La Campaña Naval de los Dardanelos (V)
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- Escrito por Lutzow
En la mañana del 15 de Marzo, tras pasar otra mala noche debido a la tensión, el Vicealmirante Carden informa al Comodoro Keyes que no está en condiciones de asistir a la conferencia de Capitanes prevista, que su intención es abandonar el mando. Tanto Keyes como de Robeck intentan convencerle para que reconsiderase su postura, indicándole que este paso significaría el fin de su carrera, pero tras seis meses en el mar con responsabilidades crecientes Carden sentía que había llegado a su límite. Al día siguiente fue reconocido por un médico de Harley Street (una calle de Londres con abundantes consultorios médicos, hasta el punto de que Harley Street se ha convertido en sinónimo de “atención médica privada” en Gran Bretaña), quien diagnosticó que el Vicealmirante estaba al borde de un colapso nervioso y que necesitaba al menos tres o cuatro semanas de absoluto reposo, libre de cualquier preocupación. Carden telegrafió a un estupefacto Almirantazgo su renuncia y partió hacia Malta en el crucero protegido HMS Minerva, el mismo día en el que se suponía debía encabezar el gran ataque previsto contra las defensas de los Dardanelos. Resultaba urgente encontrar un sustituto, que por antigüedad debía ser el Contralmirante Wemyss, Comandante de la base de Mudros, quien generosa y sensatamente decidió apartarse a un lado para que el puesto de Comandante en Jefe de la Flota recayera en el Contralmirante de Robeck, quien llevaba varios meses como adjunto de Carden, había estado presente en todos los combates anteriores y conocía perfectamente la flota y a sus Capitanes. Para el General Birdwell, de las tropas ANZAC, que había observado a ambos Almirantes durante una visita a Mudros, “De Robeck valía como una docena de Carden”, aunque menos impresionado se mostraba Churchill con el Contralmirante, pensado que "uno no podía sentir que su entrenamiento y experiencia hasta este período le hubiesen llevado a pensar profundamente en los aspectos más amplios de la estrategia y las tácticas". Pero de Robeck tenía una cualificación abrumadora, estaba presente en la escena en un momento en el que al Almirantazgo empezaba a sentir urgencia en completar sus gloriosos planes, por lo tanto Churchill aceptó de forma inmediata nombrarle Vicealmirante interino.
Contralmirante de Robeck.
Eventos librería Tercios Viejos semana del 2 al 8 de diciembre
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- Escrito por Rafa
Como todos los lunes nuestros compañeros de Tercios Viejos nos traen sus presentaciones, charla y eventos:
Intervienen: Xavier Horcajo y Rafael Rodrigo
"TALVISOTA es un thriller político que toma el nombre de la Guerra de Invierno entre Finlandia y la Unión Soviética en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial. Su protagonista es un malagueño que se asomó por curiosidad al comunismo, pero esta ideología lo arrasó. Acabó con lo más preciado de su vida de la forma más inhumana. Él juró combatirlo en una desigual pelea a muerte. El envido genera emociones, suspense y estremecimiento porque el régimen soviético estaba despojado de todo freno moral."
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La Segunda Guerra Mundial en el mar: Una historia global (2 de 2)
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- Escrito por Rafa.Rodrigo (kappo)
Comparativamente hablando la escolta del convoy a Malta era superior a la que intervino, por parte aliada, en la batalla de Midway en junio de 1942. El 10 de agosto la flota entró en el Mediterráneo y casi de inmediato comenzaron los ataques sobre ella. Durante seis días hubo de soportar el ataque de la Fuerza aérea italiana, primero desde las bases de Cerdeña, a la que se sumó la flota de superficie, así como varios submarinos. Las pérdidas británicas en esta operación fueron superiores a las que tuvieron los americanos en Guadalcanal. La escolta perdió dos portaaviones, cuatro cruceros, varios destructores y nueve de los 14 buques mercantes, aunque de forma milagros el SS Ohio, pese a ser torpedeado, bombardeados y casi estuvo a punto de irse a pique consiguió con la ayuda de dos destructores y a una velocidad de tan solo tres nudos llagar con su preciosa carga al puerto de La Valetta. Esto permitió a los británicos mantener la posesión de Malta en un momento en que se estaba decidiendo el futuro del teatro norteafricano.
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La Segunda Guerra Mundial en el mar: Una historia global (1 de 2)
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- Escrito por Rafa
La Segunda Guerra Mundial tiene una serie de características propias que la hacen única, como puede ser la movilización de efectivos, también los civiles, el uso de la propaganda, donde los aliados occidentales quisieron representar la lucha del bien, las democracias, contra el mal, los regímenes totalitarios, que encarnaban fundamentalmente Alemania e Italia, que solamente puede concluir con una rendición incondicional. Un conflicto en el que se generaliza el fenómeno de la resistencia y los “partisanos”, fundamentalmente en los Balcanes y grandes áreas de la URSS. Y una contienda donde se desarrollan armas nacidas durante la Primera Guerra Mundial, como la aviación o los carros de combate y que en el mar produce que tanto submarinos como portaaviones sean clave en el desarrollo de las operaciones.
En el aspecto naval la guerra supuso un verdadero conflicto global en que Armadas de una docena de naciones combatieron a lo largo y ancho del planeta. Fue un conflicto que para chinos y japoneses comenzó el 7 de julio de 1937, que en Europa hizo que las grandes potencias como Alemania, Francia y Gran Bretaña entrasen en guerra en septiembre de 1939, y en el que Estados Unidos participaría tras el bombardeo de Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941.
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Las naciones de los tercios (VI): Borgoñones y alemanes altos.
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- Escrito por Flavius Stilico
8. Borgoñones.
El leal Franco Condado.
Los conteses (comtoises) solían invocar que no había gente más leal que ellos a la Casa de los Austrias. Con ocasión del fallido sitio francés de Dole, el cardenal Richelieu escribía a Condé: «Quisiera Dios que los súbditos del rey le tuvieran tanto aprecio como lo tienen con España (los conteses)». No sólo la ciudad había presentado una heroica resistencia sino que además había sido previamente informado, por parte del general La Meilleraie, comandante de la artillería de sitio, que no había forma de encontrar un solo traidor para realizar labores de espionaje y que los conteses antes se dejarían desollar que traicionar a su patria.
Para los conteses de esa época la lealtad a los Austrias estaba íntimamente ligada con la defensa de sus libertades, cuyos garantes eran unos reyes que aunque lejanos siempre mostraron predilección por ese territorio. Por contra, a los reyes de Francia, se les veía como enemigos odiosos dispuestos a eliminar el carácter “franco” del Condado.
Aunque los Habsburgo reclamaran repetidamente que el ducado de Borgoña formaba parte de su herencia “borgoñona” (a través de María de Borgoña), lo cierto es que lo único que pudieron hacer es aferrarse al vecino Condado de Borgoña: el Franco Condado, a cuyos habitantes se seguían refiriendo genéricamente como borgoñones.
Mas allá de su valor simbólico para los monarcas de la dinastía Habsburgo, el Franco Condado era un enclave estratégico en el “camino español”, rodeado como estaba de Lorena, Alsacia, los cantones suizos y Francia.
A pesar de depender políticamente del gobierno de los Países Bajos españoles -englobados antiguamente en el denominado “estado borgoñón”, el Franco Condado gozaba de grandes libertades y una amplia autonomía; siendo reacio a mantener una fuerza permanente de guarnición. Dado que no había interés en utilizarlo como plataforma de invasión de Francia, y que en caso de invasión francesa dependía en principio de la propia milicia borgoñona -a la espera de la ayuda que se le pudiera enviar-, normalmente se intentaba negociar con Francia que el condado fuera considerado “neutral”.
Ya sufrió el Franco Condado una invasión en 1595 por parte de Enrique IV. Entre 1635 y 1644, la región volvería a ser un objetivo francés , en la llamada “Guerra de los Diez Años”. La decidida lucha de los conteses durante dicha guerra, quedó reflejada en hechos como la mencionada épica defensa de Dole -en la que el pueblo se sumo con ardor a la defensa de la plaza-, y la aparición de partidas guerrilleras borgoñonas como las de Claude Prost (Lacuzon) a partir de 1639 para combatir al ejército mercenario de Bernardo de Weimar que campaba a sus anchas por el Condado, saqueando las villas. De Lacuzon, se comenta que sus enemigos decían: «Librenos Dios, de la peste, del hambre y de Lacuzon».
Las cosas cambiarían en época de Carlos II. La invasión de 1668 supone una conquista fácil del Franco Condado. Los defensores eran escasos, a los 644 soldados regulares que guarnicionaban las plazas principales (Besançon, Dole, Grai y el castillo de Toux) se sumaban 1.000 reclutas recientemente levados. Se convocó a la milicia según el feudal “arrierè-ban” para reunir 7.000 milicianos. Sin embargo ni siquiera estos escasos medios fueron adecuadamente utilizados y los franceses tomaron el condado tras un paseo militar de dos/tres semanas, sin apenas tener que combatir.
Por el tratado de Aquisgrán, Luis XIV se retiró del condado -no sin antes demoler las principales fortificaciones-, pero los franceses regresarían de nuevo y de manera definitiva en 1674. En esta nueva ocasión, los conteses sí ofrecieron una decidida resistencia durante cerca de seis meses.
Besançon ofrece resistencia a pesar de estar mal fortificada, logrando que el sitio francés se prolongue mas de lo previsto. Por su parte Dole, carente de artillería pesada, cae tras poco mas de una semana. Aun así hay núcleos de resistencia en pequeñas plazas, como la de Arbois donde se relata que las mujeres saludaban cada tiro de cañón con un “Viva España”; o Faucogney, completamente arrasada tras causar 500 bajas a los asaltantes franceses. También vuelven a actuar los partisanos borgoñones como Lacuzon, acosando a las fuerzas invasoras y ganándose el apodo de los “loups des bois” (lobos de los bosques).
Esta vez ya no se recuperaría el territorio con un tratado de paz, y a los patriotas conteses no les quedaría mas que el exilio o ese desafío simbólico que se cuenta de que algunos pedían ser enterrados boca abajo “para no ver el sol de Luis XIV encima”.
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