OLIMPO: LA PROVISIONALIDAD QUE DURÓ DOS DÉCADAS
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- Escrito por Triton
Creo que todos recordamos con cariño nuestros primeros días de escuela, de trabajo y en mi caso, de servicio en el ejército; el primer día de orden cerrado, el primer fusil, el primer ejercicio de tiro, nuestro primer Capitán, el primer destino y por supuesto el primer material que nos tocó emplear. En mi caso llegando destinado a un Batallón de Ingenieros en concreto a su Compañía de Transmisiones ese material eran las estaciones de transmisiones del Programa OLIMPO que como ya he dicho las recuerdo con cariño y ahora que se me acaba el tiempo de servicio creo que es buen momento para que las recuerden los antiguos y las conozcan los no tan antiguos.
¿Qué fue el programa OLIMPO? El programa OLIMPO aparece en las unidades de transmisiones del ejército en 1980 como un plan de urgencia y con el fin básico de dotar a las Grandes Unidades tipo División y Brigada de los medios necesarios para constituir las Redes de Transmisiones mínimas imprescindibles, y de dar respuesta a las necesidades establecidas por la División de Operaciones del EME. A este plan de urgencia se llega por diversos motivos que fueron de la mano:
El primero fue la lentitud en el desarrollo de la que iba a ser la primera Red Digital Táctica del nuestro ejército, el Programa RADITE (Red Automática Digital Integrada Táctica de Ejército) en el que se empezó a trabajar en 1969 pero que debido a lo complejo de la creación de sistemas de comunicaciones digitales en aquel momento, sufrió graves retrasos desde el primer momento por la complejidad que suponía crear estas redes desde la nada más absoluta que eran las transmisiones digitales en aquel momento sufrió desde el primer momento graves retrasos, llegando a la cancelación del programa en 1991.
Un Centro de Transmisiones RADITE a principios de los 90
Primera batalla de Heligoland (1914)
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- Escrito por Lutzow
Mapa de Heligoland Bight.
Planes británicos.
Durante las primeras tres semanas de guerra la Royal Navy movilizó todos sus buques para asegurar el paso de la BEF por el Canal, con los barcos de segunda y tercera categoría prestando escolta cercana, mientras la Grand Fleet se movía más al Este en espera de cualquier movimiento por parte de la Hochseeflotte, pero nada ocurrió porque esta última permanecía amarrada a los muelles de Wilhelmshaven, entre otros motivos porque cuando se preguntó al Mariscal Moltke sobre la posibilidad de que la Armada intentase actuar contra los convoyes que transportaban a las tropas británicas, el Jefe del Estado Mayor alemán se mostró muy satisfecho de poder ajustar cuentas con el Ejército británico en territorio francés, una bravuconada de la que se arrepentiría al cabo de pocas semanas. Por lo tanto los marinos británicos, incapaces de alcanzar a sus enemigos en el interior de Heligoland Bight o de tentarlos hacia el Mar del Norte, se mostraban frustrados. “Todavía estamos deambulando por el Océano, completamente en manos de nuestros amigos los alemanes en lo respectivo a cuándo saldrán para ser destruidos ", escribió Beatty a su esposa Ethel el 24 de agosto. "Durante treinta años he estado esperando este día, tengo las mejores órdenes que uno pudiera desear pero no puedo hacer nada, tres semanas de guerra y no he visto al enemigo”. La prensa y el público compartieron la frustración de la Armada, la BEF se retiraba en Francia y el avance alemán hacia París parecía irresistible, pero la guerra terrestre era una cosa y la naval era otra, en el mar los británicos esperaban otro Trafalgar el día después de que se declarase la guerra. Cuando esto no sucedió, surgió la pregunta: "¿Qué está haciendo la Armada?" En respuesta, y de acuerdo con su propia naturaleza agresiva, Winston Churchill exigió constantemente "medidas ofensivas" del Almirantazgo.
La impaciencia del Primer Lord fue compartida por dos Oficiales navales de bajo nivel en el escalafón de la Armada pero alto espíritu, el Comodoro Reginald Tyrwhitt al mando de las flotillas de destructores ubicadas en Harwich y el Comodoro Roger Keyes, que comandaba los submarinos de largo alcance, con sede en el mismo puerto. Ambos Comodoros, amigos íntimos, compartían la idea que resultaba necesaria alguna acción ofensiva, no quedarse simplemente esperando a que los alemanes saliesen del Bight; querían que entraran sus fuerzas de Harwich. "¿Cuándo vamos a hacer la guerra?", se preguntaba Keyes. La flota británica, declaró, poseía una "confianza absoluta" en que "cuando el enemigo salga, caeremos sobre ellos y los aplastaremos".
Keyes era el Oficial naval británico más familiarizado con lo que estaba sucediendo dentro de Heligoland Bight, pues desde las primeras horas de la guerra sus submarinos habían estado patrullando esas aguas y sus Capitanes adquirieron un amplio conocimiento de los movimientos y hábitos del enemigo. Habían aprendido que todas las noches los cruceros ligeros alemanes escoltaban a los destructores hasta un punto a treinta kilómetros al noroeste de Heligoland; desde el cual los destructores se desplegaron más al Norte para patrullar contra submarinos y minadores británicos. Al amanecer los destructores alemanes regresaban a puerto mientras otros les relevaban, siempre escoltados por cruceros ligeros. Keyes creía que esta información podría ser utilizada; a medida que los destructores alemanes regresaban a su cita al amanecer, una fuerza superior de cruceros ligeros y destructores británicos, descendiendo en la oscuridad desde el Norte, se podría colar detrás de ellos de Este a Oeste a través de la ensenada y atraparlos en una red. El plan involucraría a los treinta y un destructores de las dos flotillas de Tyrwhitt y a nueve de los submarinos de largo alcance de Keyes. Se utilizarían tres de estos como cebo, mostrándose en la superficie al Oeste de Heligoland, si tenían éxito los destructores alemanes les perseguirían alejándose aún más de sus bases, donde resultarían interceptados por la fuerza de Tyrwhitt. Otros submarinos británicos estarían cerca de Heligoland para atacar a los cruceros alemanes o las naves capitales que pudiesen salir del Jade.
Gaínas, el Estilicón del Imperio Oriental (I)
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- Escrito por Pablo Adelantado Lliso
“Gaínas era bárbaro de nacimiento pero, tras lograr la ciudadanía romana y habiéndose dedicado al servicio militar, ascendió paso a paso de un rango a otro hasta ser finalmente designado comandante en jefe de la caballería y la infantería romanas. Cuando obtuvo esa elevada posición olvidó su situación y sus relaciones e, incapaz de contenerse, como se suele decir, no dejó piedra por remover para lograr el control del gobierno romano” (Sócrates de Constantinopla, Historia Eclesiástica, Cap. VI.)
En el drama de la Caída del Imperio romano el godo Gaínas es un personaje secundario eclipsado por gigantes como Alarico y Estilicón. La ambición, el valor y las aptitudes militares y políticas de los tres eran similares y sin embargo la diosa Fortuna bendijo a unos con un lugar en la Historia y condenó al otro al fracaso y el olvido. Tal vez Gaínas no merezca contarse entre los grandes generales, pero sin duda fue un buen militar que ascendió por méritos propios desde lo más bajo del escalafón. No existen datos sobre los primeros años de su carrera y cuando por fin hace su aparición en las fuentes lo encontramos ya mandando un cuerpo de ejército. Aunque no se mencione Gaínas debió tomar parte en muchas de las acciones que forjaron el ejército de Teodosio y habría que imaginarlo cargando contra las legiones occidentales en el cruce del Sava, persiguiendo rebeldes en los pantanos de Macedonia e incluso participando en la matanza de Tesalónica. La figura de Gaínas está tan estrechamente ligada a la historia del ejército romano oriental renacido tras el desastre de Adrianópolis que resultaría difícil comprender sus actos sin conocer las características y debilidades de ese ejército. Apelo a la benevolencia del lector que pudiera extrañarse de que en la primera mitad de su bibliografía apenas aparezca mencionado el nombre de Gaínas porque en realidad en este trabajo el ejército teodosiano es tan protagonista como el propio general.
La importancia histórica de Gaínas residiría no tanto en el personaje en sí mismo sino en las consecuencias que podría haber tenido su triunfo final. Cuando el Imperio romano quedó definitivamente dividido tras la muerte de Teodosio, la parte occidental quedó gobernada "de facto" por una dictadura militar al frente de la que encontramos nombres como Estilicón, Constancio, Bonifacio o Aecio, generales que escribieron páginas de gloria pero que no pudieron impedir que el Imperio romano occidental dejara de existir antes de acabar el siglo V. Por contra en Oriente, durante cincuenta decisivos y dramáticos años, se sucedieron al frente del gobierno una serie de magistrados civiles que supieron mantener a los militares apartados del poder. Estos gobernantes recurrieron a métodos muy poco heroicos, como enfrentar a unos bárbaros contra otros o comprar la retirada de los invasores, pero después de ellos el Imperio romano oriental sobrevivirá otros mil años. Si Gaínas hubiera logrado mantenerse en el poder se habría roto esa tendencia y la Historia posterior podría haber sido muy diferente a como la conocemos.
La campaña de Málaga (14 enero -14 febrero 1937)
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- Escrito por Rafa
Siempre que he leído algo relacionado con la Campaña de Málaga me ha llamado la atención la casi total ausencia de menciones a combates, bajas, desgaste, destrucciones, etc., consecuencias éstas de toda actividad militar intensa. Los autores se detienen preferentemente en la descripción de la situación política y social en la capital malagueña, que casi todos coinciden en calificar como caótica. Es evidente que las fuerzas nacionalistas consiguieron una fácil victoria, pero ¿hasta qué punto los vencidos tenían medios de defensa? ¿Estaban prácticamente desarmados? ¿Favorecía el terreno el ataque? ¿Tenían los defensores fortificaciones dignas de tal nombre? ¿Era el atacante tan poderoso, como algunos han afirmado? En todo caso, ¿cuántas bajas produjo la campaña? Movido por estos interrogantes me he decidido a insistir algo más en el asunto.
La antigua Yugoslavia y la Wehrmacht: Croacia
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- Escrito por Rafa
Voluntarios croatas
Infanterie Regiment 369 (kroatisches)
Tras la formación, el 10 de Abril de 1941, del llamado Estado Independiente de Coracia, (“NDH” – Nezavisna Drzava Hrvatska), aliado a Alemania, al producirse la invasión de la URSS en junio el líder del NDH, Ante Pavelić, organiza el envío de apoyo a la invasión, y Croacia se uno en la lucha de "las naciones amantes de la libertad contra el comunismo".
Pavelić se entrevista con Edmund Glaise von Horstenau, representante del ejército alemán en Croacia, que le sugiere que se proponga a Hitler el envío de fuerzas militares croatas a Rusia, a lo que Pavelić responde entusiasmado. Para el 15 de julio 9.000 croatas se han ofrecido voluntarios.
Con ellos se forma el “Verstarken Kroatischen Infanterie-Regiment 369”, o Regimiento Reforzado de Infantería Croata 369, que inicia su formación el 16 de julio de 1941, con 3.895 oficiales, suboficiales y tropa en sus filas, integrándose en la Wehrmacht, usando por ello uniformes, equipo y rango alemanes, junto con el distintivo nacional croata.
El regimiento estaba compuesta por 3 batallones de infantería y 3 compañías de artillería, con 3 baterías. El comandante es el coronel Ivan Markulj (Croata), reemplazado posteriormente por el coronel Viktor Pavicic (también croata), con el teniente coronel Marko Mesic al mando de la artillería.
Prestó el regimiento juramento de fidelidad a Hitler, al Poglavnik -el lider del NDH en Dollersheim, Alemania, y terminó de ser equipado y entrenado, después de lo cual fueron enviados a Ucrania, siendo asignado en octubre a la 100 Jäger Division, entrando en combate y siendo la único unidad no germana que participó en el ataque a Stalingrado, entrando en la ciudad el 26 de septiembre de 1942.
Esto implicó que el regimiento participara en las más duras luchas por el control de la ciudad, de modo que para mediados de octubre, el 369º Regimiento sólo incluía un debilitado batallón y dos compañías muy frágiles. Sólo quedaban 983 hombres de la tropa original y los refuerzos llegados desde Stokerau.
A finales de diciembre, sólo 5 oficiales, 9 suboficiales y 110 soldados estaban en condiciones de luchar, con la comida racionada. Con la ofensivarusa de enero de 1943, los croatas quedaron aislados con el resto de las tropas alemanas en la ciudad. El 2 de febrero de 1943, un puñado de legionarios croatas, al mando del teniente coronel Marko Mesic, se rindió. El Regimiento 369 había dejado de existir.
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