Eventos librería Tercios Viejos semana del 2 al 8 de septiembre
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- Escrito por Rafa
Como siempre os compartimos los eventos, charlas, conferencias y presentaciones de libros de nuestra librería de referencia.
Entrada libre hasta completar aforo.
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Reviviendo la historia
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- Escrito por Rafa
A todos nos ha gustado alguna vez imaginarnos cómo plantearíamos una estrategia o enfocaríamos una batalla para cambiar el rumbo de la historia. Aquello de ¿qué hubiera pasado si....? Hoy en día esto es posible gracias a los juegos de ordenador, que nos permiten una y otra vez jugar con la historia, revivir batallas y rememorar acontecimientos decisivos... y lo mejor de todo, desde el sillón de nuestra casa y sin derramar una sola gota de sangre.
Juegos hay muchos, el mercado está lleno de ellos, pero algunas compañías de juegos se distinguen por su exquisito rigor histórico y gran jugabilidad, este es el caso de Slitherine y Matrix Games. Como todos sabéis, hace ya unos años que El Gran Capitán colabora mutuamente con Slitherine y Matrix Games. Estas dos compañías llevan 20 años creando juegos de estrategia históricos y simuladores de batallas. Para su última creación se han centrado en un período de la historia de lo más emocionante, la época clásica, con Roma a punto de emerger, con Cartago ampliando sus fronteras, los reinos de Antígono, Seleuco y Ptolomeo en el Este, Íberos, Celtíberos, Espartanos... y así hasta 70 facciones distintas que se pueden manejar. Nos referimos a Field of Glory Empires.
Las naciones de los Tercios (IV): Italianos
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- Escrito por Flavius Stilico
Las provincias italianas de la Monarquía hispánica eran no sólo enclaves estratégicos sino también una gran fuente de hombres y recursos.
Aunque se hablara de la “nación italiana”, sus unidades se dividían en función de la provincia de reclutamiento: napolitanos, lombardos (milaneses) y sicilianos. La norma era que no se mezclaran las diversas naciones italianas, en especial las dos principales: napolitanos y lombardos. Aun así, esto no siempre se cumplía. A finales de 1635, en el Milanesado, se disolvieron varios disminuidos tercios napolitanos y su gente fue repartida entre dos tercios lombardos. Hacia al final del periodo fue todavía más difícil conseguir la separación en algunos ejércitos como el de Flandes; lo que queda reflejado en la conformación en 1682 del Tercio “Vecchio” de infantería italiana de Flandes, producto de la fusión de un tercio lombardo levado en 1597 y un tercio napolitano levado en 1658 (originalmente para servicio en España y trasladado a Flandes en 1668).
El poblado Nápoles destacó por sus contribuciones en el siglo XVII. A modo de ejemplo, entre 1635-1640 se enviaron 50.000 napolitanos a los frentes de Flandes, Alemania, España y Lombardía.
A pesar de la revuelta de Nápoles de 1647 y la gran pestilencia de 1656 -que supuso un duro golpe para el reino-, los reclutamientos no se detuvieron aunque se vieran sin duda afectados. Las tropas napolitanas tendrían a su vez un papel relevante en la Guerra de Mesina (1674-1678).
A partir de 1635, el norte de Italia se convirtió en un escenario frecuente de combates, sufriendo el Milanesado varias invasiones. La estratégica región se pudo conservar gracias a una gran implicación de las propias unidades lombardas tanto de leva como de milicias, a pesar de los efectos devastadores de la pestilencia de 1630. Los milaneses se distinguieron en San Martino di Bozzolo (1647), Cremona (1648) y Pavía (1655).
Aunque no pudieran contribuir grandes cantidades para otros frentes, los milaneses siguieron haciendo aportaciones para Flandes, así como para sofocar la rebelión en Sicilia e incluso para combatir en la propia España. Juan José de Austria afirmaría en 1653 que el tercio lombardo del conde de Arese (formado por veteranos) era una de sus mejores unidades en el ejército de Cataluña.
A diferencia de napolitanos y lombardos, los sicilianos siempre fueron reacios a servir en los ejércitos del rey. Sus contribuciones en el siglo XVI han sido calificadas de “risibles”. Avanzaron el siglo XVII se redoblaron los esfuerzos para conseguir tropas sicilianas, a pesar de que se reconocía su poca inclinación por el servicio militar. En 1629 se consiguió levar a duras penas un tercio para servir en el Milanesado, y en 1631 llegaría otro tercio siciliano a Flandes, aunque no llegó a durar un año antes de tener que ser reformado (disuelto). En 1638, el virrey de Sicilia escribía a la Corte que “las levas de aquel reino son dificultosísimas, de mucho gasto y poco fruto”. Un ingenuo intento en 1643 de reclutar cuatro tercios para servir en Cataluña se saldó con dos teóricos tercios con 1.800 hombres entre los dos, que rápidamente declinaron tanto en hombres como en oficiales de origen siciliano, hasta el punto de que para 1646 ya no existía ninguno.


La Campaña Naval de los Dardanelos (II)
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- Escrito por Lutzow
A finales de Diciembre la posibilidad de una guerra de desgaste interminable en el Frente Occidental parecía cada vez más probable, todos los miembros del Consejo de Guerra estaban de acuerdo en que Francia era el teatro decisivo, pero la mayoría creía que se podía hacer poco progreso allí a menos que las Potencias Centrales estuvieran ocupadas en otros frentes La inquietud de Churchill por los sangrientos ataques frontales en Francia le llevó a escribir al Primer Ministro Asquith "¿No hay otra alternativa que enviar a nuestros soldados a masticar alambre de púas en Flandes?", sin duda con el Plan Báltico rondándole en la cabeza. Asquith no respondió cuando, por extraordinaria coincidencia, una voz del exterior, una llamada urgente de un aliado inquieto, precipitó un cambio de rumbo en la política británica. En las primeras horas del 2 de enero la Oficina de Relaciones Exteriores recibió un mensaje del Gran Duque Nicolás, Comandante en Jefe del Ejército ruso. El Ejército turco está amenazándonos seriamente en el Cáucaso, explicaba el Gran Duque. ¿Hay algo que el Ejército o la Armada británica pudieran hacer para lograr que los turcos retirasen algunas de sus tropas?
El mensaje del Gran Duque llegó en un momento en que la preocupación por Rusia era aguda en el gobierno británico, los Aliados le debían mucho a Rusia: la voluntad del Gran Duque y del Zar Nicolás II de lanzar una precipitada ofensiva en Prusia Oriental durante las primeras semanas de la guerra probablemente había salvado París, pero también le había costado a Rusia las derrotas devastadoras de Tannenberg y los lagos de Masurianos. Rusia había perdido un millón de hombres hasta la fecha, y los informes secretos de escasez de municiones y de 800.000 soldados rusos que esperaban sin rifles detrás de las líneas del frente habían llegado a la Oficina de Guerra británica. Gray envió el llamamiento del Gran Duque a Kitchener, quien más que ningún otro Ministro británico, temía la posibilidad de un colapso ruso y la consiguiente transferencia de Divisiones alemanas al Frente Occidental. El Mariscal de campo tomó el telegrama y se dirigió al edificio del Almirantazgo para discutir con Churchill qué posibilidades existían para ayudar a los rusos. ¿Podría la Armada, por ejemplo, hacer una demostración en los Dardanelos? Preguntó Kitchener. Churchill respondió que un ataque naval y militar combinado podría ser posible si Kitchener pudiese encontrar las tropas necesarias, pero el Mariscal respondió que no se podía prescindir de ni un solo soldado presente en Francia, la demostración que tenía en mente sería un ataque puramente naval.
Lord Kitchener.
Las naciones de los Tercios (III): Tamaño y distribución de los ejércitos. Los españoles.
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- Escrito por Flavius Stilico
En palabras de Geoffrey Parker: Nunca pareció España más grandiosa ni más poderosa que en estos momentos en que a una orden suya, decenas de miles de hombres se alistaban bajo el estandarte de San Andrés, divisa de Borgoña.
En el siglo XVII, con varios frentes abiertos, los ejércitos del rey podían llegar a tener mas de cien mil hombres, que había que repartir entre los ejércitos de Flandes, Italia, la propia Península Ibérica y los presidios africanos.
En conjunto, españoles podían llegar a rondar los 40-50.000; italianos, entre 15-20.000; los alemanes podían ser unos 20.000; los valones fluctuaban bastante por el gran desgaste de la guerra de Flandes, pero podían rondar otros 20.000; mientras que las aportaciones del resto de naciones eran más reducidas.
Unas tres cuartas partes de las tropas las formaban súbditos del rey. La dependencia de estos extranjeros no sólo era limitada en proporción -comparada con la de otras potencias que hemos visto-, sino que además estas tropas extranjeras no representaban la élite de los ejércitos de los Austrias.
En el ejército de Flandes se necesitaban una media de 65.000 hombres durante los años conflictivos de la Guerra de los 80 Años. Incluso en época de paz era necesario mantener un mínimo de 15.000 hombres. Predominaban en este ejército los propios “flamencos” (mas de un tercio normalmente), seguidos por los alemanes (rondando un cuarto del total). Españoles e italianos eran menos, debido a la mayor dificultad de llevarlos hasta Flandes, “poner una pica en Flandes” quedó como sinónimo de algo costoso y complicado. Los españoles podían representar de media un 15% del total.
En Italia, si era muy importante la presencia española, llegando a rivalizar con los propios “naturales”. No en vano, desde época de Carlos V se habían utilizado tropas españolas como guarnición permanente en Italia. Por contra el uso de alemanes era limitado, a pesar de la relativa cercanía; cercanía que se influyó en que en Italia fuera el único frente en el que tuvo una presencia relevante la nación suiza.
A continuación vienen una serie de tablas; los datos provienen de los trabajos de Luis Ribot (Las naciones en el ejército de los Austrias), Davide Maffi (En defensa del Imperio) y Juan Luis Sanchez (R&D nº 3).
En algunos casos los datos seleccionados puedan inducir a error. Por ejemplo en el caso del ejército de Cataluña no están reflejados los grandes ejércitos movilizados en 1639 para la campaña de Salces, 25.000 infantes y 1.600 caballos; o el reunido a finales de 1640 en Tortosa, 23.000 infantes y 3.100 caballos
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Presentación
El Gran Capitán Historia Militar es una comunidad de amigos con un interés común, la Historia Militar de todas la épocas. No tenemos afinidad a ninguna ideologia presente ni pasada y no queremos rendir culto a ninguna. El entorno que queremos crear es de entendimiento, respeto mutuo y democracia. Todo esto no es contradictorio con el análisis objetivo de lo que cada cual piense y exprese que fue la Historia. Buscamos un marco de diálogo sobre temas que puedan ser o no polémicos