Las naciones de los tercios (VI): Borgoñones y alemanes altos.
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- Escrito por Flavius Stilico
8. Borgoñones.
El leal Franco Condado.
Los conteses (comtoises) solían invocar que no había gente más leal que ellos a la Casa de los Austrias. Con ocasión del fallido sitio francés de Dole, el cardenal Richelieu escribía a Condé: «Quisiera Dios que los súbditos del rey le tuvieran tanto aprecio como lo tienen con España (los conteses)». No sólo la ciudad había presentado una heroica resistencia sino que además había sido previamente informado, por parte del general La Meilleraie, comandante de la artillería de sitio, que no había forma de encontrar un solo traidor para realizar labores de espionaje y que los conteses antes se dejarían desollar que traicionar a su patria.
Para los conteses de esa época la lealtad a los Austrias estaba íntimamente ligada con la defensa de sus libertades, cuyos garantes eran unos reyes que aunque lejanos siempre mostraron predilección por ese territorio. Por contra, a los reyes de Francia, se les veía como enemigos odiosos dispuestos a eliminar el carácter “franco” del Condado.
Aunque los Habsburgo reclamaran repetidamente que el ducado de Borgoña formaba parte de su herencia “borgoñona” (a través de María de Borgoña), lo cierto es que lo único que pudieron hacer es aferrarse al vecino Condado de Borgoña: el Franco Condado, a cuyos habitantes se seguían refiriendo genéricamente como borgoñones.
Mas allá de su valor simbólico para los monarcas de la dinastía Habsburgo, el Franco Condado era un enclave estratégico en el “camino español”, rodeado como estaba de Lorena, Alsacia, los cantones suizos y Francia.
A pesar de depender políticamente del gobierno de los Países Bajos españoles -englobados antiguamente en el denominado “estado borgoñón”, el Franco Condado gozaba de grandes libertades y una amplia autonomía; siendo reacio a mantener una fuerza permanente de guarnición. Dado que no había interés en utilizarlo como plataforma de invasión de Francia, y que en caso de invasión francesa dependía en principio de la propia milicia borgoñona -a la espera de la ayuda que se le pudiera enviar-, normalmente se intentaba negociar con Francia que el condado fuera considerado “neutral”.
Ya sufrió el Franco Condado una invasión en 1595 por parte de Enrique IV. Entre 1635 y 1644, la región volvería a ser un objetivo francés , en la llamada “Guerra de los Diez Años”. La decidida lucha de los conteses durante dicha guerra, quedó reflejada en hechos como la mencionada épica defensa de Dole -en la que el pueblo se sumo con ardor a la defensa de la plaza-, y la aparición de partidas guerrilleras borgoñonas como las de Claude Prost (Lacuzon) a partir de 1639 para combatir al ejército mercenario de Bernardo de Weimar que campaba a sus anchas por el Condado, saqueando las villas. De Lacuzon, se comenta que sus enemigos decían: «Librenos Dios, de la peste, del hambre y de Lacuzon».
Las cosas cambiarían en época de Carlos II. La invasión de 1668 supone una conquista fácil del Franco Condado. Los defensores eran escasos, a los 644 soldados regulares que guarnicionaban las plazas principales (Besançon, Dole, Grai y el castillo de Toux) se sumaban 1.000 reclutas recientemente levados. Se convocó a la milicia según el feudal “arrierè-ban” para reunir 7.000 milicianos. Sin embargo ni siquiera estos escasos medios fueron adecuadamente utilizados y los franceses tomaron el condado tras un paseo militar de dos/tres semanas, sin apenas tener que combatir.
Por el tratado de Aquisgrán, Luis XIV se retiró del condado -no sin antes demoler las principales fortificaciones-, pero los franceses regresarían de nuevo y de manera definitiva en 1674. En esta nueva ocasión, los conteses sí ofrecieron una decidida resistencia durante cerca de seis meses.
Besançon ofrece resistencia a pesar de estar mal fortificada, logrando que el sitio francés se prolongue mas de lo previsto. Por su parte Dole, carente de artillería pesada, cae tras poco mas de una semana. Aun así hay núcleos de resistencia en pequeñas plazas, como la de Arbois donde se relata que las mujeres saludaban cada tiro de cañón con un “Viva España”; o Faucogney, completamente arrasada tras causar 500 bajas a los asaltantes franceses. También vuelven a actuar los partisanos borgoñones como Lacuzon, acosando a las fuerzas invasoras y ganándose el apodo de los “loups des bois” (lobos de los bosques).
Esta vez ya no se recuperaría el territorio con un tratado de paz, y a los patriotas conteses no les quedaría mas que el exilio o ese desafío simbólico que se cuenta de que algunos pedían ser enterrados boca abajo “para no ver el sol de Luis XIV encima”.
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Novedades editoriales octubre-noviembre 2019 (II)
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- Escrito por Rafa
Nuestros amigos de Tercios Viejos nos han preparada una selección de las novedades editoriales más interesantes sobre Historia Militar.
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CRITICA:
Ensayo sobre la destrucción del Graf Spee
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- Escrito por Stephen-Maturin
Este artículo es un ensayo en que intento tratar de mostrar que las circunstancias y hechos que pocas veces se analizan, hay factores que desde la distancia no tenemos en cuenta y los protagonistas muchas veces tienen que calcular antes de tomar una decisión, no se si interesará, pero a mi particularmente me ha servido para distraerme mientras lo hacía.
Sobre la destrucción del Graf Spee
Los hechos que terminaron con el hundimiento del DKM Graf Spee son quizás unos de los más conocidos y comentados de la SGM, a ello contribuyen muchos factores, lo primero que es uno de los primeros hechos navales importantes de la guerra, otro que el final del mismo con la autodestrucción del buque y que el hecho ocurriera Sudamérica a la vista del público, un conjunto de hechos que hacen que sea muy conocido.
El Capitán Langsdorff se encontraba en un combate con tres cruceros británicos, unos de los cuales, el HMS Exeter, se había retirado debido a los daños sufridos, el combate continuaba con los otros dos cruceros ligeros en una clara inferioridad táctica, ya que a pesar de la mayor potencia de su artillería, el problema era su menor velocidad, el Graf Spee debido al estado de sus motores y el casco sucio estaba navegando a velocidades máximas de unos 22-24 nudos frente a los 30 nudos de los cruceros británicos, se encontraba pues que estos podían escoger como combatir y el no podía ni escaparse de ellos ni perseguirlos si querían escapar.
Por otra parte los daños sufridos por el Graf Spee aunque no se consideraran importantes y mantuviera intacta la capacidad de combate de sus armas, tenía el problema de que ya empezaba a escasear la munición, había disparado más de la mitad de la que disponía, según manifestó el Capitán Langsdorff tenía una gran vía de agua en el casco, que aunque estaba sobre la línea de flotación hacía peligroso navegar con mal tiempo, estaba dañada la planta purificadora de combustible y aceite, no funcionaban las cocinas y había inundaciones en los pañoles de harina y provisiones. En esta situación el buque no estaba en condiciones de emprender una travesía larga de regreso a la metrópoli.
Dadas las circunstancia el Capitán Langsdorff tomo la decisión de refugiarse en un puerto para hacer reparaciones, por la situación una vez descartado Buenos Aires por la imposibilidad de realizar la travesía del Rio de la Plata con seguridad sin un práctico por su poca profundidad y tipo de fondo, quedaban como opciones Montevideo en Uruguay más próxima o bien ir a Argentina en cuyo caso la opción era Puerto Belgrano en Bahía Blanca más lejos y prácticamente al límite de alcance con el combustible depurado que le quedaba unas 16 horas de navegación a velocidad de unos 17 nudos.
Ya sabemos que se optó por ir a Montevideo, opción posteriormente muy criticada, no vamos a entrar en esta decisión ya que no es el objeto de este artículo.
Pero si hay una cosa que siempre me ha llamado la atención ha sido esta fotografía del buque tras el intento de autodestrucción parcialmente fallido:
Novedades editoriales octubre 2019 (I)
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- Escrito por Rafa
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EDITORIAL ACTAS:
La Campaña Naval de los Dardanelos (IV)
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- Escrito por Lutzow
Dado el inefectivo bombardeo contra los fuertes otomanos en el Estrecho, el 5 de Marzo el HMS Queen Elizabeth, que por prohibición expresa del Almirantazgo no podía entrar en los Dardanelos, probó algo nuevo anclando en la costa egea de Gallipoli y disparando sus piezas de 381 mm desde esa ubicación con la ayuda de un hidroavión para la corrección del tiro. La llegada de sus proyectiles desde este ángulo inesperado confundió a los turcos, ya que sus defensas fueron diseñadas contra el fuego de los buques que subían por el Estrecho, pero sus disparos no lograron ningún resultado significativo. Al mismo tiempo el acorazado anclado fue golpeado diecisiete veces por una batería de campaña, sufriendo leves daños en la superestructura pero ninguna baja. Al día siguiente el HMS Queen Elizabeth volvió al mismo lugar para continuar el bombardeo, nuevamente sin resultados apreciables, siendo alcanzado en esta ocasión por tres impactos de 15 cm en la cintura acorazada, que no sufrió ningún daño. Resultaba obvio que el moderno acorazado no lograría nada a menos que entrara en el Estrecho para bombardear los fuertes con fuego directo. Ese mismo días los dos clase Lord Nelson se enzarzaron en un combate con las fortalezas en Chanak, sin lograr resultados aparentes y siendo alcanzado el HMS Agamemnon por ocho proyectiles y por siete el HMS Lord Nelson, que tuvo que retirarse a Mudros para reparar un agujero por debajo de la línea de flotación que inundó dos compartimentos. Algunos en la flota empezaban a dudar de que los disparos navales funcionaran de cualquier forma: "No podríamos seguir gastando municiones en estos bombardeos inútiles", dijo Keyes. "También tuvimos que considerar el desgaste de las cañas, que tenían una vida limitada".
HMS Lord Nelson.
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