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Recien finalizada la contienda, un capitán alemán entregó a los aliados un camión cargado de billetes ingleses. Además, una enorme cantidad de billetes del Banco de Inglaterra flotaban sobre las aguas del río Enns. En el camión se contaron 23 cajas que contenían la fabulosa suma, en aquella época, de 21 millones de Libras Esterlinas. Desde Londres mandaron a un funcionario del Banco de Inglaterra que después de haber examinado escrupulosamente los billetes sentenció que todos eran falsos. Eran Libras Esterlinas falsas, pero tan bien realizadas qué sólo un verdadero experto habría podido verificarlo. Este hecho fue relacionado con otros acontecimientos precedentes en los que había Libras Esterlinas falsas de por medio.

En 1943 una considerable cantidad de Esterlinas falsas fue detectada en Londres procedente por Zurich, de Lisboa, de Estocolmo y otros paises neutrales. El Banco de Inglaterra informado del hecho, efectuó comprobaciones y se dio cuenta que la calidad de las falsificaciónes iba mejorándose, haciendo cada vez más difícil la identificación de los falsos. Posteriormente, en Edimburgo fue detenida una espía alemana que tenía consigo una maleta llena de Libras falsas. Los expertos británicos concluyeron que era la mejor falsificación que hubieran visto nunca.

¿Quiénes fueron los falsificadores?, ¿Dónde actuaron?, ¿Cuántos millones de Libras Esterlinas falsificadas fueron puestas en circulación?, ¿Y dónde?

El gobierno de Londres se dio cuenta de que la Libra Esterlina, un monumento del mundo financiero, económico y comercial, símbolo del imperio y de la potencia británica, fue acechada por un enemigo solapado, pero muy determinado y en posesión de todos los requisitos técnicos para falsificar las Libras en cantidades enormes, prácticamente ilimitadas.

Transcurrieron algo más de dos años, y el furgón entregado por el oficial alemán fue la guinda del pastel. En Londres fue tomada una decisión que por poco no puso patas arriba al mundo financiero: el Banco de Inglaterra retiró de la circulación sus billetes de todos los valores. Los reemplazaba por otros nuevos de cinco Libras Esterlinas.

¿Que mente diabólica concibió la idea de atacar el Imperio Británico con el arma de las Libras Esterlinas falsas? Nada más y nada menos que Heinrich Himmler, el jefe de los SS. En los primeros meses de guerra creó en una zona oculta el despacho 6-F-4, con el objetivo de arruinar la economía británica a través de la falsificación a escala industrial de su moneda, la Libra Esterlina en sus valores de 5, 10, 20 y 50 Libras. La fabricación de los billetes falsos empezó realmente en el 1942, asumiendo el Mayor Bernhard Krueger la dirección y tomando su nombre la operación.

Para este trabajo fueron reunidos decenas de falsificadores prisioneros en los muchos campos de concentración alemanes y obligados a colaborar prometiendoles mejores condiciones de vida. Una vez fabricadas las primeras planchas y el papel con maquinaria de alta precisión, comenzaron a salir las primeras falsificaciones. Estos primeros billetes fueron enviados a las representaciones diplomáticas de Suecia, Turquía, España y Suiza con la orden precisa de depositarlos en bancos para someterle a una prueba, la verificación de éstos. Todos fueron aceptados sin ningún problema.

De aquellos talleres salieron billetes de tres calidades: los de primera calidad fueron utilizados para adquisiciones en los países neutrales y por los agentes que operaban en el extranjero. Las de segunda calidad, pero siempre excelentes falsificaciones, fueron utilizadas por el Gestapo en los países ocupados para el pago a informadores y colaboracionistas, que preferían cobrar en Libras. Aquellas de terceras calidad, algo menos válidas, fueron acumuladas para realizar un proyecto particularmente demoniaco de Himmler: un bombardeo de Libras falsas por los aviones de la Luftwaffe sobre Gran Bretaña. La población las ingresarían en los bancos y estos se habrían colapsado tratando de dividir las Libras auténticas de las falsas. Las consecuencias sobre la economía inglesa es fácil intuir. El plan fue postpuesto varias veces. Pero no por esto las consecuencias negativas para Gran Bretaña y sus aliados fueron menos graves.