. El Presidente Davis se retiró y Longstreet ordenó un fuego de contrabatería pero que no resultaba eficaz, por lo que se ordenó a la infantería que iniciase el ataque en dirección a Willis Church.
A esas horas sólo había disponibles para el asalto los 20.000 hombres de las Divisiones de Longstreet y A.P Hill, aunque Huger y Jackson se encontraban en un radio de tan sólo tres millas. En frente había cerca de 40.000 unionistas en una línea de cerca de dos millas. El ataque confederado iría encabezado de norte a sur por las Brigadas del Brigadier Cadmus M. Wilcox, el Coronel Micah Jemkins al mando de la Brigada de Anderson y la Brigada del Brigadier James L. Kemper. Pero el movimiento de estas unidades por parte de Longstreet no fue muy eficiente. Los hombres de Kemper avanzaron entre el bosque y se toparon con cinco baterías de la División de George A. McCall, del V Cuerpo, y que disponía de 6.000 hombres de la División de la Reserva de Pennsylvania.
La línea apresurada que había desplegado McCall consistía de derecha a izquierda de las Brigadas de George G. Meade y de Truman Seymour, con la Brigada de John F. Reynolds, que había sido capturado dos días atrás, dirigida por el Coronel Seneca G. Simmons en reserva. Los virginianos de Kemper tuvieron su bautismo de fuego y aunque cargaron muy desordenados el entusiasmo que demostraron les hizo abrirse hueco entre la línea unionista apoyados por los hombres de Jenkins y al cabo de un par de horas se sumaban los de Alabama de Wilcox. Pero los unionistas no dieron tan fácilmente su brazo a torcer y se empeñaron en una lucha cuerpo a cuerpo terrorífica, dominada por las bayonetas y los fusiles empleados como garrotes. El Brigadier Meade fue herido y dos de sus baterías capturadas, incluso McCall terminó apresado por los confederados cuando en su caballo intentaba reordenar sus filas.
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En el flanco derecho unionista de la batalla estaba la División del Brigadier Philip Kearny que estaba resistiendo los continuos ataques confederados gracias al refuerzo de la Brigada de Cadwell y dos brigadas de la División de Slocum. En el flanco izquierdo se encontraba la División del Brigadier Joseph Hooker que sufría también repetidos ataques aunque de menor envergadura. La línea unionista fue reforzada por la División de Sedgwick que regresaban del pantano White Oak Swamp y se tuvieron que emplear a fondo para restablecer un poco las posiciones en un contraataque brutal que hizo que la lucha fuese muy encarnizada hasta que cayó la noche hacia las 8:30 de la tarde. Los confederados estaban agotados pues Longstreet había empleado a todas sus unidades disponibles mientras que los unionistas habían desplegado sus refuerzos en pequeñas unidades para ir tapando las brechas en la línea.
Pero no nos olvidemos del Mayor General Theophilus H. Holmes que habíendo realizado la mayor marcha hacia Malvern Hill, pero sus tropas eran novatas, fueron detenidas en el puente Turkey Bridge por el V Cuerpo de Porter apoyado por el cañoneo desde el río de las “USS Galena” y “USS Aroostook”.
Esta “Batalla de Glendale” también conocida como “de Frayser’s Farm” y que se libró el 30 de junio de 1862 suponía el sexto día consecutivo de batalla y dejaba una batalla en tablas. La Unión debía sumar otras 3.797 bajas, con 297 muertos, 1.696 heridos y 1.804 desaparecidos; la Confederación sumaba 3.673, con 638 muertos, 2.814 heridos y 221 desaparecidos. Esta victoria confederada había resultado muy costosa y aunque se capturaron 20 cañones y se había apresado al unionista George McCall y herido a William T.H Brooks, entre los confederados el coste había sido alto. Los Brigadieres Winfield S. Featherson y William D. Pender habían sido heridos y Richard Griffith había muerto, y numerosas brigadas estaban deshechas, la de Wilcox sólo contaba con 815 de sus 1.850 de la mañana y la de Pryor sólo 550 de 1.400 hombres.
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El análisis de esta batalla nos lleva a una conclusión principal y esta es que Robert Lee había ideado un plan muy acertado pero de nuevo la ejecución del mismo había sido desastrosa, él mismo había fallado en el control de las unidades al no tener comunicación ni con Jackson ni con Huger. Además a Magruder le envió a apoyar a la División de Holmes en su avance sobre Malvern Hill pero cuando casi había llegado le ordenó regresar para apoyar a Longstreet lo que le tuvo todo el día en marcha y sin entrar en batalla. Stonewall Jackson de nuevo había vuelto a fallar estrepitosamente al quedarse clavado en el cruce de un pantano y después quedándose dormido bajo un árbol. Huger se empecinó en abrir un camino nuevo entre los bosques y acabó totalmente perdido. Estas dos divisiones eran las que debían haber apoyado el asalto confederado en Glendale. Si a esto sumamos que Longstreet empleó sus brigadas de forma escalonada, lo que restaba fuerza al asalto, cometió un fallo que en batallas posteriores no volvería a repetir, aunque a un alto precio había aprendido pues le costó una cuarta parte de su división.
Ciertamente Robert Lee y su Ejército del Norte de Virginia había perdido una gran oportunidad para asestar un golpe muy contundente a la Unión y eso supondría muchas bajas más en el futuro cercano. Como él mismo escribió más tarde: “Podrían los mandos haber cooperado en esta acción, el resultado se hubiese confirmado más desastroso para el enemigo”. Aunque quien mejor resumió la batalla fue el Brigadier Edward Porter Alexander quien escribió años después: “Nunca, antes o después, el destino puso tal premio a nuestro alcance. Esta es mi opinión personal de las dos ocasiones en los cuatro años, cuando nosotros teníamos al alcance unos éxitos militares tan grandes que podríamos haber esperado terminar la guerra con nuestra independencia… La primera fue en Bull Run en Julio de 1861… La segunda oportunidad fue el 30 de Junio de 1862, para mí la mejor de todas”
En el lado de la Unión tenemos a McClellan que sin haber participado de manera alguna en los sucesos del día informó al Departamento de Guerra: “Mi ejército se ha comportado a la perfección habiendo hecho todo cuanto los hombres podrían hacer. Si ninguno de nosotros escapa al menos lo habremos hecho en honor del país. Haré todo lo posible para salvar al Ejército”. Este mensaje junto con otro solicitando el envío urgente de 50.000 hombres de refuerzo hizo saltar todas las alarmas en Washington. Los refuerzos no estaban disponibles y además tras seis días de batallas continuas se veía inevitable una última batalla que supusiera el fin de todo el Ejército del Potomac. Y es que McClellan había literalmente abandonado a su ejército y es imposible de encontrar otra explicación que no sea el miedo lo que le hizo dejar sin órdenes a sus hombres. Y mientras estos peleaban en Glendale él pasaba la tarde comiendo con el capitán del barco y realizando un pequeño crucero por el río para cañonear a una columna confederada que se había visto en dirección a Malvern Hill. La explicación que dio McClellan cuando fue preguntado por su desconocimiento de todo lo ocurrido ese día fue que él había ordenado que se dispusiera un puesto de señales entre Malvern Hill y el río y esto no se había cumplido.
Así llegamos a la madrugada del 1 de Julio de 1862. Robert E. Lee era consciente de que este día sería su última oportunidad para asestar un golpe contundente al Ejército del Potomac antes de que se refugiase bajo la potente artillería de los buques de la US Navy que estaban fondeados en el río James.
Robert E. Lee estaba convencido que este día acabaría la Campaña de la Península, durante seis días había conseguido que el Ejército del Potomac perdiese la iniciativa, hasta el punto que su Comandante en Jefe, George B. McClellan, huía el primero del campo de batalla refugiándose en una cañonera en el río James. Ahora era el momento de terminar un trabajo de una ardua semana. Así que decidió lanzar un ataque directo contra las posiciones federales en Malvern Hill, el asalto iría precedido de un ataque artillero que debía debilitar las posiciones del enemigo. Este bombardeo se realizaría por dos grandes baterías posicionadas junto a Carter’s Mill Road de unos 100 cañones y su objetivo sería la posición unionista en Crew House. El ataque comenzaría desde el norte de la colina en Quaker Road con las divisiones de los Mayores Generales “Stonewall” Jackson, Richard S. Ewell, D.H Hill y el Brigadier William H.C Whiting. La División de John B. Magruder avanzaría detrás de la de Jackson pero esperaría a recibir la orden de desplegarse a la derecha o seguir a su predecesora según los acontecimientos. La cola del asalto sería la División de Benjamin Huger que se desplegaría bajo la orden directa de Lee según los acontecimientos. La reserva del ejército serían las divisiones de James Longstreet y A.P Hill que habían sido más castigadas el día anterior posicionadas en Long Bridge Road. Robert Lee tenía a su disposición cerca de unos 71.000 hombres.
En frente se encontraba la colina de Malvern Hill, un promontorio que dominaba toda la zona. En Malvern Hill se habían reunido cerca de 89.000 unionistas que se encontraban a unas dos millas del río James. Mientras se peleaba en Glendale sin ningún avance significativo, el V Cuerpo del Brigadier Fitz John Porter se había encargado de preparar una excelente posición defensiva. Las laderas habían sido limpiadas de obstáculos que dificultasen la observación de un ataque y delante se encontraban uso preciosos campos que podían ser barridos por el fuego de las 37 ó 40 piezas de artillería que se había encargado de emplazar en primera línea el Coronel Henry J. Hunt, como Jefe de Artillería del Ejército del Potomac, aunque había alrededor de unas 250 piezas en la colina. Además contaban con el apoyo de los potentes cañones de las cañoneras “USS Galena”, “USS Jacob Bell” y “USS Aroostook”.
Y en Malvern Hill se encontraba casi todo el Ejército del Potomac, sólo faltaba la División del Brigadier Silas Casey del IV Cuerpo, ahora bajo el mando del Brigadier John J. Peck, que ya se encontraba en Harrison Landing y era el extremo derecho de la línea unionista. Así si vamos hacia la izquierda nos encontramos a continuación a las Divisiones de los Brigadieres John Sedgwick e Israel B. Richarson que pertenecían al II Cuerpo del Brigadier Edwin V. Sumner; más hacia la izquierda estaban las Divisiones de los Brigadieres Joseph Hooker y Philip Kearny del III Cuerpo del Brigadier Samuel P. Heintzelman, el extremo izquierdo y cerrando la línea estaban las Divisiones de los Brigadieres Darius N. Couch, que pertenecía al IV Cuerpo y finalmente la del Brigadier George W. Morell del V Cuerpo del Brigadier Fitz J. Porter. Estas dos últimas divisiones ocupaban el mejor terreno para una acción defensiva. En la primera línea unionista estaban desplegados unos 18.000 hombres y 15.000 más como reserva inmediata.
Lo cierto es que no pintaba nada bien atacar una posición defensiva en un terreno elevado y con una ingente potencia artillera. Malvern Hill es quizás la posición más defendible de toda Virginia central, con un perímetro de alrededor 600 metros de ancho de terreno despejado y en algunas zonas de hasta 1.500 metros. Un asalto directo suponía estar expuesto al menos entre 10 y 15 minutos y en ascensión en un terreno totalmente despejado. Era el sueño de todo artillero ante un ataque de infantería. En la reunión del Cuartel General de Robert Lee sólo D.H Hill expresó su oposición a un ataque directo, pero la decisión por parte de Lee estaba tomada y expresó su opinión de que esta vez no habría maniobra de flanqueo pues estaba convencido de que la moral unionista estaba en las últimas y un último empuje la haría derrumbarse.


GCA 16: La Campaña de la Península 2ª Parte (1)

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